29. El amor no se piensa.

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No recuerdo muy bien que pasó a continuación. Estaba en un estado parecido al que llegaba con cuando me drogaba: tenía la vista obnubilada, mis oídos captaban los sonidos tan intensamente que no podía oír nada con claridad, solo un ruido general; la respiración la sentía pesada a pesar de que mi corazón iba rápido. Mis ojos estaban húmedos sin embargo no podía llorar y la boca siempre la sentía seca.

Creo que Fidel trató de hablarme pero le dije que me dejara ir a casa de Roxanne por el momento, no podía terminar de entender del todo la situación y alejarme un poco de él era lo mejor por el momento. Tomé un par de mis cosas, me cambié y salí a la calle donde mi hermana me esperaba con un cigarrillo en sus labios, hacía mucho tiempo que ella no fumaba, de hecho, no recuerdo haberla visto alguna vez hacerlo. Fidel me despidió con una mirada triste desde el portal de casa y apenas pude responderle el gesto.

Le agradecí a Roxanne que no me hablara en todo el camino ni incluso cuando llegamos a su casa. Me condujo a la sala donde Jorge esperaba con la pequeña y me dejaron ahí con ella mientras se retiraban a la habitación; los escuché hablar, no sé de qué, pero algo me decía que le estaba contando lo que había pasado, más aún porque la oí sollozar fuertemente durante muchos minutos antes de que el hombre se marchara a su trabajo y ella entrara a la ducha.

La pequeña Olivia era muy tranquila y sólo debí atenderla cuando tenía que cambiarle el pañal, hacerla dormir o llevarla con Roxanne para que la amamante. Fue un día tranquilo. Demasiado tranquilo. Jorge me llevó de vuelta a casa porque mi hermana no sentían fuerzas para manejar, la entiendo, yo apenas estaba respirando.

—No creo que Roxy te lo haya dicho, pero mi hermano te consiguió la inscripción a la universidad por si quieres ir este año —comentó a pocos minutos de arribar a casa. —No sería mala idea que te alejes un tiempo de todo esto, quizás sólo para pensarlo, distraerte un poco, conocer nueva gente... creo que sería lo más sano para ti.

—Sí, lo pensaré...

—Roxanne no está haciendo esto porque te odie, ni a ti ni a Fidel —continuó. —Ellas siempre estuvo preocupada por cómo iba a terminar todo esto... pero cuando se dio cuenta de que era mutuo se preocupó aún más. Un desengaño amoroso no es tan grave como un rompimiento. Si él te hubiera rechazado hubiera sido todo distinto, pero ahora ustedes ya están en una relación y esto será más doloroso.

—Lo sé...

—Yo no digo que rompan, si ustedes quieren continuar con esto es un tema de ustedes. No creo que Roxy intervenga una vez más, ella ya les dijo todo lo que tenía que decirles, pero... créeme que ella solo vela por el bien de los dos —dice frenando frente a mi casa. —Sinceramente, ponte en su lugar... piensa si en unos diez años más descubrieras que Rocco y Lucy están en una relación, qué harías en su lugar —larga un suspiro y se encuentra con mi mirada. —Ella sólo quiere el bien para ustedes dos, nada más, no quiero que la pongas como la mala de la película porque está lejos de serlo.

—Gracias —dije tragando saliva.

—Mañana vendré por ti a las siete. Y piensa lo de la facultad.

—Claro.

Descendí del auto y arrastré mis pies hasta mi casa donde todos estaban preparándose para comer. Fidel se encontraba sentando en la mesa con un libro y cuando se encontró con mi mirada pude ver dolor en la suya. Yo sé que él sabía cuál había sido mi decisión luego de pensarlo intensamente durante todo el día.

Le pedí que saliéramos a caminar luego de que todos se fueran a dormir. Una caminata tranquila que nos llevó a un parque cercano, al parque donde siempre llevábamos a los muchachos para jugar. No sentamos en las hamacas y estuvimos en silencio por mucho rato mientras yo fumaba un cigarrillo tras otro.

—No hace falta que digas nada Piera —dijo de pronto él. —Ya sé lo que piensas, luego de todo lo que Roxanne dijo, ya sé cuáles son tus pensamientos.

—Quiero explicarlo Fidel...

—No. No quiero oírte porque sino me sentiré aún más mal de lo que ya me siento —aseguró en un susurro. —Porque me di cuenta que yo soy el egoísta aquí. Yo soy el que te quiero para mí y no quiere ni puede pensar en nadie más que nosotros dos... siempre ha sido así incluso antes de que sepamos de nuestros sentimientos —tomó aire y alzó sus ojos a la luna, él estaba apunto de romper en llantos y eso apretaba mi corazón tanto, tanto que realmente se haría añicos esta vez. —No quería que nadie más te mirara, que nadie te hablar, incluso Rocco, lo odiaba porque él tenía más de tu atención que yo. No voy a hablar de Lucy, eso sólo me hace sentir peor... entiendo que mi amor es egoísta, lo entiendo, pero no lo voy a cambiar por nadie, ni siquiera por ti.

—Fidel.

—Tú probablemente me pidas que te entienda. Que por más que me ames no puedes dejar a nuestros hermanos de lado, pero no puedo entenderte, porque si me amas entonces porqué siempre estas poniendo cosas por delante de mí —sus manos se afirmaron a las cadenas de la hamaca tan fuerte que sus nudillos se pusieron blanco. —Soy egoísta, soy caprichoso y si quieres muy infantil, pero no puedo entender cómo si me amas tanto aún tienes dudas, todo el tiempo; y pensar que me culpabas a mí por no estar seguro... yo estoy seguro de lo que siento ¿Lo estás tú?

No sabía que responderle. Quiero decir, sí lo estaba, yo lo amaba no había dudas de eso. Pero ¿Qué tan grande era ese amor si no podía renunciar a todo por él? ¿Era amor verdadero o no? Quería creer que sí pero no podía afirmarlo en este momento. No con toda la presión que sentía por todo el mundo, directa o indirectamente.

—Lo estaba... estaba segura de lo que sentía por ti Fidel, pero ahora... ahora sinceramente no lo sé —mi voz se hizo un susurro que gradualmente desapareció. No pude mirarlo a los ojos pero sé que él tampoco estaba mirando. —Me gustaría saberlo, pero no estoy...

—Sabes Pier... —se puso de pie y se paró frente a mí. —Tú sabes, a mí me gusta leer mucho, y no es sólo una persona el que lo dice, pero cuando comienzas a pensar si amas a otra personas es porque ya dejaste de hacerlo. El amor no se piensa.

—No, yo...

—Está bien —me cortó con una sonrisa fingida. —Entiendo que me quieras, todo eso lo sé, somos hermanos después de todo. Pero no te voy a obligar a nada, ya te lo dije desde el principio cuánto me aterra obligarte a hacer cosas que no quieres...

—Yo, quizás más adelante...

—No. El amor no se puede posponer Piera y tú quieres posponerlo por mucho tiempo, eso no puede ser así —se arrodillo frente a mí y secó mis lágrimas. —Está bien, no vamos a hablar más de esto ¿De acuerdo? Tú te irás a terminar tus estudios y yo cuidaré de los pequeños mientras tanto. Cuando regreses te harás cargo de ellos y yo me iré de casa.

Quise decir que no, que no quería eso, pero sinceramente ya no sabía qué quería o qué no. Simplemente asentí.

—Ahora regresemos a casa —tiró de mí para ponerme de pie pero no me esperó, caminó delante sin decir una palabra durante todo el camino.

Cuando ingresamos ni siquiera me miró cuando me dio las buenas noches y al día siguiente cuando me fui con Jorge él ya no estaba allí, ni cuando regresé en la noche tampoco. Fidel no me daría la cara por unos días, yo lo había lastimado y lo sabía.

Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora