Percy Jackson, pertenece a Rick Riordan.
Corrige tus errores y sonríe al futuro.
No pude evitar que una sonrisa, apareciera en mi rostro, cuando tomamos el taxi. —Buenas tardes caballero.
—Hola chica me saludó él, MIENTRAS que yo, tomaba el asiento del copiloto y mis novias, se sentaban detrás. — ¿A dónde?
—Antes de eso, ¿aceptas tarjetas de casinos?
El Taxista mordió el puro y nos miró. — Algunas de ellas. Igual que las tarjetas de crédito. Tengo que verificarlas primero. —Yo le entregué su tarjeta verde de Lotus-Cash. Él la miró con escepticismo.
—Verifícala —Clarisse lo invitó.
Él lo hizo. Su máquina de medidor comenzó a hacer ruidos comenzó. Las luces brillaban. Por último, un símbolo de infinito se acercó junto al signo de dólar. El cigarro se le cayó de la boca del conductor. Volvió a mirar a nosotros, sus ojos muy abiertos. — ¿Dónde, en Los Ángeles... eh, Alteza?
—Lo más cerca que te sea posible dejarnos, de los Estudios de Grabación: El Otro Barrio. —dije yo sonriente, mis novias me miraron fijamente, como preguntándome en qué pensaba yo, exactamente.
Pasmos Wasteland y un cartel que decía: «LINEA DEL ESTADO DE CALIFORNIA, 12 MILLAS.»
Cada ráfaga de viento a través del Valle de la Muerte sonaba como un espíritu de la muerte. Cada vez que los frenos silbaban en un camión de dieciocho ruedas, me recordó la voz reptil de Equidna.
Me pasé una mano por el cabello y agarré mi cabello con mi moña, solo para intentar pensar en otra cosa, pero no pude evitar que el escalofrío me recorriera.
Cada vez que un automóvil o camión pasaba sobre un bache, yo pegaba un respingo. Me maldije por estar tan nerviosa y empuñé mi espada, en su forma de lapicero, pero no lo destapé.
— ¡Penny, vamos! —salté en el asiento y miré a mi derecha, topándome con que Thalía me llamaba, mientras me daba una sonrisa burlona. Suspiré y me bajé para seguirla.
Se hizo de noche, y cara de los personajes hambrientos empezaron a salir a jugar en la calle. Ahora, no me malinterpreten. Soy de Nueva York. No me asusto fácilmente. Pero L.A. es totalmente diferente de Nueva York. De vuelta a casa, todo parecía cercano. No importa lo grande que la ciudad fuese, podrías llegar a cualquier parte sin perderse. El patrón de la calle y el metro tienen sentido. Allí había un sistema de cómo funcionaban las cosas. Un niño podía estar seguro, siempre y cuando no fuera estúpido.
L.A. no era así. Se extendía, caótica, difícil de moverse. Me recordó a mi querido suegrito Ares... y estoy a punto de toparme con otro suegro: Hades. Aunque la ciudad no era lo suficiente grande para Los Ángeles, sino que tenía que probar que era lo suficientemente por ser fuerte y extraña y difícil de navegar, también. Yo no sabía cómo alguna vez vamos a encontrar la entrada del Inframundo pronto.
Caminamos pasando pandilleros, vagos, y los vendedores ambulantes, que nos miraban como si trataran de entender si valía la pena de asaltarnos. A medida que pasábamos corriendo a la entrada de un callejón, una voz dijo desde la oscuridad, dijo: — ¡Oye, tú! —En esta ocasión, no me detuve y seguimos nuestro camino, apretamos el paso.
Antes de darme cuenta, estábamos rodeados. Un grupo de niños nos habían rodeado. Seis de ellos en todos -los niños de color blanco con ropa cara y medias en la cara-. Al igual que los chicos de la Academia Yancy: mocosos ricos jugando a ser los chicos malos.
Clarisse dio un paso al frente y luego les saltó encima, golpeándolos distintas, mordiéndolos, dejándoles moretones por puñetazos, codazos y patadas, sacándoles sangre a golpes o a mordidas, antes de que se quedaran en el suelo lloriqueando y les sacamos el dinero de los bolsillos, para luego irnos de allí, tan rápido como nos fue posible.
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Corrige tus errores y sonríe al futuro
FanficEl suicidio de Percy Jackson, es la gota que colmó el vaso de las Moiras, quienes enviarán a los Olímpicos al pasado, con tal de crear un mejor mañana. ¿Todos estaban en el pasado? Sí. ¿Sabían que tenían que corregir sus errores? Sí. ¿Pero quien era...