Lee MinHo, hijo del Gran Duque y mano derecha del Rey. Habitantes del inigualable reino de Thyateira, conocido por su prosperidad, sus tierras fértiles y su exportación de cristales y joyas preciosas. El reino perfecto.
Han Jisung, el pobre hijo de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día siguiente al incidente, una multitud se plantó frente al Palacio, protestando por la falta de tacto del monarca que, al parecer, ignoraba completamente el desastre que había causado.
Pero no era así.
Él se asomó al balcón, se acomodó la capa, soltó una risa y dijo: "no es mi problema"
El gentío soltó un grito de indignación, algunos murmuraban mil insultos y otros simplemente respiraban entre sollozos. Entonces el Rey salió una vez más y habló.
- ¿No tienen a dónde ir? - las cabezas se movieron en negación - ¿Que no quedaron ahí algunos escombros? Era su hogar, ¿no es cierto? Limpien y vuelvan a sus casas, es lo que hace la gente como ustedes cuando no pueden hacer más.
Volvió a entrar al Palacio, no se asomó ni para ver si las personas disminuían en cantidad, ni para mostrar interés en el pueblo, su mente tenía otros asuntos de mayor importancia que atender.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los días seguían pasando, elevando la cuenta a semanas. Tiempo en el que el Rey se limitaba a caminar por el Palacio, revisando que retiraran correctamente cualquier objeto que avivase la memoria de su difunto padre. Odiaba que lo compararan con aquel hombre.
Una gran parte de los capitalinos se dispusieron a reestablecer las ruinas que había dejado el terrible suceso, con un esfuerzo terrible lograron apenas rescatar algunas cuantas habitaciones. Fueron días de arduo trabajo comunitario.
Al cabo de mes y medio, los pequeños que habían estado viviendo en el Templo, pudieron finalmente regresar a aquel sector. Pero no era lo mejor.
Estaban agradecidos, sí, pero aún se sentían nauseabundos por los recuerdos de aquel día.
Aún y con todo, el Rey no mostraba señal alguna de preocupación.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.