CAPÍTULO 11. NUEVO MARCADOR

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Ya habían pasado dos horas desde que dejó esa nota en las manos de Aon, y el topo salvaje aún no le había arrancado los dientes.

Freen miraba cada pocos segundos a la puerta., pero era la hora que ella no aparecía.

Pensando qué hacer a continuación llamó a Billy por el intercomunicador.

—Beer, dile a Billy que venga a mi oficina —ordenó Freen— No, necesito que sea Billy.

Ni siquiera esperó que Beer protestara de nuevo. Colgó el teléfono y esperó tamborileando con los dedos en el escritorio.

—¿Estás seguro de que Rebecca Patricia Armstrong no ha venido? —preguntó en cuanto Billy se asomó a su oficina—. Si alguien le impidió la entrada me voy a enterar y...

—Licenciada. Le juro que he estado pendiente —interrumpió Billy todo temeroso—. La señorita Armstrong no ha venido para nada. ¿Necesita algo de la farmacia? ¿O solo la necesita a ella?

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Freen con un dejo de advertencia.

—Perdón, es solo que si le urge, puedo ir personalmente a buscarla —respondió Billy que empezaba a ponerse más nervioso por los cambios de humor que manejaba su jefa cuando Rebecca Patricia Armstrong estaba de por medio.

—Seguramente no ha regresado a trabajar...

—Ya regresó. Ella y su amiga volvieron a la hora de siempre y entraron a la farmacia. Yo la vi porque estaba limpiando las vitrinas desde fuera.

—Billy... ya te dije que no es tu obligación limpiar vitrinas —reprendió Freen—. Eres mi asistente.

—No tenía pendientes. Lo hice mientras esperaba al proveedor de leche.

—¿Cómo se veía? —preguntó Freen—. Estaba enojada, furiosa. ¿Cómo te pareció a ti que estaba?

—Hermosa como siempre —respondió Billy con buena vibra—. Sonriente.

—Billy... ¿No eres casado? Tienes esposa. ¿O no?

—¿Por qué lo dice? ¿Porque me cae bien Rebecca Patricia Armstrong? —protestó Billy— Eso no tiene nada que ver. Rebecca es una monada... le gusta a todo el mundo...

Freen observó a su asistente con expresión seria y pensativa. Billy era uno de sus empleados más directos que a pesar del respeto que le tenía, no dudaba en llevarle la contraria cuando era necesario. Y eso era muy importante para Ella.

—Entonces estaba sonriendo —murmuró Freen—. No enojada ni nada por el estilo.

—Sonriente —dijo Billy—. Creo que Elaine le había contado un chiste. ¿Se acuerda de Elaine? Trabajó con...

—Sé quién es Elaine —interrumpió Freen con impaciencia—. Necesito que llames a la farmacia y solicites una caja de antiácidos. Diles que es urgente y necesito que estés pendiente. No quiero que nadie le corte el paso. ¿Entiendes?

—Sí, jefa —dijo Billy y salió de prisa para cumplir la orden que al parecer era prioridad uno.

...

Sólo se necesitaron cinco minutos para que la puerta de su oficina se abriera después de un ligero toque.

—El botiquín que me vendiste está defectuoso —dijo Freen en cuanto Rebecca puso un pie dentro de su oficina. No comentó nada de la nota a propósito, quería que Rebecca tocara el tema primero.

—No sabes cuánto lo lamento —respondió Rebecca mientras ponía la caja de antiácidos sobre el escritorio—; pero una vez firmado el recibo de conformidad, no se aceptan devoluciones, así que te recomiendo que cheques bien a partir de ahora.

—En eso tienes razón. Tengo la costumbre de firmar documentos y contratos sin checar primero la mercancía... tú me entiendes.

—Hay contratos que solo necesitan otra firma para terminarlos —respondió Rebecca—, y solo un poco de sentido común.

—Siempre analizo cualquier contrato antes de firmar, con la seguridad de cumplir mi palabra hasta el fin —dijo Freen mientras tomaba la caja de antiácidos, checó la fecha de caducidad en la caja y asintió.

