20. Confidente

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— ¿MinHo?

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— ¿MinHo?

La voz débil del menor lo hacía sentir aún más abrumado.

— ¿Cómo llegaste aquí?.. ¿HyunJin? ¿Tú lo dejaste entrar?

— Sí, llevaba un rato afuera, y sinceramente creo que te hará bien hablar un rato con él.

— ... HyunJin, te dije una cosa antes.

— Sí, Han, pero esto no se trata de algo que te vaya a generar más estrés, dudo mucho que él te haga sentir mal.

Lee no estaba comprendiendo nada de la conversación, pero podía entender que JiSung aún quería tiempo a solas.

— Ji, puedo irme si te hace sentir más cómodo, solamente quería asegurarme de que estuvieras aquí y que estuvieras bien.

Han lo observó un rato, no quería quedarse solo, pero sentía vergüenza de haber sido visto por el mayor en tal situación, odiaba la idea de MinHo tratándolo con lástima, la idea de haber sido visto en un momento tan lamentable por la persona que más apreciaba... Pero odiaría más alejarlo cuando lo necesitaba, quería permitirse ser egoísta un poco.

— Puedes pasar... Solo no me veas, siéntate de espaldas... Gracias, HyunJin.

— Para servirte, debo volver a la puerta, volveré en un rato para escoltar a MinHo de vuelta.

El chico más alto cerró la puerta de la habitación y se marchó, dejando solos a los otros dos, MinHo se sentó de espaldas a JiSung, como él se lo había pedido, buscaba cómo iniciar el tema de conversación sin verse desesperado o ansioso.

— Afuera el clima está muy frío, ¿no tienes frío?

— No... Un poco, en los pies.

— ¿Quieres que te los caliente?

— ¿Me vas a poner calcetines? No quiero usar calcetines.

— ¿No? Entonces, préstame un rato, te hago un masaje con aceite, así se deben de calentar un poquito.

Han se acercó un poco más, lo suficiente para que MinHo pudiera tomar sus pies, no sabía si era una broma o si de verdad iba a hacerlo, pero vió al mayor levantarse hasta la cómoda donde él dejaba sus aceites y lociones, así que supuso que realmente recibiría un masaje.

Se sentía... Extraño. No había recibido masajes desde hacía años, cuando recién había llegado ahí, y esos masajes siempre se sintieron tristes, porque el único propósito era aperfumar sus cuerpos para que estuvieran presentables.

Temía que un masaje de MinHo se sintiera igual, porque lo odiaría, y no quería hacer eso.

Lo vió sentarse de nuevo en la cama, tomar uno de sus pies y apoyarlo sobre su pierna, vacío un poco de aceite en sus manos y empezó a hacerle un masaje.

La Concubina del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora