Capítulo 22.

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Temporada 1, Show Me How To Love.
Ups... . Capítulo 22.

Me desperté y sentí las suaves sabanas de mi cama cubrir mi cuerpo, me dolía la cabeza y sentía como los oídos me zumbaban. Me senté en la cama, confundido, no recordaba mucho de lo que pasó anoche. Al pararme me di cuenta que no tenía ropa, más allá de los calzoncillos. El piso de mi cuarto estaba frío, caminé hasta el pasillo, a medida que iba caminando y olía el olor a desayuno recién preparado, los recuerdos iban chocando mi mente como pequeñas descargas eléctricas. Una vez llegué hasta la sala y vi la espalda desnuda de Damián, quien terminaba de recoger el reguero que había, dentro de fundas negras de basuras, los recuerdos ya estaban lo suficientemente claros sobre lo que sucedió anoche.

«¿Qué carajos hicimos anoche...?» sentí pánico cuando pensé en todo lo que hicimos, la vergüenza se apoderó de mí y me sonrojé a más no poder. Damián se paró y volteó hasta donde estaba, donde nos encontramos cara a cara.

—Te despertaste. Estoy terminando de recoger todo lo de anoche, el desayuno está en la mesa, iré a botar esto. —me dijo de forma calmada mientras caminaba hacia la puerta. Yo me dirigí en silencio hasta la cocina y comí lo que Damián había preparado, para luego pararme e ir hasta la sala.

A pesar de que anoche estuvimos bebiendo bastante, la sala estaba bien organizada y ya no había regueros.
«Debo agradecerle a Damián por limpiar tan bien». Fue cuando me di cuenta que había algo bajo el sofá, me agaché para recogerlo y cuando lo levanté me di cuenta que era un condón usado. Mi cara se distorsionó en horror, mi mente aún seguía confundida y los recuerdos seguían llegando.

—Dios mío... —terminé botando el condón en el basurero, y luego me senté en el sofá a analizar todo. Aún estoy muy avergonzado para confrontar a Damián por lo que sucedió anoche, sería muy incómodo preguntarle qué pasó. Aunque estoy seguro que no fue más que un error por la ebriedad.

Seguí calmándome con pensamientos vagos, hasta que la puerta sonó y Damián entró otra vez a la casa.

—Iré a cambiarme, luego hablaremos. Vengo en un segundo. —Damián entró a la habitación, yo me senté en la mesa, analizando toda la situación. ¿De qué querría hablar Damián? No pude evitar sentirme nervioso, por algún motivo no quería hablar sobre nada que tuviese que ver con lo de anoche, aún no me sentía listo. Damián salió de la habitación, ya cambiado, yo me paré de la mesa para hacer lo mismo, a lo que él reaccionó por reflejo tomándome del brazo, deteniéndome en el acto.

—¿Puedes soltarme? Necesito cambiarme.
—Te dije que debía hablar contigo, ¿no es así?
—Sí, es solo que... Ahora mismo no quiero hablar, aún tengo malestar por la resaca. ¿Podríamos hablar después?

Damián me soltó y asintió ante mi petición, yo me metí a bañar y luego me cambié; salí de la habitación esperando encontrarme con él, pero no fue así. Estaba aliviado de poder haber evitado esa incómoda conversación. Miré la hora y me di cuenta que ya habían pasado de las nueve de la mañana, me alisté con prisa para poder ir a hacer algunas cuantas cosas que debía hacer.
Después de hacer las compras, lavar la ropa, limpiar e ir a resolver algunos pagos atrasados, estaba listo para poder descansar un poco. Llegué a casa y lo primero que hice fue tirarme en el sofá; aún no había comido nada, pero estaba tan cansado que no podía ni siquiera prepararme un plato de comida. Solo pensaba en dormir infinitamente hasta no sentir cansancio nunca más.

Cerré los ojos, quedando dormido al fin. Mis sueños estaban mezclados con la realidad, y esta vez soñaba que estaba viendo películas una vez más, la sala estaba vacía y solo yo estaba en casa. De repente, un fuerte estruendo azotó la puerta, era Damián, quien tocaba frenéticamente; yo lo dejé pasar, pidiéndole que cesara el golpeteo, no pasó ni medio segundo de haber entrado en casa que ya estaba encima mío, reviviendo los actos cometidos en el sofá. Yo traté de quitármelo de encima, pero el placer que sentía que estaba sometiendo a mi cuerpo podía más que yo y simplemente me terminé dejando llevar de la sensación. Mis piernas temblaban y mi espalda se había arqueado de forma inusual debido a los leves espasmos que hacían que me contrajera, era algo nuevo para mi, pues nunca era así de sensible sobre estas cosas. Sentí como un escalofrío bajaba mi espalda hasta mi entrepierna, anunciado la esperada eyaculación, y así mismo fue. Aún después de mi evidente clímax, Damián seguía encima mío, insistiendo en repetir lo que acababa de pasar, yo me desesperé y le pedí que se quitara, pero este ya no hablaba, ni siquiera parecía oírme, cuando miré su rostro, este era completamente negro y me di cuenta de que no era Damián a quien tenía encima.

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