Samdal-ri

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No podía dejar de admirar el paisaje, sembradíos de arroz, huertos de frutas y demás hectáreas siendo en su mayoría áreas verdes que hacían contraste con el mar azul de Jeju. Después de bajar del avión Jungkook me había llevado a comer a una pequeña fonda de comida casera, donde una amable viejecita nos había atendido calurosamente… Parecía conocer a Jungkook de años, ya que este la había abrazado e incluso se retiró todo lo que llevaba encima para ocultar su identidad. 

Me había presentado como su nae banjjog aunque no entendía el concepto coreano, supongo que era algo bonito ya que la mujer tomó mis manos en las suyas mirándome fijamente con sus ojos risueños, un par de hoyuelos aparecieron en sus mejillas hundidas por la edad. Sus manos estaban tibias y un poco ásperas por los años de trabajo, lo sabía porque mi madre solía tener la yema de sus dedos demasiado lisos pero decía que era porque sus dedos pasaban mucho tiempo presionando el teclado del computador. 

«Geudeul-eun ganghaejyeoya hae» 

Nos había dicho aunque tampoco entendi bien ya que usaba algunos sonetos del antiguo idioma, pero entre líneas entendí la palabra —fuerte— pero no tenía idea del motivo. 

Después de llenar nuestras barrigas habíamos vuelto a la carretera, Jungkook me había explicado muchas cosas sobre el pueblo de Samdal-ri, también señaló a un par de mujeres buceadoras de no más de cuarenta o un poco más de años que según él se dedicaban a pescar mariscos para llevar el sustento a sus hogares. 

—Haenyeo. 

Repito después de que Jungkook dijera la palabra. 

—Así es, la abuela Jeon también era una de las ansianas haenyeo, pero bueno después de unos años de haber debutado  le regale el restaurante que tiene.

—¡Que! —parpadeo —espera, me estás diciendo que la anciana de antes… era tu abuela. 

Me quedo boquiabierto. 

—Bueno, si. 

—¿Por qué no lo dijiste antes? 

Jungkook sonríe dejando al aire sus peculiares dientes de conejo. Ahora entiendo porque ella fue tan cálida con él, es su nieto. 

Con un movimiento de mano Jungkook mueve el volante orillando el carro hasta que lo estaciona cerca del muelle donde un par de mujeres se preparan para entrar al mar, con sus boyas coloridas y trajes de buseo. 

—Bueno, tal vez se me paso —encoge los hombros avergonzado mientras rasca su nuca. 

Una cabeza asoma en el agua cuando llegamos donde las Haenyeo, un chillido agudo, seguido de chapoteo, de ahi le sigue otra, y otra cabeza mas que asoma en la distancia. 

Una de ellas grita alzando lo que parece un garfio que ondea en el aire para después dejarlo caer en la bolla. 

—Este ha sido mi dia —grita la misma mujer del garfio, nadando de vuelta a la orilla. 

Después de que salen todas se reúnen donde las demas, rien, bromean y celebran con vino de arroz. 

—Jungkook, woah, muchacho que bueno que has vuelto. 

Dice una de ellas al reconocerlo, se acerca palmeando su hombro y de ahi le siguen las demas quienes lo alagan y bromean sobre el desposando a una de sus hijas o nietas. 

—Hoy vengo acompañado. Jimin —me dice y estira su mano esperando la tome. Al principio me da algo de vergüenza pero ante el aliento de las ajummas tomo su mano tímidamente. 

—Ahh, el es un pequeño pastel de arroz… 

—No, es como. Un muñequito —dice otra mujer aplastando mis mejillas. 

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