Capítulo 8

2.5K 248 30
                                    


☆☆☆☆☆☆

Ardiendo en su infierno (Parte 1.)

Milán.

Mi objetivo jamás había sido León, siempre fue Massimo, y para su desgracia no lo mataría lo haría sufrir hasta que el mismo me rogara por su muerte, la cual no le iba a dar. Ya habían pasado dos semanas desde el rescate, en los que estuvimos llenos de trabajo, operativos y papeleo.

La central era un puto desastre sobre todo por el hecho de Azrael seguía aquí, según él era para supervisar que todo estuviera en orden, pero yo sabía por que seguía aquí. 

El ejército estadounidense había dado un gran golpe a la mafia alemana, pero eso no significaba que no tuvieramos más trabajo. Nuestro siguiente caso eran los D'angelo, específicamente a Dante y Alessandro, quienes eran los que más jodian. 

Por un lado estaba Dante a quién nunca habían logrado atrapar, era una rata que sabía cómo mover sus fichas y nadie lograba capturarlo. 

Por otro lado Alessandro, tenía meses que no lo veían por ningún lado, como si la tierra se lo hubiera tragado, o al menos eso pensaba el ejército. 

Yo sabía dónde estaba, con quién y lo que hacía, a mi no se me escapaba nada, mucho menos cuando se trataba de uno de mis verdugos. Como también empezaríamos a cazar a los dragones, aveces pensaba que los hombres pensaban sólo con la polla. 

Esos imbéciles por muy criminales que fueran no usaban la cabeza, más de uno se dejaba notar, cuando se suponía que nadie debía de saber que estaban en la cuidad. Ya después tendría que arreglar todo, pero eso sería cuando estuviese de humor. 

Para mi desgracia seguía en la mansión, iba irme con los Smith pero Alka no dejo que lo hiciera, no me importaba lo que me dijera, ¿el problema?, él y Jules, ellos tenían algo que yo necesitaba para seguir con vida, los deje creer que tenían el control, pero a mi no me controlaba nadie, yo los hacia pensar eso y yo era quien tenía el control. 

Bajo las escaleras con los auriculares colocados y la música a todo volumen. Si, voy a estar aquí, pero no pienso escuchar todas las estupideces que se que dirán, ya que no me interesan sus excusas baratas y sin sentido. 

Jules me detiene y con una seña me indica que me saque el auricular, fijo mis ojos en ella, quién sin decirme nada me entrega su móvil. Lo tomo no si antes bufar, pues ya sabia perfectamente quien era. 

—¿Qué quieres? —coloco el móvil contra mi oreja.

—No me hables así mocosa malcriada —truena del otro lado de la línea. 

—¿Ya dime que demonios quieres? —ruedo los ojos—. Si solo me llamaste para joder, es mejor que te ahorres la molestia. Ya deja de joderme la existencia ¿quieres? 

—Ni se te ocurra colgar Milán, no me hagas eno... 

Como no me interesa lo que tiene que decir, simplemente le cuelgo la llamada. Jules sonríe negando, sabe perfectamente que no estoy de humor como para hablar con Alka.

Poco es lo que me importa si se molesto o no, nadie le dijo que llamará, si quiere saber de mi que se lo pregunte a su hija y ya esta. Le entregó el móvil y me voy a la cocina, donde para mi desgracia esta Harmony y Emma. 

Ella nunca me cayo bien, es un grano el culo y le encanta meterse en donde no la llaman. Jules se adentra porque sabe lo que soy capaz de hacerles a ese par de viejas chismosas, que no me quitan los ojos de encima. 

Las ignoro, porque simplemente no quiero saber lo que me tienen que decir, y mucho menos si son para excusas baratas. 

—¿Dormiste bien mi niña? —dice Harmony casi en un susurro. 

Tentando a un Demonio [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora