23. Nadie estaba mirando.

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Papá, Jorge y Fidel estaban preparando la barbacoa cuando me reuní con ellos. Mamá y Roxanne preparaban las ensaladas en la cocina y mis otros dos hermanos corrían en el patio aprovechando el sol del medio día.

—¿Cómo te fue anoche? —consultó Jorge cuando me senté en la reposera y saqué un cigarrillo ante la mirada de advertencia de papá y Fidel.

—Bien, normal...

—Volviste a dormir, eso es bastante bien —dijo Fidel ganándose una mala mirada, pero él estaba sonriendo y se lo notaba relajado.

—No no Piera —dijo Roxanne saliendo al patio cuando iba a prender el cigarrillo. Traía a la bebé en sus manos y vi la intenciones en sus ojos. —Sostenla un ratito, está llorando y lo único que quiere es estar en brazos...

—No, no creo que... —pero antes de poder negarme ella puso a la chiquilla en mis brazos. Me sonrió y se marchó dejándome totalmente incómoda. Hacía mucho, desde que Lucy era una bebé, que no sostenía algo tan pequeño.

—Relájate... —miré a papá que me sonreía. —No estés tensa porque la pondrás incómoda...

Asentí recostándome sobre el asiento y relajé mi postura. La criatura estaba despierta y me miraba con sus enormes ojos marrones, iguales a los de Roxanne; no hacía más que verme y seguirme en los movimientos de mi mano que acariciaban sus cachetes, pero por lo menos no estaba llorando. Se removió un poco en mi regazo y la apreté un poco más hacía mí y sonreí con nerviosismo, si llegaba a llorar no sabía qué debería hacer.

—Te queda bien... —levanté mis ojos a Fidel que se encontraba cerca nuestro. Estaba mirándome con sus ojos brillosos; largó un suspiro y se arrodilló a nuestro lado. —Ambas se ven muy hermosas... imagina cuando tengas los tuyos.

Abrí la boca pero no pude decir nada ¿qué podría decir? Volví a ver a la bebé y acaricié su pequeña cara, la mano de Fidel también la acarició pero su mano se posó sobre la mía y volví a encontrar sus ojos y una sonrisa tierna en sus labios.

—No creo que tenga la oportunidad de tenerlos si realmente quiero estar con la persona que amo —aseguré sintiendo la presión de sus dedos en los míos.

—Tal vez si adoptas... —sugirió y sonreí ante eso. Dejé que escapen unas lágrimas que estaba reteniendo.

Fidel pasó sus pulgares por mis mejillas, besó mi frente y se retiró de vuelta junto a los otros dos hombres. Lo seguí en sus movimientos y noté cómo limpiaba sus ojos, así que también se había angustiado...

—Tal vez sí —dije llamando su atención y ganándome una sonrisa de su parte.

Finalmente la pequeña se quedó dormida en mis brazos y sólo la solté cuando el almuerzo estuvo listo y tuvimos que pasar a la mesa; nos sentamos a comer y todo fue muy tranquilo hasta que Roxanne preguntó por la novia de Fidel. Él sonrió y pareció querer disimularlo, pero al cabo de unos minutos admitió que habían terminado y probablemente no volvieran a estar juntos, por lo menos en un tiempo más.

Clavé la vista a mi comida porque sentía la mirada de mi hermana en mí, pero ella sabía que yo le había dicho que renunciaría a Fidel, no debía preocuparse. Bueno, no debía porque ella creía que era verdad, si supiera cómo le había mentido ya me habría mandado a encerrar a algún lugar; mamá preguntó porque se habían peleado y Fidel le dijo que en primer lugar porque en realidad no tenían tantas cosas en común como él creía y en segundo porque era evidente que ella tenía una aventura con Jaime y a él no le gustaban los engaños. Los dejó contentos con esa respuesta y entonces fueron por mí; les dije que Álvaro y yo queríamos tratar de establecer una relación seria, pero por ahora sólo éramos amigos. Era mentira, pero no quería a Roxanne sobre mí de nuevo.

Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora