CAPÍTULO 20. POR ÚLTIMA VEZ.

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Freen no estaba lista para verla de nuevo, no mientras sus ojos lanzaban fuego y gritaba palabras altisonantes... eso la ponía a mil. La deseaba con una fuerza que no podía controlar con nada., solo con Rebecca.

Rebecca furiosa, Rebecca sonriente, Rebecca amorosa, Rebecca melancólica, Rebecca apasionada, Rebecca cuando se abalanzaba sobre el plato de langostas... deseaba a todas las personalidades que conocía de su esposa., su lujuria al completo le pertenecía a Rebecca Patricia Armstrong.

Freen se lavó y secó las manos, se mojó un poco la frente... entonces la sintió detrás de ella.

—¿Dónde están mis cuadros? —exigió Rebecca con la voz temblorosa por la ira.

—Por ahí —respondió Freen con voz neutra, mientras tomaba el trapo de la cocina y secaba uno de los platos que Noey y compañía acababan de lavar.

—Dime que no los vendiste... Freen. Eso sería un golpe muy mezquino —masculló Rebecca con el rostro tenso.

Freen limpió un plato más y se dio la vuelta con una tranquilidad que estaba muy lejos de sentir.

—Los cuadros son míos —respondió Freen, haciéndole frente después de controlar apenas el ritmo de su respiración—. Me regalaste todos y cada uno de los cuadros que colgaban en la sala, el de mi oficina... también el de la recámara. Además dijiste que no querías nada de mí.

—¿Los vendiste todos? —preguntó Rebecca con incredulidad— ¿Todos?

—Menos el desnudo artístico que me hiciste a escondidas —respondió Freen con un dejo retador— Ese se lo regalé a Beer, para que no me extrañe cuando no estemos juntas.

—¡Ese nunca te lo regalé! —gritó Rebecca— ¡Ese puto cuadro es mío, Freen! ¿Quién te dijo que podías disponer de él?

—¡No me amas! —masculló Freen con resentimiento— ¿Para qué lo quieres?

—¡Es mío! —vociferó Rebecca, apenas controlando el temblor de su cuerpo— ¡No tenías ningún derecho...! ¡Mío! ¡Eres una perra! ¡El cuadro del desnudo es mío!

—¡No me amas! —repitió Freen con rabia— ¡No me puto amas! ¿Qué más da quién tenga ese cuadro?

—Quiero ese cuadro, Freen —exigió Rebecca con la voz a punto de romperse... lo que sucedió un segundo después— ¡Lo quiero ya! —soltó con todo el dolor que había acumulado desde su separación— ¡Es mío! ¡Maldita sea! ¿Por qué lo hiciste?

—Cariño... —susurró Freen mientras se acercaba a toda prisa y la estrechaba contra ella—. No llores, te lo devolveré... cariño mío... no llores por favor. Te devuelvo todos los cuadros. Todos.

—¿Por qué? —preguntó Rebecca entre frases inentendibles con la cara empapada de lágrimas— ¿Por qué ya no me amas? Freen...juraste amarme hasta la muerte... ¿Qué hice? Por favor, dime que hice mal.

Freen olvidó todo en cuanto la tuvo entre sus brazos... no estaba entendiendo nada de lo que su esposa decía entre sollozos... solo sintió el temblor de su cuerpo y sus labios vibrando sobre su pecho al soltar palabras que no comprendía. Y entonces no pudo resistir un minuto más, tomó su rostro y la obligó a aceptar su beso desesperado. Rebecca se resistió por la sorpresa, pero solo tardó dos segundos en unirse a la danza ensayada durante todo su matrimonio.

Freen la apretó tanto contra ella, su boca la castigaba por todo el abandono, por todo el sufrimiento, por las noches de soledad, por todas las lágrimas que cada día llegaban sin ser invitadas. La levantó sin dificultad, como había hecho tantas veces., la sentó sobre la encimera y volvió a tomar todo de ella.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora