12. Ilusión.

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Los chicos se acomodaron alrededor de la mesa, donde el suave resplandor de la lámpara creaba un ambiente íntimo y concentrado. Apuntes, libros y hojas de trabajo literario estaban esparcidos estratégicamente, esperando ser explorados.

June, con su energía inagotable, tomó la iniciativa y abrió el libro que habían escogido. —Bien, chicos, centrémonos en este análisis. La narrativa es intrigante, ¿no creen?

Michael asintió. —Sí, fíjense en cómo el autor utiliza la metáfora para transmitir la lucha interna del protagonista.

Mientras tanto, Kurt y Yukishiro se sumergieron en la lectura, tomando notas y compartiendo ideas.

Entre risas y comentarios informales, el grupo avanzó en su tarea. Kurt, con su agudeza analítica, destacó ciertos elementos del personaje principal, mientras Yukishiro, con su sensibilidad innata, señaló las sutilezas emocionales en la trama.

La diversidad de opiniones y enfoques enriqueció la discusión. Las cuatro mentes trabajaron en sinergia, desentrañando los matices de la historia y descubriendo nuevas interpretaciones en cada página.

El aroma del té flotaba en el aire mientras el tic-tac del reloj marcaba el ritmo del trabajo conjunto, y a medida que avanzaban, la tarea dejó de ser una obligación para convertirse en una experiencia divertida.

Finalmente, después de una discusión enriquecedora y el intercambio de ideas, los amigos concluyeron su trabajo de literatura. Cerraron el libro y se relajaron, saboreando el éxito de haber completado la tarea de manera colaborativa.

La puerta se abrió con gracia, revelando a la madre de Kurt, Kayle, quien asomó la cabeza con una expresión tímida.

—¿Se quedarán a cenar? —inquirió en tono suave.

—Sí —respondió Michael, asintiendo con cortesía.

—Oh, muchas gracias, pero ya tengo que irme —declinó June, con los brazos cruzados en un gesto decidido.

—Yo te acompaño —ofreció Michael, esbozando una sonrisa que intentaba disimular su ligera decepción.

—Bien —resopló en respuesta, despidiéndose con una mano.

—Entiendo —dijo Kayle, suspirando levemente—. ¿Y tú? ¿Te quedarás a cenar?

—¿Yo? —titubeó Yukishiro, sintiéndose ligeramente nervioso bajo la mirada amable de Kayle.

—Sí, él cenará con nosotros —intervino Kurt, rascándose la nuca con una expresión entre divertida y avergonzada.

—Bien —respondió la mujer con una sonrisa dulce, antes de girarse para ir al comedor.

Yukishiro y Kurt intercambiaron miradas antes de ponerse de pie y seguirla. En cuanto a la hermana de Kurt, estaba sentada, disfrutando su cena con tranquilidad.

—Oh, hola —saludó ella, extendiendo una mano como gesto amigable—. Soy Lilith, la hermana mayor de este idiota.

—Oye… —protestó Kurt, frunciendo el ceño con fingida molestia.

—Mucho gusto, yo soy Yukishiro, su… amigo… —se presentó en voz baja, ligeramente avergonzado.

—Qué lindo —comentó Lilith—. Por favor, cuida de mi molesto hermano.

—Por supuesto —respondió Yukishiro, esbozando una suave sonrisa que desató un ligero rubor en Kurt.

Antes de que la situación pudiera volverse más incómoda, la madre de Kurt llegó con platos humeantes, sirviendo la cena y llenando la sala con un rico aroma casero.

Incurable ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora