CAPÍTULO 8. UN BAÑO DE FLORES

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Entró a Guilty Pleasure y una mezcla de aromas dulces, chocolate y pan recién horneado invadió su olfato., arrugó la nariz con desagrado exagerado al recordar que era el mismo aroma que a últimas fechas desprendía la ropa de Freen Sarocha.

Frente a ella se mostraba una rebanada gloriosa de pastel dentro de una lujosa vitrina, exclusiva para esa rebanada en particular., ni siquiera se fijó en el precio, sabía que de cualquier manera estaba lejos de su presupuesto de la semana. Su único consuelo era su preferencia por cierta bebida que le hacía agua la boca y que no estaba en el menú... Hasta que leyó el cartel luminoso "Ahora servimos milk tea".

Rebecca respiró profundo y avanzó hacia la oficina de la Gerente del sitio., nunca se anunciaba, era una asidua visitante de la oficina de Freen, la última vez que estuvo allí llevaba unas tiritas para el dedo de Beer, que se había hecho un ridículo corte con un pedazo de papel., pero la lameculos particular de Freen lloraba como si se le estuviera yendo la vida.

—¿Se te ofrece algo? —preguntó la susodicha saliéndole al paso y poniéndose de barrera frente a la puerta de su jefa.

—Hola, Beer —saludó Rebecca con frialdad— ¿Cómo sigue tu dedo?

—Mejor; gracias a los cuidados de mi jefa —respondió Beer con ironía—... Ya vez cuando se preocupan por una.

—Vengo a hacer una entrega —respondió Rebecca cambiando de tema., mostrando el botiquín que llevaba en la mano.

—Pero ese botiquín está hecho una piltrafa —dijo Beer sin reparo—. Freen es perfeccionista, solo le gusta rodearse de lo mejor —dijo esto señalándose a sí misma—. Llévate eso y regresa cuando traigas algo de mejor calidad.

—Al menos dile que estoy aquí —respondió Rebecca con un tono exageradamente amable.

—¡No te recibirá ese botiquín! —se exaltó Beer— ¡Que necedad!

—¡Entonces que me lo diga ella! —respondió Rebecca esquivándola con un solo movimiento.

—¡Que te digo que no! —insistió Beer colocándose de nuevo frente a la puerta.

—¡Déjame pasar, coño! —gritó Rebecca perdiendo la paciencia y llamando la atención de todos los presentes...

... incluida la de Freen que se asomó de inmediato al escuchar sus gritos.

—¿Se puede saber qué pasa? —exigió Freen con un recopilador del tamaño del mundo en sus manos.

—No me dejaba pasar —respondió Rebecca después de tomarse un respiro., estaba deseando salir de allí lo antes posible y tenía que hablar con Freen para poder hacerlo.

—Ella quiere pasar... pero...

—Beer —la interrumpió Freen con voz irritable—. He dado órdenes precisas de no hacerme perder el tiempo con anuncios innecesarios. Sabía que esta mujer de bata blanca con... ¿algunas manchas rojas?...

—Imbécil... —masculló Rebecca entre dientes.

—... sabía que ella vendría a hacer una entrega —continuó Freen—... y es aplicable a todas las veces que ella venga a mi oficina. No es necesario que se anuncie porque lo único que tiene que hacer es entregar mi pedido y ya está.

—Podría ocuparme de eso —sugirió Beer—. Usted es una mujer muy ocupada, si usted quiere...

—Por mí encantada, por mí de perlas —murmuró Rebecca con altanería— Si la señora está de acuerdo. A mí me da igual.

—Para que me surtas lo peor de tu almacén —masculló Freen—. No gracias, prefiero supervisar mis medicamentos.

—Yo no le llamaría medicamento a una caja de condones, mucho menos a una prueba de embarazo —respondió Rebecca con tensa ironía.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora