George Russell

1.1K 45 0
                                    

Maratón 7/8

Estaba preparándome para la boda de mi hermano cuando éste entró.

-Holaa.- saludé al verlo allí.- ¿Nervioso?

-Algo, pero si no me alejo de mamá durante un tiempo perderé la cabeza.

-Sí, te entiendo.- dije entre risas.- ponte cómodo, yo te cubro.

-Por eso eres la mejor.- se acercó a mí y besó mi frente.
Sonreí ante este gesto, luego tomé mi vestido y me dirigí al baño para cambiarme. Al salir pedí la ayuda de mi hermano para subir el cierre que se encontraba en la espalda de éste.

Cuando terminó, tomó mis hombros y a través del espejo conectó nuestras miradas.

-Te has convertido en una hermosa mujer, quiero que sepas que aunque tome mi camino, siempre estaré ahí para ti.
En cuanto naciste me prometí protegerte por siempre y cumpliré mi palabra ¿está bien?

Limpié una lagrima que corría por mi mejilla y asentí para luego abrazarlo, escondiendo mi rostro en su pecho.

-Bien, vamos. Todos están esperándote.-dije rompiendo nuestra burbuja.

Cuando estábamos por salir él tomó mi mano, deteniéndome.

-Debes saber que él está aquí.- susurró.

Mi respiración se volvió pesada y mis manos comenzaron a sudar.- Está bien.

-¿Segura? Sé que te pones nerviosa cuando estás con George.

-Estaré bien Jeremy, de verdad.

-Bien, vamos entonces.

Bajamos por las escaleras y justo al terminar nuestra histérica madre se nos acercó, hablaba tantas cosas en tan poco tiempo que comenzaba a abrumarnos. Un día normal la habría ignorado y seguido con mi camino pero hoy no era un día cualquiera, era la boda de mi hermano y no permitiría que la arruine.

-Mamá, por favor para- su oración quedó por la mitad mientras ella me miraba extrañada.- Él no necesita esto ahora, ve a tu lugar y déjalo finalmente ser feliz.- el tono de mi voz fue brusco pero ella entendió y se fue de allí, no sin antes darme una mirada desaprobatoria, pero la verdad no me interesaba en lo más mínimo.

-¿Qué haría sin ti?- preguntó mi hermano abrazándome por los hombros.

-Dejarías que mamá controlara tu vida.- respondí con obviedad.

-Sí tienes razón.

-Okey, tomaré mi lugar junto al altar y luego entrarás tú, de acuerdo?- le expliqué.

-Entendido.

Acomodé unos mechones de cabello que se escapaban de mi peinado y tomé fuerzas para salir. Todas las miradas se posaron en mí pero únicamente una fue la que me puso incómoda, ahí estaba él, tomando parte en la fila de padrinos la cual yo lideraría detrás de mi hermano.
Levanté mi mentón, fije mi mirada en el frente y caminé a paso seguro hasta donde debía.

Momentos después mi hermano hizo lo mismo y tomó lugar frente al sacerdote que allí esperaba.
Minutos después, cuando todos habían llegado personas corrían de aquí para allá por lo que supuse, mi cuñada, ya había llegado y se encontraba por entras al altar.

Cuando todos se tranquilizaron ella apareció tomando el brazo de su padre y a paso lento llegó hasta mi hermano. Mientras esto sucedía miré a Jeremy durante unos segundos y su rostro reflejaba felicidad y algunas lágrimas se escaparon de sus ojos.

La ceremonia transcurrió con total normalidad y luego nos dirigimos a la fiesta.
Mientras el resto de invitados llegaban todo estaba muy tranquilo, así que tomé la copa que uno de los meseros me ofreció como bienvenida y me dirigí al balcón del lugar.
Momentos después una mano se posó en mi cintura y, sin voltear, ya sabía quién era, su perfume era algo muy característico en él.

F1/Moto GP One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora