Finalmente fui yo quién debió esperarla en la sala mientras veía cómo mamá jugaba a las cartas con Lucy y Rocco. Papá estaba mirando un partido de fútbol con su cerveza en la mano y el control en la otra. Familia más disfuncional que la mía no creo que existiera.
Piera bajó luciendo una blusa blanca sobre una musculosa rosada pastel, unos shorts y unos zapatos con un pequeño taco. Se había arreglado el pelo y se había maquillado, nada diferente de lo que hacía cuando salía generalmente, pero yo iba con ella esta vez y quería gritarle que se cambie. Respiré profundo y le señalé la puerta mientras tomaba las llaves del auto de mamá, ella se quedaría con los muchachos esa noche, ya había tenido su dosis de sexo extramatrimonial por la tarde y quizás tendría un poco más con mi padre esa noche, claro, si él no caía borracho antes de llegar a la cama.
Subimos y la observé apretar sus manos, ella quería fumar, ya conocía su manías. Pero sabía que no me agradaba así que, a menos que se enojara conmigo, no lo haría. Puse música en el radio y comencé a conducir.
—Te ves muy bonita —dije sin darme cuenta. Juro que lo hice sin intención, un calor se instaló en mi cara y un cosquilleo en mi estómago. —Lo lamento.
—Gracias —dijo abriendo la ventana. Sí, ciertamente allí hacía mucho calor. —¿Darla está invitada?
—Sí, ella dijo que iría.
—Ah...
—¿Por qué?
—Nada, quería saber si estarías ocupado o te preocuparías de molestarme toda la noche —metió la mano en su cartera y la dejó allí.
—No te preocupes, sí te veo demasiado mal te molestaré.
Sacó la mano con un paquete de cigarros y un encendedor. Pero no lo prendió, simplemente mantuvo los objetos en su mano.
—No creo que te guste esta clase de fiestas, ni siquiera sé porque viniste. Te aburrirás luego. Mejor te vas con Darla por ahí y la pasan bien solos...
—No, quiero ir a una fiesta de esas, ya la próxima decidiré si seguir yendo o no.
—Eres el profesor de la mayoría de las personas que estarán presentes —observó con enojo recibiendo a cambio una sonrisa de mi parte. No me había pensado en aquel pequeño detalle. —Puedes venir a una fiesta pero no más, dónde quedará tu reputación si sigues asistiendo a ellas. Y debes comportarte, no estaría bien que los alumnos vean a su profesor borracho.
—No me gusta beber mucho.
—Ahora —espetó. —Recuerdo algunas veces que llegaste muy ebrio a casa.
—Sí, eran buenos tiempos —sonreí con nostalgia. Yo sí sabía divertirme. —Algo así como tú ahora. Ah, discúlpame, tú no llegas borracha porque directamente no llegas a dormir.
—No quiero que nadie me vea en ese estado, es todo.
—Además de que generalmente caes inconsciente y hasta que no despiertas no sabes dónde estás —completé mirándola de reojo. Esta vez sí prendió el cigarrillo, pero no le dije nada.
—Deberías probar, tú sabes, la droga que tanto odias.
—¿Crees que no lo he hecho? —consulté sorprendido. — Qué poco me conoces Piera. Pero no es algo que me apasione, ya la probé, me divertí y ya terminé con eso. Deberías terminarlo tú también, no es algo de lo que se sale tan fácilmente.
—Papi Fidel se puso serio —se burló largando una carcajada. —No es como si fuera adicta Fidel
—Puedo controlarlo a mi antojo... sí, mucha gente dice eso.
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Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)
Teen FictionEllos no eran como el agua y el aceite. Ellos eran como el agua y el fuego. No había manera posible de que ellos estuvieran juntos.