CAPÍTULO 5. ROJO

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—¡No, Chin! —gritó Freen— ¿Cuántas veces te tengo que decir que no utilices la cinta transparente para sellar las cajas de devoluciones?

—Pero es lo mismo —respondió el jefe de almacén con voz tranquila—. Canela o transparente, tienen el mismo costo.

—¡No es lo mismo! —respondió Freen con poca paciencia. Sabía que Chin llevaba razón... pero estaba en esos días en que nadie debía llevarle la contraria, y su jefe de almacén era el que siempre acostumbraba a llevarle la contraria.

—Jefecita —interrumpió Beer, la encargada del mostrador— ¿Puede autorizarme una cancelación?

—¿Cancelación? Beer, sabes que esa palabra está prohibida en "Guilty Pleasure". Tienes que convencer a ese cliente de que no debe cancelar —Freen se acercó al oído de Beer— Eres mi mejor colaboradora, no me defraudes.

—Sí, mi jefecita. Lo convenceré ahora mismo —respondió Beer con un suspiro enamorado y se retiró flotando en una nube a cumplir las órdenes de su jefa.

Beer Romero era una joven con la apariencia de modelo, en realidad permanecía allí únicamente por Freen ya que estaba un tanto encaprichada con ella. Desde que Beer entró a trabajar a la Repostería, había quedado prendada de su jefa. Y Freen era una persona que sabía mover los hilos de cada empleado. Cada uno respondía a diferentes estímulos para sacar todo su potencial. Algunos debían ser tratados con mano dura, otros con palmadas en la espalda, otros con frases que picaran su orgullo... Beer en cambio, solo bastaba que Freen le susurrara la orden en el oído para que esta diera todo de sí.

—Licenciada —interrumpió Billy, acomodándose los lentes con nerviosismo., su jefa estaba de muy mal humor desde hacía dos días. Freen era de carácter fuerte, pero siempre estaba de buen ánimo... a menos que la rubia de la farmacia apareciera en su camino., pero la rubia tenía varios días sin aparecer por allí, así que Billy estaba confundido.

—¡Ahora no, Billy! —respondió Freen con voz crispada, haciendo saltar al muchacho—. Es la tercera vez en el día que pides permiso para ir a ver a tu esposa. ¡No más!

—Licenciada, no es para eso. Le traen el botiquín que pidió a Get Well —balbuceó Billy con voz temblorosa.

—¿Ha venido...? —dijo Freen

—No vino la rubia —interrumpió Beer.

—¿Ah, no? —preguntó Freen, asomándose a la puerta para distinguir a Irin Malaiwong, la preciosa asistente de Nop Kanpiang—... Que pase.

—Buenas tardes —dijo la asistente con voz dulce— le traigo el botiquín. Está perfecto, yo lo revisé personalmente., y Nop también lo revisó... le aseguro que no tendrá queja alguna.

—¿Por qué usted, Señorita Malaiwong? —preguntó Freen con ceja arqueada— ¿Se quedaron sin personal?

—No sabría responder a eso —dijo Irin con voz profesional—. Son órdenes de mi jefe.

Freen tomó el botiquín, lo observó con detenimiento y sin más lo devolvió a su interlocutora.

—Pero....

—Señorita Malaiwong, en efecto; el producto está en perfecto estado... pero nunca me ha gustado el color rojo.

Los tres pares de ojos la miraron con incredulidad.

—En cuanto a botiquines se refiere —se apresuró a aclarar la Gerente de Guilty Pleasure—. Dile a Kanpiang que si no consigue otro color para mañana... me veré obligada a cambiar de proveedor.

—Pero...

—Es mi última palabra.

—Sí, Licenciada —respondió Irin con resignación. No resultó el plan de Nop, y al día siguiente, Rebecca tendría que resolver esa situación del botiquín.

...

Irin volvió a la oficina de su jefe y puso el reluciente botiquín sobre el escritorio.

—No sé qué le pasa a esa mujer —masculló Nop mientras movía la cabeza con desaprobación— ¿Por qué fue esta vez?

—No le gusta el rojo —respondió Irin con desánimo.

—¿Quéee? Pero si su auto es de color rojo.

—La misma reacción tuve yo y parte de su personal. Pero tengo una idea de lo que le pasa.

—Le gusta joderle la vida a la señorita Armstrong, eso es lo que pasa —confirmó Nop—. Es como un deporte para ella.

—Exacto. Nop, creo que deberías mandar a esa mujer a tomar por culo.

—¡Señorita Malaiwong! —sonrió Nop con diversión., le encantaba la personalidad camaleónica de Irin.

—Digo, es una opinión.

—Me encantaría hacer eso —suspiró Nop—... Pero si podemos controlar a Freen Sarocha, entonces podremos con cualquier cliente melindroso. Lo siento por Rebecca, pero es la única que le planta cara a esa mujer.

—Es curioso... pero Rebequita es a la única empleada a la que Freen Sarocha no ha reportado con el Gran jefe. Por muy fiera que se ponga la situación.

—No había pensado en eso —murmuró Nop con sorpresa—. Menos mal que el señor Saint confía ciegamente en mi palabra. De lo contrario todos habríamos sido despedidos.

—Todos, menos Rebecca Patricia Armstrong.

— En fin... entrégale eso a Mhee —dijo Nop—, que lo ponga en exhibición. Encárgate de que Rebecca haga esa entrega a primera hora de mañana.

—¿Está seguro?

—No, no lo estoy.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora