Despertó desorientada y con migraña, una pequeña corriente helada de viento le erizo la piel; instintivamente revisó su alrededor buscando a cualquiera, el ruido que hizo al sentarse alertó a Haru.
Ella se movió de donde estaba hacia Antoinette, eso hizo que fuese consciente de aquel punto en medio de dos árboles del que venía y encontró al hombre de la noche anterior en una posición alerta, con una expresión vigilante que cuando noto su mirada sobre él, se suavizó.
― Disculpen mi poca educación, soy el coronel Alister Connatch, a su servicio ―realizó una leve reverencia.
Antoinette lo miró perpleja reconociendo su nombre de inmediato, había alivio y a pesar de la horrible situación, quería confiar en que estaría segura.
― ¿Qué pasó? ―apoyó su mano en la de su amiga.
― No lo sé, ¿Qué es lo último que recuerdas? ―Haru se llevó la mano libre a la cabeza, rascándose la sien.
Se mordió la lengua, repitiéndose a sí misma una y otra vez que todo eso no podía haber sido real, porque no recordaba haber experimentado un dolor tan tormentoso antes en su vida.
― ¿Dónde estamos? ―preguntó en su lugar.
― Bienvenidas a los frondosos bosques del sur ―él abrió los brazos, enfatizando sus palabras―, me disculparan por seguirlas anoche, pero las vi saltar del barco, parecían estar huyendo del ejército real y supuse que necesitan ayuda.
Antoinette percibió cómo su pulso se disparaba.
— Tony —Haru susurro— ¿Que te paso?
― Nada ―respondió con amargura Antoinette.
― Debo llevarlas a un lugar más seguro antes de que los árboles rieguen la noticia.
Antoinette no mencionó nada a pesar de que tenía en el pecho un presentimiento terrible. Ahora había algo de luz asomándose entre las hojas haciéndola preguntarse ¿Cuánto tiempo había pasado? si mal no recordaba era alrededor de medianoche, debía haber dormido por mucho tiempo porque parecía que estaba anocheciendo nuevamente.
― Denme un segundo, sigo mareada y además estoy descalza ―inclinó su cabeza en dirección a sus pies, queriendo ignorar las notorias heridas allí.
Normalmente no le molestaba la sensación de sus dedos tocando la hierba, incluso le era vagamente familiar por los días en el orfanato antes de Haru, pues Antoinette solo empezó a usar botas para explorar el exterior luego de que ella asegurara que el barro del campo era asqueroso; sin embargo, en esta ocasión cada paso era terriblemente angustioso de dar.
― Siento que puedo caer muerta del cansancio ―Haru habló bajo, para que solo Antoinette la pudiera escuchar.
― ¿Dormiste algo? ―levantó una ceja estudiando su rostro, arrepintiéndose inmediatamente cuando sintió un fuerte tirón, cada mínimo movimiento retumbaba en su cráneo.
― No se preocupen ―Alister observó por encima del hombro hablando calmadamente―, el campamento no está muy lejos de aquí, será rápido.
Antoinette se quedó más atrás, tratando de regular su respiración, algo ajenos a esto Alister y Haru empezaron a susurrar, ella vagamente podía distinguir solo algunas de sus palabras.
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Legado entre escombros.
FantasíaEsta historia contiene fragmentos que pueden resultar como un gatillo para personas con algún trauma relacionado con el abuso sexual, físico o psicológico; leer bajo responsabilidad propia. ------------------------------------------------------ Anto...