14. Muerto.

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Las clases terminaron más rápido de lo que pude registrar. Afortunadamente Víctor y yo aprobamos todas las materias en los recuperatorios integradores anuales. No fuimos al viaje de fin de curso y mucho menos a la fiesta de entrega de diplomas. En vez de eso nos fuimos de fiesta con Álvaro y Nina, su ya, formal, nueva novia. Mi familia no estaba contenta, por supuesto, pero no me importaba, yo la estaba pasando genial y ellos no me quitarían eso.

Cuando llegué el sábado alrededor de la una del medido día a casa, pude ver en el patio trasero cómo mi familia estaba reunida en una hermosa barbacoa.

¡Sí! ¡Yupi! ¡Festejemos!

Lo único que quería era dormir.

Tomé agua y me fui a dormir, pero antes de pisar el primer escalón una voz me detuvo.

—¿Te parece bien llegar a estar hora?

—No mamá, lo lamento —respondí burlonamente mirando a Roxy.

—¿Dónde estabas?

—Por ahí, festejando —continué mirando tentativamente la escalera para correr por ella a encerrarme en mi alcoba. —Terminé la secundaria ¿Sabes? Tenía que festejar.

Suspiré y emprendí la retirada pero su mano se afirmó en mi brazo y tiró de mí hasta hacerme descender los dos escalones que había alcanzado a subir.

—¿Qué demonios quieres?

—Tienes olor a alcohol y no quieres saber a qué más.

—Ya sé a qué más, fui yo la que buscó todo ese "qué más" del que hablas.

—¿Por qué nos haces esto Pire? —la miré en forma de advertencia. Hacía mucho que no me llamaba "Pire". Ella me había inventado ese sobrenombre y luego Lucy la había copiado, pero desde la vez que ella descubrió mi secreto había sido Piera a secas, ni siquiera su hermana.

—Yo no les hago nada.

—¡Mírate! —gritó mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. —¿Qué ganas con todo esto? ¿Qué ganas con embriagarte, drogarte, estar de fiesta todos los días?

—No son todos los días.

—Respóndeme —exigió con voz molesta.

—No lo sé ¿De acuerdo? Supongo que sentirme un poco bien, porque Roxanne, te recuerdo que no soy una persona normal, una persona normal no ama a su hermano como yo lo hago —confesé sentándome en un escalón. De pronto sentí el peso del mundo en mis hombros. —Quizás sólo quiero olvidarme de eso un rato, quiero pasarla bien, sentirme normal... no lo sé.

—No te entiendo... —se arrodilló frente a mí y tomó mi cara entre sus manos. —¿Por qué? ¿Por qué no puedes amar a otra persona?

—Yo quisiera saber lo mismo —dije con un nudo en la garganta. Tragué fuerte pero él no se fue, de inmediato rompí en llanto. Ese llanto que es imposible de detener, que se entremezcla con pensamientos y no deja hablar. —No quiero amarlo, pero no puedo... no sé por qué, ojalá lo supiera y así dejar de hacerlo, pero no puedo.

—Si conocieras a alguien...

—¡Lo he intentado Roxanne! ¡Lo he intentado mil veces! —grité apartándola de mí y mirando por la ventana. Todos estaban concentrados en sus propias charlas, no tenían idea de lo que hablábamos allí dentro. —¿Te crees que he salido con muchos muchachos porque soy una puta? Pues no, he hecho todo para sacármelo de la cabeza, todo y no puedo, todo el tiempo está ahí, en todos lados, en todos mis recuerdos, en todas las malditas cosas que me rodean.

No pude seguir hablando porque los sollozos le ganan a mis ganas de explicarle, pero ella no dijo absolutamente nada, solo me miró y esperó. Noté cómo, disimuladamente, quitó una lágrima de la esquina de sus ojos, pero no hizo más que eso.

—Yo sé que está mal, yo sé que mi amor es enfermizo, pero no puedo hacer nada... lo único que me hace olvidarlo es estar drogada, o borracha, pero luego todo vuelve y es más intenso... me estoy volviendo loca.

Roxanne finalmente se acercó para darme un apretado abrazo. La dejé, necesitaba eso, realmente lo necesitaba. Me aferré a ella y no pude contenerme de llorar aún más fuerte.

—Cada vez que lo veo con ella... cada vez que la besa algo se rompe en mí, ya no puedo más con esto, ayúdame Roxy, por favor ayúdame...

—Shh... —pidió apretándome más a ella y acariciándome el cabello con amabilidad. Hacía mucho que no me sentía así de bien, Roxanne solía ser buena y linda conmigo y extrañaba eso, no quería dejarla ir. —Te ayudaré Pire, ya veremos qué hacer, pero puedes contar conmigo de ahora en más... lamento, lamento todos estos años, es que yo —comenzó a llorar también, las dos, llorando como si hubiera muerto alguien —es que yo no podía entenderte, no sabía que sufrías... lo lamento tanto.

—Yo también lo lamento.

Quizás si había muerto algo. Quizás al decirlo en voz alta había tomado más sentido, ahora que alguien más sabía mi secreto, ahora que había admitido que seguía amándolo y que sabía que estaba mal eso, había muerto, ese amor destinado a no ser comenzaba a morir. 

Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora