Tras la reunión Antoinette se quedó en una esquina del campamento, muchos rodeaban a Haru y ella parecía muy ocupada con su nueva postura como centro de atención, acabó por aburrirse de presenciar esto. A su alrededor la gente estaba descargando los carruajes en los que habían llegado, podía notar que había mucho más movimiento en el campamento principal que en el otro, Cretus había tenido razón en esto; suspiró tratando de liberar un poco la ya creciente tensión en la columna y nuca, se había resignado a que el zumbido en la cabeza le acompañará cada segundo.
Empezó a vagar por lo que parecía la zona de entrenamientos, había varios soldados rodeando a una pareja que luchaba usando espadas, un hombre y una mujer, ella tenía el cabello salvaje y cobrizo, parecía ser especialmente torpe en sus movimientos y la gente a su alrededor estaba riendo. Antoinette ansiaba sentirse bien otra vez para pedir que le enseñaran a pelear, Cretus le había asegurado que ella recibiría un entrenamiento con el arma que desease.
Sus pasos aleatorios la llevaron a una tienda llena de cajas, eran muy parecidas a las que había visto en los carruajes por lo que sospechaba que tenían armas o provisiones.
― ¿Buscas algo?
Se sobresaltó, girándose encontró al mayor Moonbright en la entrada de la tienda.
― Lo lamento, no pretendía asustarte... ―inclinó el rostro sutilmente a la derecha― ¿Tony?
― Antoinette, Tony es un apodo ―ella se presentó, recordando que no lo había hecho antes―. Lo lamento fue mi atrevimiento entrar, solo quería ver el campamento.
― Antoinette ―repitió el nombre como seda entre sus labios―, que apropiado.
Ella lo miró fijamente mientras se movía hacia una de las cajas, la puso en mesa para revisar su interior y dado que él no se mostró renuente a su presencia, ella se acercó un par de pasos para poder ver el interior.
― Tienen un entrenamiento muy riguroso ―observó.
― Muchos entrenaron desde niños, es común que las familias en las que alguien tiene conocimientos de lucha, los hijos reciban las enseñanzas; aunque no se compara con el entrenamiento que reciben en las tropas cuando ingresan ―él abrió la caja revelando varios arcos con sus sacos y las aljabas llenas de flechas, había paja para completar el vacío y evitar que se maltratase al ser transportados―, suelen hacerlo a los 16, sin embargo la mayoría solo están listos para salir al campo cuando cumplen 18.
― ¿Entrenaste desde niño? ―preguntó, aprovechando la aparente confianza― Cretus mencionó que eres general, supongo que habrá que ser muy bueno para esto y... digamos que he oído de ti, eres como una leyenda en Kivlan.
― ¿Así que vienes de la isla de Kivlan? ―él se detuvo para mirar su rostro examinando sus rasgos― no lo pareces. He estado allí, solo una vez cuando era más joven y menos conocido, no creo que la isla de Sabina sea un buen lugar para crecer.
― No nací allí y no, no lo es, pero se vuelve más fácil ―ella le quitó importancia, sosteniendo la mirada.
― De hecho, los requerimientos para el ejército no son como antes, Cretus, Alister y Sirio buscan la mayor fidelidad a la causa, es uno de los mayores requisitos para poder ser parte importante de la lucha; aunque el hecho de que les agrade influyó bastante, sin duda tengo mi puesto por que lo gane y se perfectamente lo que hago, mi padre me entrenó casi desde los siete años, luego Alister y Sirio me perfeccionaron.
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Legado entre escombros.
FantasyEsta historia contiene fragmentos que pueden resultar como un gatillo para personas con algún trauma relacionado con el abuso sexual, físico o psicológico; leer bajo responsabilidad propia. ------------------------------------------------------ Anto...