27. Piel de Gallina.

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Fidel me esperaba en la entrada de casa y me sonreía con amabilidad mientras caminaba a él. Me invitó a pasar mientras me contaba que papá se había pasado a quedar en una licorería y mamá había ido directo a la cama; Lucy y Rocco jugaban en el patio a un juego extraño que no me tomé el tiempo de saber cuál era y nosotros simplemente nos sentamos en las reposeras a terminar de pasar la tarde.

A la media noche mamá salió sin explicarnos nada y papá llegó minutos después arrastrado por el taxista que era un viejo conocido de la familia. Pagué la tarifa mientras Fidel lo llevaba a dormir y agradecía que mis hermanos pequeños no estuvieran allí para ver semejante espectáculo.

—¿Te das cuenta porqué no podemos dejarlos? —consulté cuando él regresó y se sentó a mi lado. Tomó su cabeza entre sus manos y la dejó ahí por mucho rato sin responder. —Yo sé que te estoy pidiendo mucho Fidel pero es necesario...

—Ya sé —respondió secamente. Se recostó en el sillón atrayéndome hacia él en un abrazo y besando mi cabeza. —Ya sé...

—Luego ya tendremos tiempo —continué pero esta vez no tuve una respuesta. Él mantuvo el silencio hasta que caí dormida; tal vez nunca tendríamos el tiempo, no lo sé, pero quería creer que sí. Yo me recibiría y estaría al pendiente de Lucy y Rocco hasta que fueran mayores, luego podría pensar en nosotros.

No estaba segura si Fidel fuera a esperar tanto, deseaba que sí, pero era un riesgo que tenía que correr porque mis hermanos eran lo más importante que tenía después de él y no los dejaría con esas personas que no podían ni siquiera hacerse cargo de sus propias vidas.

Cuando desperté ya había amanecido. Yo dormía apretada en los brazos de Fidel que también descansaba plácidamente; el reloj de la sala indicaban que apenas eran las 6 de la mañana. Evidentemente mamá aún no llegaba porque sino nos habría mandado a nuestras camas sin siquiera fijarse en la situación extraña en la que nos encontrábamos.

Me moví un poco y Fidel despertó sonriéndome somnolientamente.

—Me gustaría todas las mañanas despertar así contigo —dijo acercándose a mi boca y posando un pequeño beso en ellos.

—A mi también —dije abrazándolo y pegándome a su cuerpo para respirar su olor.

Me volvió a separar de él y me miró durante mucho rato, simplemente sus ojos recorrían mi rostro y sonreía de vez en cuando. Yo quería preguntarle si algo iba mal, me miraba como si el sólo mirarme lo llenara de felicidad, pero no llegué hacerlo, nunca podría saber qué pasaba por su cabeza en ese momento, no sé si me serviría de algo saberlo ahora.

—Tenemos que hablar —sentí como la piel se me puso de gallina y mi corazón comenzó a bombear sangre tan rápido que pensé que quizás me podría dar un ataque o algo. Me separé de él y me giré para encontrarme con Roxanne, sus brazos cruzados y una mirada llena de dolor en su rostro.

Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora