20. Destino.

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La penumbra de la habitación del hospital se tragó a Senna mientras se adentraba sigilosamente, sus pasos amortiguados por el pulcro linóleo. La luz del monitor cardíaco parpadeaba débilmente, proyectando sombras danzantes en las paredes. Yukishiro yacía inerte en la cama, con la respiración apenas perceptible bajo las sábanas blancas. Un escalofrío recorrió la espalda de Senna al observarlo, una mezcla de odio y satisfacción retorciendo su interior.

Sus dedos, largos y delgados, se cerraron alrededor del cuello de Yukishiro con una presión creciente. Los latidos del corazón de su sobrino se aceleraron en el monitor, creando un frenético coro de pitidos que resonaba en la silenciosa habitación.

La respiración de Senna se agitó, sus ojos fijos en el rostro pálido de Yukishiro. Un gemido ahogado escapó de aquellos labios mientras apretaba los dientes, luchando, inútilmente, por respirar.

Unos golpecitos en la puerta la sobresaltaron, interrumpiendo su macabra acción.

—¿Todo bien aquí, doctora? Necesito revisar al paciente —dijo la enfermera, con un tono suave, rompiendo el hechizo que la mantenía cautiva.

Senna soltó de inmediato el cuello de Yukishiro, retrocediendo rápidamente hacia la sombra más cercana mientras la enfermera entraba en la habitación, su mirada escudriñando cada rincón.

La tensión se cortó como un cuchillo cuando la enfermera confirmó que Yukishiro estaba más estable. Senna se quedó en silencio, observando con recelo a la mujer mientras salía de la habitación. Su mente corría, calculando su próximo movimiento. No iba a rendirse tan fácilmente.

En la escuela, Kurt apenas podía prestar atención en clase. Su mente estaba atrapada en el estado crítico de Yukishiro. June y Michael, al notar su inusual distracción, se acercaron durante el receso.

—Kurt, ¿qué está pasando? Pareces... fuera de ti —preguntó June, su voz llena de inquietud.

—Es Yukishiro —respondió Kurt, con la voz quebrada—. Está en el hospital. Fue atropellado.

June frunció el ceño, su mirada se endureció. —¿P-Por qué no nos dijiste nada antes?

—No quería preocuparlos —replicó Kurt, bajando la mirada con pesar.

—¿No preocuparnos? ¡Es nuestro amigo también! —June alzó la voz, su tono lleno de reproche—. ¿Cómo puedes decidir eso por nosotros?

—June, no es momento para pelear —intervino Michael, tratando de calmarla—. Lo importante es Yukishiro. Vamos a verlo.

June suspiró, resignada y al finalizar las clases se dirigieron hacia el hospital, donde una recepcionista les informó que no podían entrar a la habitación de Yukishiro.

June comenzó a llorar, sus sollozos llenando la sala de espera. —Por favor, despierta rápido —murmuró, con la voz quebrada por la angustia. Michael colocó una mano reconfortante en su hombro, sus ojos mostrando genuina preocupación.

Kurt se sintió devastado al ver a sus amigos tan desesperanzados. La angustia de June y la preocupación silenciosa de Michael, pesaban sobre él con ímpetu. Decidido a no rendirse, se acercó nuevamente a la recepcionista.

—Por favor, necesitamos ver a Yukishiro. Somos sus amigos más cercanos —imploró Kurt, tratando de mantener la calma.

La recepcionista negó con la cabeza, su expresión compasiva pero firme. —Lo siento mucho, joven, pero no pueden pasar. Es por órdenes de la familia y del personal médico.

Kurt apretó los puños, sintiendo la impotencia recorrer su cuerpo. En ese momento, vio a la tía de Yukishiro caminar por el pasillo. Tomó una decisión impulsiva y fue tras ella.

—Señora  —llamó Kurt, con voz firme. Senna se detuvo y se giró lentamente, una ligera sonrisa jugando en sus labios.

—¿Qué sucede? —preguntó con una expresión indescifrable.

Kurt tragó saliva, controlando su enojo. —Por favor, permítanos ver a Yukishiro. Estamos muy preocupados por él.

Senna se rió, sus ojos brillando con malicia. —No puedo permitir eso. Además, si no fuera por ti, él no estaría en esta situación.

Kurt sintió una punzada de culpa, pero June no pudo contenerse y se interpuso. —¡Esto no es culpa de Kurt! ¡Tienes que dejarnos verlo!

—Insolente —masculló Senna, con una expresión sombría.

Sin embargo, antes de que la situación pudiera escalar, la enfermera asignada a Yukishiro apareció, jadeando ligeramente.

—El paciente ha despertado —anunció con sorpresa, intentando calmar su respiración.

El alivio inundó a Kurt, June y Michael. Senna, por su parte, sonrió con una evidente falsedad.

—Eso es maravilloso —dijo la tía, con tono afable—. Ahora, si me disculpan, iré a verlo.

La enfermera levantó una mano para detenerla. —Lo siento, doctora, pero Yukishiro ha pedido específicamente que no desea verla. Solo quiere que sus amigos entren.

La sonrisa de Senna se congeló y sus ojos se oscurecieron por un instante. Luego, recobró la compostura y sonrió fríamente.

—Muy bien. Salúdenlo de mi parte —dijo, dirigiendo una mirada helada a la enfermera antes de girarse para marcharse.

Kurt, June y Michael se quedaron inmóviles, procesando el extraño actuar de esa mujer, pero no había tiempo para eso, pues la enfermera los condujo hacia la habitación de Yukishiro, sus corazones llenos de esperanza y preocupación. Cuando finalmente cruzaron la puerta, vieron a su amigo apenas despierto, con una débil sonrisa en su rostro.

Kurt, conteniendo sus lágrimas, corrió para envolverlo en sus brazos, con cuidado de no hacerle daño. June y Michael se sorprendieron por su actitud, mirándose por unos segundos antes de unirse al abrazo.

Mientras tanto, Senna caminaba por el pasillo con el ceño fruncido, observando una foto en su teléfono;  era ella, más joven, junto a una mujer bastante similar a Yukishiro.

—No te preocupes, que muy pronto te enviaré a ese maldito hijo tuyo para que te haga compañía en el infierno, Yvonne —susurró, sonriendo, mientras sus dedos apretaban la pantalla con fuerza.

Incurable ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora