CAPÍTULO 10. LA MEJOR COSECHA

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Rebecca esperaba que sucediera al día siguiente, pero ya habían pasado seis días y continuaba sin tener noticias de cierta mujer de pelo rojo. Era por la tarde y estaba en horas de descanso, así que tomó lugar en el restaurante económico que estaba a dos cuadras de Imperio de cristal.

Elaine se había retrasado un poco porque estaba atendiendo a los benefactores de un orfanato y llevaban un pedido grande., así que decidieron que Rebecca se adelantara y pidiera para las dos.

Un mesero se acercó a ella con la carta y Rebecca lo reconoció con una sonrisa.

—Señorita, buenas tardes —saludó el mesero con amabilidad y afecto.

—Hola Aon —respondió Rebecca— ¿Puedes servir lo de siempre?

—¿Sólo para ti? —preguntó el mesero mientras ponía una canasta de pan.

—Para Elaine también —dijo Rebecca al tiempo que tomaba un poco de pan y le daba un buen mordisco—... Acaba de avisar que ya viene.

Aon se alejó con paso rápido y eficiencia para servir la comida de dos de sus asiduas visitantes. Era tal la amistad que había surgido entre ellos que Aon había convencido a la dueña del restaurant para darles precio especial, y no solo eso... les había conseguido crédito, para que pudieran pagar a fin de mes.

Elaine y Rebecca estaban en deuda con Aon y para compensarlo lo ayudaban algunos fines de semana, cuando él quería tomarse un descanso.

—Hola, cariño —saludó Elaine con un beso y tomó su lugar. Aon ya estaba allí colocando los platos

—Eres un amor, Aon— Elogió Elaine— No sé qué haríamos sin ti.

—Y yo sin mis meseras favoritas —respondió Aon con una sonrisa—. Estamos a mano. Buen provecho chicas.

—Gracias, precioso —dijo Rebecca mientras Aon volvía a la cocina.

—¡No puede ser! —masculló Elaine—; acaba de caer una mosca en la sopa. Dos para ser precisa.

—¿Qué pasa? —preguntó Rebecca mientras echaba una vista a lo que Elaine había reaccionado— ¡Mierda!

Ella estaba allí y cualquier cosa podría pasar a partir de ese momento.

—Podemos irnos, si quieres. Por mí no hay problema. Le pedimos a Aon que nos lo ponga para llevar y comemos en el parque que hay detrás —susurró Elaine mientras miraba con disimulo a la Gerente de Guilty Pleasure, que elegía precisamente la mesa detrás de Rebecca.

—¡Ni de coña! —respondió Rebecca con voz bajita— Hagamos como que no existe. No la mires, no existe.

—Bien —aceptó Elaine, muy poco convencida.

«que no existe dice Rebecca»

¿Quieres un poco de pan? —le preguntó Rebecca mientras le acercaba la panera.

Elaine tomó una pieza y comenzó a juguetear con ella. Aon llegó y puso un cuenco de sopa de espinacas para cada una.

—Gracias —dijeron al unísono y con una sonrisa; la cual quitaron de su rostro al desaparecer su mesero favorito.

El pobre Aon no debía pagar los platos rotos.

— ¿Pero qué le pasa a esa mujer? —murmuró Elaine— ¿Quiere darse un baño de pueblo? Habiendo tanto sitio donde pasar el rato. Tener que venir a este lugar. Y encima con la pesada de Beer.

—Aparte de pesada... parece que no tiene dignidad —murmuró Rebecca en voz baja y cortante. Al parecer Beer había pasado por alto la escena en la oficina de Freen.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora