Capítulo LII

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- Es un poco gracioso pero... - la castaña volvió su vista al techo pensativa - no me gustaría que conocieras a alguien más, sabes?

- conocer a alguien más? - preguntó y en su voz se escuchaba un leve rastro de diversión.

- Ya sabes... Que traigas a otra princesa a tu castillo - la miró.

Lisa entendió el sentido de usar precisamente esas palabras, un significado crudo y cruel de lo que representaba para ella ser la princesa de un castillo con mucho peso en su terrible infancia, sobre todo porque en cualquiera que fuera la situación seguía teniendo la misma interpretación, era la pequeña alma inocente siendo abusada de cualquier forma por un monstruo todavía peor del que había arrebatado su felicidad e inocencia.

Parecía que no se cansaba de gritárselo a la cara de una y cualquier manera, de decirle entre palabras lo absurda y ridícula que era su existencia fuera de ella, pero aún así queria aferrarse a sentirse más muerta que viva queriendo darle todo de ella incluso si se quedaba vacía, lo veía en sus ojos y no sólo en ella sino en cualquiera de las menores, estarían siempre dispuestas a todo y más por ella, Lisa era consciente del poder que tenía para hacer malabares con sus sentimientos y eso se había vuelto decepcionante.

- Que influencia tienen tus labios pequeña - susurró olvidando por ahora sus sentimientos de culpa - con tus besos arrancas pedazos de mi alma, lo sabias?

Tenía una sonrisa juguetona ocultando sus dientes pero sus labios parecían extendidos de forma natural e inesperada, de esas veces cuando no sólo ríes tú, sino que el corazón sonrie a la par de tus sentimientos, era honesta y podía afirmarlo en el brillo especial que había brotado en su mirada en medio de todo, recibiendo tal cumplido sus ojos se cerraron para probar esos labios muertos que deseaban un poco de vida y sin negarse a sus deseos, la castaña se acercó a ella para juntar sus labios con los de Lisa en un beso suave y tierno. Sus manos acariciaron su mejilla y el calor brotó a través de sus poros y su aliento.

- Aunque quieras arrancarme de ti - puso su palma extendida sobre su pecho a la altura de su corazón y Lisa cerró la suya por encima de su mano - mi recuerdo ha de brillar donde quiera que tú estés porque me amas a pesar de lo que dices, no olvides que llevaremos cicatrices internas que siempre existirán porque no puedo devolverte tu promesa de cuidarme.

La mirada vacía de su mayor era vacilante ante sus palabras, lo cierto era que su cuerpo mismo había sido marcado de muchas maneras dejándoles cicatrices visibles sobre sus blancas y hermosas pieles, profundas como su deseo de adueñarse de ellas pero las marcas emocionales eran aún más pesadas y dolorosas, heridas que jamás cerrarían si continuaban a su lado porque conociéndose a si misma las volvería a abrir siempre y cuando le apeteciera, sólo para darles un pequeño recordatorio de que serían de su propiedad hasta que su existencia finalizara.

- Si nos dejas en libertad por favor Lisa... Por favor no vuelvas a traer a nadie más - sus pupilas se dilataron - Y si no puedes controlarte ni deshacerte de todo tu infierno interior, al menos déjame sufrirlo contigo y junto a ti.

Lisa suspiró profundo cerrando sus ojos queriendo envolverse una vez más es sus mentiras y promesas vacías, pensando únicamente en porque se demoraba tanto en terminar la batalla interna en la que se encontraba, simplemente debía abandonarlas y seguir su vida como siempre lo había hecho, no quería matarlas y tener que abandonar sus cuerpos en cualquier sitio desagradable donde al cabo de un tiempo ni siquiera el mismo forense las reconocería o probablemente donde nunca nadie pudiera encontrarlas, pero pensándolo bien tal vez era la única opción de no seguirse aferrando a un cuento turbio sin final feliz para ninguna, ignoró una vez más sus ideas e impulsos, sólo quería regocijarse ante el toque cálido de su pequeña y dormir tranquilamente junto a Jisoo.

Insane (Lisa GIP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora