24. El ahora.

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*(A partir de esté capítulo no están revisados, sepan disculpar las molestias. Me vi obligada a subirlos de esta manera ya que no quería dejar la historia incompleta)

Salimos temprano en la mañana, Fidel había metido algunas cosas para comer durante el viaje así que no necesitamos desayunar. Sólo mamá estaba en pie cuando partimos, nos deseó buen viaje y nos dio un beso a cada uno; subimos y conecté el pen-drive en el que había cargado música, estaba demasiado nerviosa como para comenzar a hablar tan temprano.

Fidel sonrió de lado y no dijo nada durante un rato en el que sonaba la música tranquila que había seleccionado. Cuando salimos del poblado su mano buscó la mía y la apretó sutilmente entrecruzando sus dedos con los míos.

—¿Cómo dormiste?

—Mal... estoy un poco nerviosa —dije casi en un susurro.

—No lo estés, la pasaremos de maravilla —levanta mi mano y la besa. La calidez de sus labios hace que una corriente eléctrica recorra por todo mi cuerpo. Mira otra vez el camino pero no suelta mi mano. —No iremos donde ningún amigo... no quiero a nadie viéndonos todo el tiempo, no te lo quise decir antes, pero reservé una habitación en un hotel.

—Oh... debería haber empacado un pijama más sexy —digo riendo nerviosamente. Él larga una carcajada que se atora en su garganta y veo que está un poco sonrojado.

—No creo que lo necesites.

Un jadeo salió de mi boca pero lo disimulé con una carcajada. Todo mi cuerpo comenzó a calentarse y me vi en la necesidad de soltar su mano y regular el aire acondicionado ahí dentro; Fidel no dijo nada pero sonrió aún más notablemente.

—Cuando llegaste esa noche, cuando estabas llorando... —sus manos se aprietan en el volante y yo simplemente espero. —Pensé que... pensé que alguien te había hecho algo Piera. Cuando tú sales me preocupas demasiado... eso de andar tomando y drogándote así como lo haces.

—Fidel no quiero pelear.

—No, yo tampoco, pero te amo Piera no quiero que te pase nada malo, no quiero que alguien se aproveche de ti.

—Repítelo... —me miró unos segundos. —¿Me amas?

—Claro que te amo pequeña... no haría todo esto si no fuera porque te amo —dice casi en un susurro. Me acerco a su mejilla y dejo un beso allí; él sólo sonríe. —Ya vamos a tener tiempo para eso Piera, no quiero que choquemos.

—Yo tampoco —digo avergonzada sentándome nuevamente en mi lugar. —¿Realmente iremos a ver universidades?

—No sería una mala idea, pero no depende de mí...

—Pero Fidel, si yo decido estudiar me debería ir de casa... ¿Qué va a pasar con nosotros?

—Bueno... siempre podría venir a vivir aquí también —dice y siento una emoción incontenible dentro de mí, quiero llorar de alegría, pero dos nombres resonaron en mi cabeza.

—¿Y Lucy y Rocco?

—¿Qué hay con ellos?

—No podemos dejarlos... —digo y largo un suspiro.

—Yo lo sé Piera, pero no puedo dejarte a ti tampoco... quiero estar contigo y lamento ser egoísta, pero no podemos cuidar de ellos toda la vida.

—Lo sé, pero...

—No te preocupes, lo pensaremos después, ahora sólo deberíamos ver cómo son los lugares; hasta podrías hacer una carrera semi—presencial y vendríamos todos los meses.

—Roxanne comenzará sospechar.

—Roxanne puede meterse en su puta vida y dejarnos de molestar —dice él con enojo. Respira profundamente y larga un suspiro. —Lo lamento, es que si ella... si ella no se hubiera metido quizás hubiera sido más fácil.

Trilogía Imposible: 1. Imposible (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora