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Abeoji

Abeoji
Jungkook

Suelto una risa amarga.

—Creí que le había quedado claro que lo mío jamás fue un juego abeoji. 10 años de trayectoria y éxito no han sido suficiente para usted. 

Una tristeza infinita me invade, sobre la cama de aquel cuarto se encuentra la única persona que realmente me ha hecho sentir calidez en el corazón, y no quiero dañarlo, quiero protegerlo de todo lo malo que pueda pasar en este mundo. 

—Aun tienes un compromiso que cumplir Jungkook —suelta sin más. Aprieto los puños cerrando la puerta corrediza de la habitación, el aire frio golpea mi desnudez, pero estoy tan alterado justo ahora que la sangre me hierve a tal punto de sentir el cuerpo caliente. —Tu plazo de diez años se ha cumplido, debes volver a casa y cumplir tu palabra. 

—Pero padre… ¡Maldición! 

Exclamó lo último cuando no se oye nada del otro lado de la línea… mi padre me había colgado la llamada. 

Estaba frustrado, ¡maldición! Estaba demasiado molesto con mi padre y sus estúpidas ideales, de estatus y poder. Crei que si trabajaba tan duro para asemejar el exito que el tiene seria suficiente, pero al parecer no ha salido de su mente que debo casarme con aquella chica, ni siquiera recuerdo su nombre, ni su rostro, ni color de pelo; no se nada de ella. 

¡Jimin! 

Cuando creí que podría darme la oportunidad de amar a alguien, mi padre apareció. 

Pasó la mano con frustración por el rostro. 

Volviendo en los pasos vuelvo a abrir la puerta corrediza admirando la belleza etérea de Jimin desde el pie de la cama, quien descansa tranquilamente, su pecho desnudo, poco musculoso pero perfecto, él, sería la envidia de muchas chicas por su belleza natural. 

De pronto me entran unas ganas inmensas de llorar, los chicos me lo advirtieron. De todos, Jimin era quien más saldría lastimado si se enteraba que estaba comprometido desde hace más de 13 años. 

Trepo en la cama, instalándome a su lado, tomándolo por la cintura arrastró su cuerpo hasta pegar su pecho con el mio. 

Huele tan maravilloso. 

Remojo mis labios hundiendo la cara en su cuello al tiempo que mi cuerpo se sacude en espasmos. 

—Lo siento Jimin… Lo siento, no quiero lastimarte… No quiero, pero soy egoísta porque te amo. 

No se cuanto tiempo pasa, pero el sueño me susurra en los oídos, y aunque no quiero que ese día termine, la luz que entra por la ventana me dice que no falta mucho para que el cielo se esclarezca en un nuevo día. 

Tal vez debería seguir ignorando el hecho de que voy a casarme, y seguir en mi burbuja de amor con Jimin. Al final del día él se irá también a continuar con sus estudios ya que no puedo retenerlo a mi lado… y yo, después de trabajar en mi álbum iré al servicio a cumplir con el país. 

Cierro los ojos llenándome del aroma de Jimin, quiero guardarlo en mi memoria por la eternidad. 

—Siempre te querré Jimin. 

Depositando un último beso en su cuello me dispongo a dormir. 

[...] 

A las ocho y quince de la mañana me despierto con el sonidos de las olas rompiendo en la orilla rocosa del acantilado a un par de metros de distancia de la casa, las gaviota cantan y los pocos niños a los alrededores corretean en la orilla; aun tengo el sueño burlándose en mis ojos arenosos, los tallo con el puño deteniéndome al girar y ver el cuerpo aun desnudo de Jimin.