4. ¿Scabior vino por mi?

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Capítulo 4

Sentimientos de una pérdida


Me encontraba enredada en una cobija de Harry Potter, sentada en el sofá. Mirando unas de mis películas favoritas. Tengo la obsesión también de los Hobbit; sin falta un poco de cafeína, acompañándome rosquillas glaseadas que mi madre me compró antes de retirarse.  Soy una amante de las rosquillas.

Comía más que nada como una desquiciada por los nervios de aquel último mensaje que me mandaron. Y todo esto que me ha ocurrido, he aprendido tres puntos:

1. Nunca escribir el número de dirección a las agendas, cuando se adopta como diario.

2. Nunca llevar la agenda-diario en la mochila escolar. 

3. Siempre ir caminando con la cabeza en alto para no chocar con muggles desubicados como ese sujeto sin vergüenza y grosero.

A partir de las siete de la tarde ya no tengo permiso de abrir la puerta, y ahora eran las 6:50. No paraba de ver la hora y no paraba de ver a la puerta, tomé otra rosquilla, le di un mordisco, pero un  mordisco gigantesco, en eso tocan la puerta, di un salto, por tanto, comencé ahogarme. Agaché mi cabeza y comencé a toser que salpiqué el suelo de rosquilla mordisqueada.

-Ay madre santa - expresé con la boca ronca por haber tosido forzosamente.

Tres golpes seguidos hubo.

-Caracoles - chillé.

Me quité la cobija haciéndole a un lado, cogí mis converse morados del suelo y me los puse, tomé rápidamente mi rosquilla y le di otro pequeño mordisco, lo tragué rápidamente, lo dejé en su caja, tomé la taza, dí un sorbo grande de café, pero me quemé la garganta. Empecé a saltar como tonta, tocando la punta de mi lengua con mi mano, haciendo un quejido doloroso.

¡Yo y mis mugglesiadas!

Abrí la boca para que me entrara lo fresco, parecía un perro que se ahoga o un gato. De nuevo escuché tres golpes seguidos en la puerta, empecé a caminar hacia la puerta, lo cual era tonto porque la puerta esta cercas del sofá, cada paso que daba, lucía como pasos de tortugas, como si estuviese en cámara lenta. Y cuando menos lo pensé, mi mano ya estaba en la chapa, la giro y sentí como alguien se hizo para atrás Mi corazón estaba palpitando tan rápido, que sentía que se iba salir disparando y mi piel estaba echa gallina. Giro de nuevo el picaporte, abro la puerta rápidamente sin pesarlo y... pero ¿Qué? ¿Un repartidor de pizza?

-Hola, buenas noches - dice el joven repartidor de Pizza Hut, que traía una caja de pizza ya toda apachurrada, revisa una nota que traía en su mano, lucía algo enfadado y perdido. - ¿Esta no es la casa numero 1239?

-Hum, nope - respondí aun saltando los signos de pregunta por doquier de mi lado.

Y entonces entro en duda. ¿Qué pasa si él es el sujeto que tiene mi agenda? ¿Y esta disfrazado de un repartidor de pizza? Pero entonces pensé, que tal si mi madre mandó a este hombre para traerme una pizza, pero luego recordé que no debo de abrir la puerta a las siete y aparte ella debió de hablarme antes para consultarme.

-¿Segura que tú no pediste la pizza? - dibujó una cara larga, buscando mi número de casa. Para su mala suerte, se deslavó el número de nuestra casa, gracias por las lluvias fuertes más recientes. Así que no existe el número, no al menos dibujado ahí.

-Yo no pedí ni una pizza, lo siento.

-Descuida, perdón por la molestia - dijo con tristeza.

-Está bien - sonreí apretando mis labios y mirando como el chico volvía a poner la pizza en la moto y cómo  arrojaba su gorra al suelo, se colocó el casco de seguridad, recogió su gorra y se la guardo en unos de sus bolsillos de su suéter y arrancó la moto.

-Pobrecito - me dije al ver cómo se iba el chico.

En una de esas un bulto captó mi atención, cruzando la calle de mi casa, en frente se encontraba aquel bulto debajo de un árbol viejo y grandísimo que se esconde debajo de la penumbra. Un auto pasa, arrojando humo por detrás, este se estaciona, a tres casas cercas de donde se encontraba aquel bulto.

-¡Roberto! ¿Ahora que le hiciste a esa carcancha? - Refunfuñó la vecina.

-No empieces María, dame de comer - dijo el señor gruñendo y entrando a su casa.

De vuelta mis ojos se posaron en aquel bulto, y ese bulto se trataba de una persona.

-Ay, no - chillé. Tragué saliva. - Por las barbas de merlín - chillé de vuelta.

¿Scabior vino por mí?

El bulto bajó de la banqueta, sentí una punzada en el corazón. Entré rápidamente a mi casa sin ver atrás, le puse seguro a la puerta, apagué la luz, y corrí al sofá. Tomé la cobija de Harry,  cubriéndome de inmediato; observé que la película estaba por terminarse, tomé la taza de café y le di un sorbo, por suerte ya estaba tibio.

Confieso que en verdad temblaba, y no miento. No sé si era por el frió o por el miedo, pero dejemos aquella lógica matemática y digamos que las dos cosas. Y para mi colmo de lógica matemática de nervios vs miedo, sonó mi celular dándome entender el tintineo de un mensaje. Cogí mi celular con la mano temblorosa.

Desconocido

Cómo puedes dejar escapar una pizza, y más cuando se equivocaron de casa. Pero, oh sí, olvidé que eres una bruja cursi. ;)

-Ay no - chisqué mis dientes temblorosos. - No teclees, no lo hagas - musité. Pero terminé haciéndolo. ¡Ah!

R: -¿Tú como sabes eso? ¡Yo odio las pizzas!

Mentí, y no encontraba ni un sentido de lo que escribí, y sabiendo que desperdiciaba tiempo platicando con tipos como este. No lo estaría haciendo si no hubiese sido tan despistada.

Desconocido

¿Por qué mientes brujita cursi? ¿Por qué mientes en dónde vives? Y no odias a la pizza. Tú la adoras.

Él era ese bulto, ¡seguro que sí! En definitiva, él  sí que leyó completamente mi diario, eso me hizo fruncir el entrecejo a horrores, mi frente sufrirá con marcas, el miedo se esfumó y también los temblores.

R: Yo no miento. Dejémonos de esto y dame mi agenda.

Desconocido

¿Ves? Mientes. No es agenda es un estúpido diario :)

Eso me dolió, ese diario era todo para mí. Pero, era pasar por insultos o simplemente dejar ir todos mis secretos y emociones.

R: Sabes que, quédate con el diario, prefiero perderlo en vez de pasar por humillaciones e insultos de un tipo estúpido que no me conoce y se cree capaz de burlarse e insultarme, sin necesidad de conocerme, y aun así, no tendrías el derecho, pero, creo que conoces mis secretos más que un amigo y mi madre. Lo detesto. Sin embargo,  quédate con él, ya no lo quiero más. Si una persona como tú lo único que hace es hacer sentir mal a los demás porque seguro su vida está hecha una mierda, porque eso es lo que hacen las personas débiles y tontas como tú. 

Al escribir aquellas palabras hicieron que salieran lágrimas por mis ojos. Envié el mensaje y lo puse en la mesita de estar frente del sofá. Vi que me llegó un mensaje, lo cojo y era él. No leí el mensaje, simplemente lo eliminé. Admito sentirme bien por tomar la iniciativa de no dejarme humillar, aún así mi tristeza de perder ese diario me invadió. 

Lo vuelvo a poner en la mesita, al igual que la caja de rosquillas, me desalojé los converse, tomé el control del televisor, me acosté en el sofá buscando un programa divertido. Lloré mucho. Había perdido algo muy importante. Y justamente en Warner estaba pasando Harry Potter y la piedra filosofal. Harry siempre me sube los ánimos, aunque sea un poco ¿Qué haría sin él? Nada.

Hay a veces que debemos dejar ir cosas, tal vez fue mi diario personal donde me desahogué, y determinadamente de aquello, el pasado me seguía, supongo que ya era hora de dejarlo ir. Aunque no de la manea que a mí me hubiese gustado.



Love, PotterheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora