El único baño de la casa se encontraba al final del pasillo, era frío y no tenía ventanas. Yukishiro, sollozando en silencio, se estaba dando una ducha, mientras se quejaba del dolor cada tanto, pues el agua era como fuego en su pálida y mancillada piel.
Al salir, se sumergió en la tarea de tratar sus heridas viejas y nuevas, con una destreza bastante admirable. También le era imposible no pensar en sí mismo como un desastre, como un monstruo.
Su habitación, un reflejo de lo insignificante que era; la pintura gris de la pared estaba desgastada, había un colchón viejo en el suelo, luego estaba ese temible armario que tanto lo perseguía en sus pesadillas, en una esquina, tan olvidado al igual que su existencia, y luego, un espejo medio roto, tal y como lo era él.
Se enfrentó a su deplorable reflejo con repulsión, incapaz de controlarse, clavándose las uñas en sus ya tratadas heridas con saña. No podía soportarlo, estaba cansado, solo. Vivir era un martirio del que nunca iba a poder escapar.
Antes de salir de la casa llenó de aire sus pulmones, luego exhaló, abriendo la puerta. La luz del sol golpeó su rostro y no pudo evitar virar la cabeza, allí se encontró con una vecina regando las flores de su prolijo jardín.
—¡Oh! Hola, Yuki, ¿cómo está tu tía? —dijo la señora, sonriendo con calidez.
Yukishiro se puso una máscara de normalidad y sonrió, luciendo tan falso como todos los que vivían en este estúpido vecindario.
—¿M-Mi tía? —inquirió en su usual tono bajo de voz. «¿Por qué nadie me pregunta cómo estoy yo?»—. Está muy bien, trabajando como siempre.
—Esa mujer me llena de orgullo —respondió, ampliando su sonrisa—. Deberías ser más como ella, es muy trabajadora y dulce.
—Sí… como ella —Desvió la mirada, mordiendo su cortado labio inferior—. Bueno, debo irme, no quiero llegar tarde a la escuela.
—Eres muy responsable. Sigue así y serás tan exitoso como tu tía —Se despidió con la mano.
Yukishiro se fue sin despedirse, rechinando los dientes con furia y apretando los puños. Odiaba a toda esta gente, pero se odiaba más a sí mismo. La máscara de falsedad estaba cada día más cerca de caerse. ¿Cómo iba a lidiar con ello cuando pasara?
Mientras pensaba que su día no podía ser peor, al llegar a la entrada de la escuela, se tropezó con una piedra y cayó de rodillas. Terminó sorprendido, con su corazón latiendo rápidamente por el susto. Las risas se vieron venir, acompañadas de murmullos sobre lo que él ya conocía.
—Vaya estúpido —Se rió Tyler entre dientes, señalando a Yukishiro, mirándolo desde arriba como si fuese superior.
—Tienes razón —secundó Henry, apoyando su brazo sobre el hombro de Michael—. Alguien así no debería ni siquiera vivir.
Yukishiro abrió aún más los ojos, temblando. El aire se tornó denso, asfixiante, cuando de repente una mano se apareció ante sus ojos. Al alzar la vista notó que se trataba de Kurt, pero no la tomó y se puso de pie, sacudiendo sus rodillas.
—Eres un desastre —dijo el rubio, con una expresión seria.
—Cierto —contestó Yukishiro tras suspirar. Él creyó que se estaba burlando como los demás, pero no supo qué pensar cuando este le revolvió el cabello.
Ambos se miraron a los ojos por unos segundos y luego Kurt resopló, rascándose la nuca.
—Vamos —dijo tras tomar su mano, cuidando de no lastimarlo como la última vez.
Yukishiro no entendió lo que estaba pasando pero se dejó llevar. El aula era ruidosa como siempre, pero se hizo el silencio cuando los dos entraron. Las miradas opresivas lo hicieron tensarse, soltando la mano de Kurt de inmediato, quien lo miró con confusión.
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Incurable Scars
Romance|Su piel era tan pálida cual lienzo, pintado con heridas y moretones, considerado como un objeto sin valor. Pensó que era el único, que estaba solo en este mundo. En ese momento, no era consciente de lo tan equivocado que estaba. "Las heridas física...