Capítulo XXXVI

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Este pueblo alejado un poco de la ciudad era relativamente tranquilo, lo que muchos no sabian era que se escondían grandes secretos aquí, nadie te dice que detrás de los rostros más hermosos podrías encontrar a los psicópatas más terribles de la historia o que las chicas buenas que no salen de casa porque son cuidadas por sus padres en todo momento están a salvo, ni mucho menos saben que la hija de la intachable familia Manoban Jeon es un monstruo.

Aunque en realidad la familia esconde mucho más de lo que parece...


Por quinta vez en la noche Lisa miraba la hora en su reloj, el tiempo cada vez se le hacía más largo en la espera de su llegada y la paciencia comenzaba a irritarle tratando de contener sus ganas de ir a buscarla, había sido clara en su indicación y no pretendía tener que llamarla.

Fue entonces que el sonido del timbre que muy pocas veces se hacía escuchar, la entusiasmó, dejó a las chicas para ir a recibirla, muy pocas veces se notaba alegre por una visita pero esta en particular tenía un gran propósito así que con ánimo de no seguir retrasando su objetivo, fue por ella.

- Mi querida Diana - le sonrió al notar que ya estaba dentro - Qué alegría que al final hayas venido.

Le tomó unos pocos segundos a la doctora entender el recibimiento tan amoroso y cortés, pues en menos de un parpadeo Lisa le había plantado un beso con suficiente posesividad y deseo al momento que la vio, por supuesto que si había pensado en negarse a algo y el hecho de tratar de hacerle entender que no haría más daño a personas inocentes a causa de su enfermizo amor hacia ella, se había olvidado por completo, tan fácil fue para la pelinegra derrumbar cualquier conjetura sana en su cerebro enamorado de la doctora.

Once, doce y trece... 13 era el número de víctimas en la lista de la hermosa psicópata Manoban, que sólo ella misma en complicidad con la noche de su precioso bosque conocían, pero que a diferencia de las menores, la doctora tenía un poco de conocimiento en ello, les dio una mirada compasiva al notar su inhumano estado, eran solo unas niñas, no tenía idea de por qué Lisa se satisfacía con algo así, teniendo la posibilidad de tener a cualquier mujer a sus pies, no, tenían que ser siempre menores de edad y con rasgos físicos siempre muy similares.

- Ahora... - Su voz calmada pero firme la sacó de sus pensamientos - Trato de darles una buena vida a todas, enserio y a cambio lo único que pido es respeto - Lisa se detuvo frente a Rosé -  sinceridad - observó a Jennie y esta desvío la mirada - una relación de reciprocidad, pero me he dado cuenta, nos hemos dado cuenta - observó a la doctora haciéndola participe de aquello - que le han escupido en la cara a esa generosidad olvidando quien soy yo, su amiga, su protectora - miró a Jisoo - su... Dueña - sacó un arma de la parte trasera de su pantalón.

Las cuatro chicas ahi comenzaron a alterarse con ese cambio de humor de la pelinegra, tenía un arma y amenazaba con utilizar a una de ellas para hacerles entender así que las lágrimas de las menores se dejaron caer, asustadas e indefensas ante cualquier acto de su mayor.

- Lisa... Qué estás haciendo? - Diana se apresuró a tomarla del rostro para hacerla mirarle - Ya ganaste, tienes a las chicas aquí, contigo y ellas harán lo que pides, no se irán... - Lisa golpeó a Diana justo antes de que pudiera terminar de hablar.

- No, nadie te va a creer eso Diana - negó con la cabeza - nadie te va a creer - intentó caminar pero la doctora la tomó de los pies ayudándose a si misma a levantarse - Escúchame - dijo la doctora - no hay nada que... - Lisa cerró su mano al rededor de su cuello haciendo presión.

- Escúchame zorra anciana, ya es tarde para hacerte la decente - hizo más presión sobre su garganta - ya es muy, muy tarde, de repente? No te das cuenta de lo que hacemos aquí? - miró su propia habitación.

Insane (Lisa GIP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora