MASQUERADE -Terminada

¡POR SUPUESTO QUE QUIERO!

Varios días más tarde, sentada frente a su ordenador en la recepción de Masquerade, Jen comprueba como todo el dinero de los accionistas inversores, se ha ido desvaneciendo como el humo, hasta quedar la empresa arruinada y en números rojos.
Ahora, no pueden mantenerse de ninguna forma y la única salida es vender las oficinas de Masquerade, situadas en la onceava y doceava planta en el barrio de Seongsu-dong, incluido el apartamento donde reside Park Jimin.
Con las copias de las facturas impagadas y las cuentas del banco en rojo, Jen va a ser la encargada de confirmar a sus jefes, el inevitable e inminente desastre.
Dirigiéndose hacia la sala de la pasarela, Jen experimenta sobre ella el silencio abrumador que envuelve las vacías instalaciones, ya que no queda nadie, por qué los diseñadores, los modistos y los sastres tras cobrar su última paga, han abandonado ya el lugar.
Las puertas de la sala roja están abiertas y desde el exterior, puede verse que la mayoría de las butacas, han sido apiladas en un rincón y la pasarela desmantelada, por lo que el CEO de Masquerade Park Jimin y su socio Kim Bae Kwan, se hallan sentados en el suelo.
—Señor Park—saluda Jen, al tiempo que entrega un pliego de papeles a su jefe— estos son los datos.
Sentado en el suelo, Park Jimin toma los papeles, vestido aún con los mismos vaqueros viejos y la camiseta holgada, su rostro demacrado y sin afeitar, refleja la vorágine de emociones y sentimientos que ha experimentado durante estos últimos días.
Después de entregarle los documentos y sin decir una palabra más, la recepcionista da media vuelta y abandona la sala.
—¿No hay esperanza?— acomodado en el suelo junto a su socio, el rostro de Bae, también refleja el dolor de la traición y el fracaso.
Park Jimin niega con la cabeza.
—Solo nos queda venderlo todo, es la única forma de pagar todas nuestras deudas.
Repentinamente, Kim Bae Kwan se pone en pie ofreciéndole la mano a su socio.
—Vámonos, tenemos que salir de aquí.
—¡Todo es culpa mía!—solloza Jimin de repente—¿Qué vamos a hacer?—inquiere el ex CEO de Masquerade, agarrando su mano.
—Aún no lo sé amigo mío, pero lo único qué sé, es que lo haremos juntos, tú y yo.
En el rostro de Park Jimin, el minorista de ropa “pret-à- Porter” y Haute couture”, se dibuja una sutil sonrisa de esperanza.
—¿Como cuando comenzamos en aquel viejo y destartalado local y éramos pobres como ratas?.
El socio y amigo de Park Jimin asiente, mientras abrazados el uno al otro, cruzan las puertas correderas de su sueño perdido.
—Exactamente.

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Sentado en una terraza frente a la playa de Haeundae en Busan, Jeon Jungkook disfruta de un refrescante mojito, mientras habla por teléfono.
—¡Excelente,excelente!—repite con énfasis —¡Si, si, llevará su nombre por supuesto!,¡Gracias, nos veremos pronto!.
En ese instante, una joven salta con entusiasmo sobre su espalda para darle un efusivo abrazo.
—¡Jen, cómo me alegra que por fin hayas venido!— saluda al tiempo, que levanta los dedos en dirección al camarero para pedirle otro mojito—¡He hablado con el constructor, todo marcha como teníamos previsto!.
Tras darle un sorbo a su refrescante bebida, Jen sonríe encantada.
—Lo hemos conseguido.
—Si, gracias a tu inestimable ayuda, hemos conseguido hundir a ese malnacido de Park Jimin, y con el dinero que ganamos, nuestro amado Mark, tendrá una clínica en su honor y en dónde yo por supuesto trabajaré como médico, cuando termine la carrera.
La joven Jen sonríe de nuevo, pero está vez en su sonrisa, se adivina un poco de tristeza.
—Mi pobre hermano…Yo le advertí, le hablé de cómo era Park—gime—llevaba trabajando para él varios años y le advertí de cómo se aprovechaba de esos pobres,ilusos e inocentes chicos, pero nunca me escuchó. Estaba realmente enamorado de ese frívolo narcisista.Sin embargo a tí te adoraba, te quería como al hermano que nunca tuvo.
Sonriendo con ternura, Jeon Jungkook posa delicadamente un dedo sobre la mejilla de la chica para secar sus lágrimas,a continuación coloca su mano sobre la de Jen.
—Y yo a él, Mark me sacó de la calle, me dió un hogar y la posibilidad de estudiar medicina y ser una mejor persona, por eso no podía dejar que ese maldito Park Jimin, no tuviera el castigo que se merecía, por lo que le había hecho.
Tras un leve suspiro, Jen sonríe.
—Bueno…—prosigue Jungkook cambiando de tema—¿Has decidido, si vas a trabajar conmigo?.
Sorprendida por su petición, Jen la hermana de su mejor amigo repentinamente lo abraza.
—¡Por supuesto que quiero!—responde con lágrimas en los ojos—¡Y más, si es para ver tu imponente y escultural cuerpazo todos los días!.
Y tras esta respuesta, los dos se abrazan de nuevo riendo emocionados.

Continuará…