Rebecca sacó el block de su bolsa y comenzó la acostumbrada tarea de rellenar el recibo.

—Solo necesita tu firma y esto ya está —dijo Rebecca, y hasta se animó a ser amable con ella... lo esencial.

Freen la miró, y su rostro reflejaba la confusión. Rebecca logró controlar su expresión de triunfo., Elaine tenía razón, Freen pensaba que ya la tenía estudiada y saber que no era así... la estaba sacando de balance.

—Gracias —dijo Rebecca cuando Freen le devolvió el recibo firmado—. Con esto ya te podemos facturar el resto. Mañana te la pongo en el correo. ¿Algo más?

—Es todo —respondió Freen con el rostro fúrico por no haberse salido con la suya.

Rebecca se dirigió con paso decidido a la puerta, contenta por haber ganado la batalla. Segundo Asalto a favor de Rebecca Patricia Armstrong.

—¿Disfrutaron el vino? —preguntó Freen. Mientras esperaba la respuesta de Rebecca, se arrellanó en su sillón con una sonrisa superficial.

Rebecca se arrepintió de no salir de inmediato de esa oficina. No contaba con esa jugada., pero era lo que se esperaría de Freen Sarocha.

—No lo probamos —respondió Rebecca mientras volvía el cuerpo hacia el escritorio—; recordamos a tiempo que teníamos que regresar al trabajo.

—Es una pena —dijo Freen Sarocha—; ese era un buen vino. Dudo que ambas tengan la oportunidad de probar uno mejor.

—Eso pensamos las dos —respondió Rebecca con fingida pena—; pero después recordé que uno de mis amantes se dejó una botella de la misma cosecha sobre la cama la última vez que estuvimos juntos. Nos la tomaremos esta noche.

Freen la miró duramente, sus ojos brillaban con una intensidad inconfundible... estaba furiosa; y Rebecca lo supo antes de mirarla a los ojos.

—¿Y alguno de tus amantes sabe que no es el único? —se burló Freen—; o ni siquiera lo sospechan., aún si les da comezón en la frente.

—No tienen por qué saberlo —respondió Rebecca con una picardía que solo exacerbaba más la paciencia de Freen.

Freen la observó con mirada glacial mientras se tocaba el arete., nada estaba saliendo como ella quería.

—Dime, Freen —provocó Rebecca— ¿Y a ti? ¿Alguna vez te ha dolido la frente? ¿Nunca has sentido el momento justo en que un hombre pone su cosa dentro de tu mujer?

Freen se levantó de su silla como impulsada por un resorte y tomó las solapas de Rebecca para después levantarla hasta quedar frente a frente.

—No me provoques. Rebecca Patricia Armstrong —advirtió con voz filosa—. No tientes a tu suerte. Te puedes arrepentir toda tu vida.

—Tú provocaste primero. Al insultar a la única persona fiel y buena que hay en mi vida. Elaine es un tema sagrado para mí. Así que la próxima vez que la menciones siquiera, lávate la boca con cloro.

—Tú piensas que le doy más importancia de la que tiene. A mi tu amiguita me parece de lo más insignificante.

—Pues no lo parece; puesto que te tomaste mucho empeño en intentar sobajarla ante mis ojos. Pero Elaine es lo que es... buena, decente, fiel...

—La fidelidad es algo subjetivo... ¡Lárgate! —ordenó Freen mientras la soltaba con más brusquedad.

Rebecca abrió la puerta a toda prisa y se encontró a Beer a punto de llamar.

—Otra vez tú —masculló Beer.

—No estás haciendo las cosas bien, Beer —respondió Rebecca de tal manera que solo Beer pudiera escuchar—; así que sí, otra vez yo. Y no creo que algún día puedas ocupar mi lugar.

Rebecca salió de Guilty Pleasure no sin antes dedicarle una sonrisa al amable Billy.

—Que te vaya bonito, guapa —dijo Billy mientras se rascaba la cabeza. Todavía no lograba descifrar lo que realmente pasaba entre ese par. Pero quería, por lo menos para saber cómo actuar al respecto.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora