CAPÍTULO 29

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Mar de pesares

Mi día aun no acaba y ya estoy exhausta. Mi visita a la oficina de Erick dejó mi mente hecha gelatina, estoy sentada frente al ordenador, intentando olvidar como sus manos adornaban mi cintura y su aliento golpeaba mi cuello o cuando sus labios...

—Sam me pidió que te asistiera con lo que necesites. —la voz de Mara es capaz de alejarme de mi ensoñación y obligarme a concentrar mi atención en sus palabras.

—Mmm, claro. Ella mencionó algo de eso. —asiento y ambas permanecemos en silencio poco cómodo.

—¿Puedo? —señala la silla a mi lado; vuelvo a asentir. —Tu caso es el de Enrique Franco, ¿cierto?

—Exacto, ¿tienes alguna copia del caso o te dieron algún documento? —cuestiono tratando de regular mi tono.

—No, solo dijeron que tu caso era el que requería de más ayuda jurídica. Así que aquí estoy, supongo que en su gran selección olvidaron escoger a criminólogos más competentes. —No me mira, solo finge leer los papeles que tengo milimétricamente apilados sobre el escritorio.

—Mara, no estoy dispuesta a soportar ese tipo de comentarios. Creo que ambas somos lo suficientemente maduras como para poder interactuar de la manera más formal y profesional posible. —hablo en tono moderado— Estamos forzadas a trabajar juntas y tengo muy presente lo buena que eres, así que, limitémonos a sacar adelante este caso, ¿estamos?

Sus mejillas rojas y labios entre abierto, me permite notar su disgusto, pero, madures y profesionalismo es lo menos que espero recibir de su parte, teniendo en cuenta todo lo que sus actos han ocasionado en mi vida.

—Eres insufrible. —murmura entre dientes, mas decido sabiamente ignorarla.

—El caso de Leila Franco fue mediático en su momento, su tío Gabriel Franco es un político de poder en Georgia y ejerció bastante presión junto a los medios para que el proceso fuese rápido, todo pasó de prisa en el pueblo donde ocurrió el asesinato, fue cuestión de semanas para que todo pasara a manos de la policía estatal y tan solo bastaron un par de meses para que Enrique Franco fuese apresado. —culmino con la mirada en la pantalla— Si quieres más información la puedes encontrar en el archivo que está en la nube o te lo puedo enviar directamente. —sus pies debajo de la mesa, apuntan al elevador y su torso se encuentra inclinado al lado opuesto de mí— Bueno, en este momento me siento un poco estancada.

—¿Por qué? —solo hasta mencionar eso último, capté su atención.

—Hace poco tuve una entrevista con Julián Reyes, exnovio de la víctima y digamos que quedé con más preguntas que respuestas. Solo espero que mi entrevista con Franco sea más productiva en ese aspecto.

—Bueno y a todas estas, ¿en qué exactamente te ayudo yo?

—Estaba pesando que podrías llevar a analizar dos cartas que presuntamente escribió Leila a grafología forense. —Si los resultados arrojan lo que sospecho confirmaría de inmediato mi teoría.

Sin embargo, Mara no se mueve— ¿No me dirás dónde queda criminalística?

—No, no es... no tienes que llevarlo hasta allá, debes mandar el documento y esperar la confirmación de la sargento Pussett. Ella se encargará de que todo llegue en orden. —explico brevemente.

—¿Tengo que hablar con esa mujer? —el gesto agrio que se dibuja en su rostro me insta a sonreír, pero logro reprimirlo.

—Me temo que sí. —no obtengo respuesta de su parte, camina sin modificar su mueca hasta otro ordenador libre y empieza a teclear con cierta resignación.

La Sombra De Tu PresenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora