18. Paciencia y frustraciones

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       Luego de haber ayudado todo lo que pudo en la limpieza, cocina y almacenamiento, se permitió descansar sentada en el prado bajo la sombra de un árbol, apenas habían pasado unos días, pero ansiaba oír el cuerno anunciando la llegada de la tropa.

       Una de las primeras cosas que Sirio le había enseñado a diferenciar, era como cambiaba el ruido del cuerno de acuerdo a lo que planeaba avisar: el que solían usar para las comidas o cambios de turno era pequeño y de menor intensidad que el resto, aquel que anunciaba un ataque, era grande, su sonido era grave con una melodía sencilla, fácil de recordar y tal vez, esto sumado a su oscura connotación, fue lo que le puso los pelos de punta cuando lo oyó.

       Había más que no había escuchado aún pero aun así le explicaron: existía uno que usaban únicamente en batalla para iniciar un ataque y alertar a sus tropas, Cretus le había contado que también había uno con una melodía que definió como "gloriosa", con la que solían informar cuando llegaba alguien importante como el rey, en esa ocasión también le aseguró que deseaba que en algún momento sonara en su honor y ella nerviosamente agradeció sus palabras.

       Sin embargo, el sonido que más ansiaba ahora mismo, era una que expuso como una versión más grave del canto de las aves al amanecer, habían dicho que era armónico y anunciaba la llegada de una tropa tras batalla.


       ― ¿Puedo? ―preguntó Lucía.

       Antoinette asintió con la cabeza palmeando el espacio libre en la raíz en la que estaba con una pequeña fogata frente a ella.

       ― ¿Cómo van las pociones?

       ― Bien, ya tenemos todo listo ―respondió mientras se acomodaba―, en realidad lo está desde ayer, pero queríamos asegurarnos de que estuviesen perfectas.

       ― Gracias, esto es muy importante.

       ― Eso debería decírtelo a ti, eres la única razón por la que el campamento está en pie.

       ― No lo creo, Haru está a cargo ―hizo una mueca.

       ― No he visto que ella haga algo, es tu amiga, pero...

       ― Eso es solo porque yo tomé esa labor antes ―se apresuró a excusar―. De todos modos, ellos creen en una causa, hubiesen acabado poniéndose en pie en algún momento.

       ― Si, aunque estoy segura de que hubiesen tardado más.


       ― ¿Cómo están de ánimo? ―preguntó cambiando el hilo de la conversación― Espero que mejor que ayer.

       ― La mayoría bien, lo han tomado todo de buen modo o al menos, todo lo que se puede considerando las circunstancias, otros... bueno, digamos que me enteré sin preguntar de algunos rumores.

       ― ¿Cómo?

       ― Estoy segura de que ya te imaginaras lo que dicen de Haru, dio mucho de qué hablar con su demostración de la otra noche, pero también hay cosas sobre ti.

       Levantó una ceja esperando a que continuara, Lucía suspiro.

       ― Ya sabes, no a todos les suena mucho que una don nadie aparezca a mandar de la nada.

       ― Que imbéciles ―negó recostando la cabeza en el tronco, el vapor de su aliento le hacía cosquillas en la nariz.

       ― Esa no es la peor parte ―dijo mordiéndose el labio.

Legado entre escombros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora