CAPÍTULO 19

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Cosa de niño

—En conclusión, sargento, lo que yo haga en mi tiempo libre no debe ser su problema. —con fingida seguridad embozo una pequeña sonrisa.

—Señorita Campell, ¿podemos hablar un momento a solas? —creo que Erick está a punto de perder la cabeza. Su mirada no para de endurecerse y sus cejas no podrían estar más juntas.

—Yo creo que no. Ya íbamos de salida. ¿No es así, Justin? —el susodicho estaba a punto de responder con alguna de sus ocurrencias jocosas, pero su celular sonaba eufórico dentro del coche. Así que se disculpó antes de atender alejándose un poco de nosotros.

—Que oportuno... —susurré lastimera.

—Amber. No es capricho, es peligroso que te encuentre con Reyes sin apoyo. —su tono abandonó la hostilidad y sonó más compasivo.

—Tengo apoyo. —aseguro.

—¿Apoyo? Amber, por Dios... Hablo de apoyo de verdad. Tú noviecito solo estorbará si las cosas se ponen densas. —señaló a Justin con la palma de la mano algo brusco de lo necesario.

—Él es un excelente policía, tú no lo conoces, así que no te permito que lo menosprecies. —miré a si dirección implorando su retorno, y solo necesité observar la forma en la que torcida sus labios para entender que mis planes se han venido abajo.

La vocecilla en mi cabeza que amaba las adivinanzas creó en un segundo un montón de escenarios posibles para el ocasionar el ceño fruncido de Justin. Y detrás de todas aquellas suposiciones coincidimos en algo; hablaba con James, su compañero.

—No sabía que era policía. —regreso de nuevo a la realidad al escuchar a Erick.

—Eso fue obvio. Se le hizo fácil llegar señalando. Por cierto, sigo sin entender por qué no se ha ido de una buena vez.

—Nena... Lo siento. —di un pequeño tras pie hacia un lado cuando tuve el aliento de Justin en mi oído.

—¿Qué ocurre?

—Hay un robo en proceso en el banco central, los criminales están armados y tienes rehenes. Yo... en serio quisiera acompañarte, pero Rojas llamó, el superintendente ordenó a todas las unidades reportarse. —tomó mi mano —De verdad lo siento.

—No te preocupes por mí. Ve y actúa con cuidado, ¿me oyes?

—Sí... —verlo rebuscar en sus bolsillos, casi me hace colocar mis ojos en blanco.

—Ni lo pienses.

—No seas testaruda, yo te estoy fallando, déjame reponerlo. Si le ofreces esto a un taxi, estoy seguro que te llevará —me tiende algunos billetes que no tomo.

—Sabes, tengo una mejor idea, ¿que tal si arrancas de una vez el coche y vas a combatir el crimen?

Sé que insistirá, pero Erick nos interrumpe.

—Ya váyase, oficial. Yo llevaré a la señorita. —Justin lo mira y tras tener una extensa conversación en algún plano alterno al muestro, asiente con la cabeza, da un beso en mi frente y sale disparado. —Ahora, señorita Campell, lo preguntaré por última vez, ¿cree que es buena idea ir a una entrevista con Reyes? ¿Cree que servirá de algo?

—Claro que es buena idea y claro que servirá. Puede que usted no lo vea, pero hay muchos baches que deben ser aclarados, creo firmemente que Reyes tiene las respuestas.

—Entonces vamos, mi auto se esta arriesgando a obtener una multa de tráfico... —Sus pasos me esperaron y en compás caminábamos.

—¿Está seguro que alguien le enseñó como se debe estacionar? Porque si es así, en este momento debe estar convulsionando.

La Sombra De Tu PresenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora