CAPÍTULO 17. EL VASO DERRAMA.

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Cuando Freen llegó a casa y vio a sus vecinos armados con lámparas y un rifle de diábolos pensó que irían de cacería; así que no le dio mucha importancia.

Pero bastó ver la cara de Alex para saber que algo no estaba bien, miró la casa de su esposa y todo estaba obscuro.

—¿Ocurre algo? —preguntó con actitud cautelosa.

Tu esposa se fue por el bosque —le dijo Alex con voz de angustia—Temo que le haya pasado algo, ese bosque es nido de maleantes durante la noche.

Freen comenzó a escribir un mensaje de texto.

—Tiene la manía de dejar su teléfono —se quejó Alex— ya le envié más de diez mensajes y escucho las notificaciones desde la ventana.

—¡Maldita sea! —masculló Freen— ¡Esperen!

Corrió a la cajuela y sacó su lámpara y un desarmador de tipo cincel. Alex, Noi y dos vecinos más ya estaban camino al bosque y ella tuvo que correr para alcanzarlos.

Estaba con la angustia atenazando su garganta. Su esposa, su mujer estaba por allí, en ese lúgubre bosque.

A cada metro que avanzaban sin encontrar rastro de ella; sentía que la tierra bajo sus pies se movía salvajemente.

Durante todo el camino gritaron su nombre pero Rebecca no daba señales.

Cuando el grupo decidió volver después de una infructuosa búsqueda, ella no quería volver. Alex casi tuvo que llevarla a la fuerza.

—Ya llamé a la policía —dijo Alex— estarán aquí en cualquier momento.

Toda su angustia se convirtió en rabia cuando la vio tan cómoda en los brazos de ese hombre. Ella estaba aferrada a él. Nunca la había visto así con nadie, tan confiada, tan segura, tan entregada. Rebecca permitía que ese hombre la abrazara allí, frente a su casa, frente a su auto... mientras ella aún tenía el rostro húmedo de llanto.

Se avergonzó de sí misma y por primera vez se tuvo lástima., le dio vergüenza al recordar todas las estupideces que había hecho por su amor.

Freen se limpió las lágrimas y en ese momento Rebecca la miró a los ojos. Freen la miró por última vez y observó al hombre que estaba con ella, era lo más real que le había conocido. Finalmente caminó hacia su auto, cerró las puertas y activó la alarma... después se dirigió a su casa sin volver la vista., con un solo objetivo en mente... desintoxicarse de esa droga llamada Rebecca Patricia Armstrong.

.....

Cuando Rebecca salió de casa, Freen estaba metiendo sus maletas en la cajuela. Se acercó con paso lento, no sabía si sería bien recibida después de lo de Kim Hyun. Conocía a su esposa a la perfección, y sabía que Freen había pensado lo peor de ella al verla abrazada a él.

—Freenky —susurró Rebecca. Dispuesta a explicarle que Kim Hyun era un amable desconocido que la había salvado de un destino trágico.

—No me llames así —respondió Freen con una mezcla de enojo y tristeza— Como si aún me... no me llames de ninguna manera; ya no quiero escuchar mi nombre en tu boca.

—Freen.

—Parece que le hablo a la pared.

—¿Te vas de viaje? —preguntó Rebecca con el corazón a punto del colapso.

—Me voy de aquí. Me voy de tu vida —respondió Freen con voz inestable—. Mañana presentaré mi renuncia a Guilty Pleasure. Lo lograste Rebecca Patricia Armstrong. Te doy tu libertad. Puedes enrollarte con quien se te pegue la regalada gana.

—¿Qué? ¿Renunciaste? Pero...

—No hagas como si te importara; hipocresías no —masculló Freen ante su expresión dolida.

Rebecca se quedó allí, viendo como Freen cerraba la cajuela con solo apretar un botón del mando.

—¿A dónde vas? ¿Vuelves a...?

—¿A dónde me voy? ¿Te importa realmente? —preguntó Freen con frialdad— O solo quieres saber dónde enviar la demanda de divorcio.

—Yo solo...Freen...

—No te preocupes, no voy muy lejos —interrumpió Freen—. Pondré lo que fue nuestro hogar en venta mientras nuestros abogados se encargan de despedazar lo que quedará de nuestro matrimonio. Te prometo que no quedará nada en pie. No quedará ninguna prueba de que alguna vez me conociste.

—¿Vas a vender... la casa? Digo...

—Sí; pero no te preocupes. La mitad de la venta es tuya.

—No quiero nada. Es tu casa —respondió Rebecca en un susurro.

—Bueno, gracias por recordarme que nunca la consideraste tu hogar, solo era tu lugar para follar. Por lo menos le sacamos el mayor provecho al precario matrimonio. Follamos hasta hartarnos la una de la otra.

—¡Basta!

—¿Te molesta que te diga la verdad? —preguntó Freen con voz cortante.

—...—

—Aunque pensándolo bien... sigue siendo un buen lugar para follar, y si consideramos que no quieres tu mitad... tal vez la conserve para llevar a mi amante en turno. Porque a mí, si hay algo que me encanta es follar, me da igual con quien sea.

Freen se llevó la mano a la mejilla, esperaba una reacción en ella... pero no un guantazo. Rebecca nunca le había puesto una mano encima si no era para acariciarla... cómo habían cambiado las cosas.

—Perdón, perdón... Freen —dijo Rebecca con voz entrecortada—. No quise...perdón.

—Faltaba la guinda del pastel... una bofetada; así es como termina todo. Supongo que no debí cantarte mis planes. Pero así son las cosas. Adiós Armstrong —se despidió Freen antes de treparse en su auto y marcharse de allí a toda velocidad.

MY DULCE PLACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora