Lee MinHo, hijo del Gran Duque y mano derecha del Rey. Habitantes del inigualable reino de Thyateira, conocido por su prosperidad, sus tierras fértiles y su exportación de cristales y joyas preciosas. El reino perfecto.
Han Jisung, el pobre hijo de...
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La brisa suave y ligeramente cálida danzaba alegremente por las copas de los árboles, paseando entre sus ramas, creando melodías con las hojas. El canto de las aves resonaba en el firmamento, los ríos cantaban armoniosamente, si prestabas tus oídos atentamente, podías escuchar una orquesta sin igual en la que la naturaleza era intérprete.
Caminando por los prados, o por senderos de piedra, el sol envolvía en un acogedor abrazo a los transeúntes, llenando el vacío que el invierno creó: la primavera había llegado.
Lee ChinMae salió con dirección al palacio, notó el aura melancólica que sosegaba al pueblo; las festividades fueron difíciles.
Un año había finalizado, pero la única esperanza era escuchar una noticia que crease una nueva expectativa en el corazón.
Y ahí estaba.
"Damas y caballeros, la Santa Iglesia ha juzgado conveniente el nombrar un nuevo monarca, un dirigente para este pueblo, que sea capaz de cumplir con los mandatos de nuestra Carta Magna y las Sagradas Escrituras. Es por eso que se convoca, a todo habitante de Thyateira, a hacer acto de presencia en la plaza principal, al llegarse medio día del día 10 de este mes, pues se realizará el nombramiento y coronación oficial de nuestro nuevo rey"
Los humanos tienden a aferrar sus manos en los hilos de esperanza que, ocasionalmente, dejan verse. La vida es un sinfín de ilusiones entre tejidas que dan forma a sueños y aspiraciones. Eso mismo era el anuncio. Un recordatorio de la fragilidad y vulnerabilidad humana que aflora cuando uno se siente salvado.
El Conde Lee llegó al palacio con ojos brillantes, a la expectativa de lo que podría suceder. Deseaba ver cuál sería su próximo rol.
Los miembros del Parlamento fueron convocados a la sala de reuniones habitual, pues el futuro Rey planeaba presentar sus proyectos y visiones.
Esperaron frente a sus respectivos asientos, de pie, hasta que escucharon al guardia avisar.
- ¡Su Alteza Real, el Príncipe Maximilian Dmitry Balovento!
La puerta se abrió de par a par, un hombre fornido, masculino, de porte elegante y facciones toscas atravesó la puerta. Aún con la mirada fija al frente, transmitía autoridad, su caminar imponente y sus ojos oscuros lo hacían, sin lugar a dudas, un digno acreedor al reinado.
Llegó al que sería su lugar, tomó asiento, y entonces el resto del Parlamento lo siguió.
- Es un placer reunirme con ustedes hoy, caballeros. Soy consciente de que pocas veces nos hemos tratado, es por eso que deseé hacer esta pequeña reunión previa a la coronación.
El Príncipe hablaba con elocuencia, su voz grave y varonil hacía eco en las paredes de aquella sala. Alzó su mano y uno de los asistentes acató la acción, pasando a cada varón presente lo que parecía ser un proyecto visionario de parte del futuro Rey.
