Preocupación
Estoy a punto de estallar.
Hemos comido todo lo que se ha cruzado, solo han pasado un par de horas y me he olvidado de todo.
Mara ya no parece un tema tan complicado.
Mi caso ya no se ve imposible.
Todo ahora luce más apacible.
Estamos echadas en la cama, riendo de alguna tontería dicha por Regina. La película nos ve a nosotras en vez de ser al revés, desde hace unas horas hemos estado sumergidas en un extenso viaje de recuerdos.
Iniciamos en su primer día en el restaurante, cuando accidentalmente confundió los pedidos de tres mesas seguidas y luego entregó cuentas equivocadas.
—Ese ha sido el único día donde he visto al señor Cristian al borde de una crisis nerviosa. No entiendo porque no me despidió ese mismo día. Lo recuerdo intentando poner buena cara para decirme que saliera temprano y volviera al día siguiente. —sonríe ante el sentimiento evocado.
En esta ocasión, no puedo compartir su emoción, un pensamiento ha estado bailando en mi cabeza y me he encontrado vacilando en la posibilidad de hacerlo realidad.
—Regina... Ahora que mencionas el restaurante, quiero decirte que he pensado en renunciar. —suelto sin más.
—Era de esperarse. —hace una mueca con sus labios —No era saludable lo que estabas haciendo, pero ¿y después? ¿Cómo harás para mantenerte?
—Tengo ahorros. Puedo estar tranquila durante unos tres meses... —comento.
—¿En serio? —Asiento— Entonces hazlo al final de alguno de mis turnos, para irnos juntas.
Asentí.
Es complicado distinguir algún sonido en medio de nuestras risas y la película de fondo, pero creo oír el móvil de alguna sonando en la cocina.
Regina al parecer no lo había escuchado, así que decidí levantarme y atravesar el pasillo que dividía mi cuarto del resto de la casa. Era la primera vez que tomaba el móvil desde la llamada de Steve.
El teléfono que sonaba era el de Regina, un mensaje Estefan al parecer, fue imposible para mi rostro no articular una mueca de desagrado. Definitivamente La sonrisa petulante que enseñaba en su foto de perfil era más que molesta o tal vez, solo me caía muy mal...Quizá fui atrevida, pero no tengo ninguna intención de mostrarle nada a Regina, no merece que acabe con su buen ánimo de forma tan abrupta e innecesaria.
Pensando en ello, coloco su móvil, ahora en silencio, sobre la encimera y casualmente tomo el mío. Me llegó una sorpresa enorme cuando al encenderlo una ráfaga de mensajes se deslizaron por el pequeño aparato, los destinatarios eran diversos, algunas llamadas de Sam, algunos mensajes de Steve, otros mensajes de Sergio, pero uno resaltaba en medio de los demás. No sé cómo explicarlo, no tenía ese número agregado, y la curiosidad insensata me envolvió.
Marqué, entonces, esperando no recibir respuesta, al fin y al cabo, ya era un poco tarde para considerar una llamada oficial. Mirando la hora en mi reloj de pared, divagué en algunos pensamientos, en un día normal, estaría llegando al apartamento, después de una jornada en la agencia, en un día normal, habría encontrado una excusa para estar cerca de Erick. De verdad, estoy perdida en mi pequeña fantasía, porque no noto la voz de la persona al otro lado de la línea.
Me habían respondido y yo estaba demasiado ensimismada en mi el mar de arena favorito.
—No estoy para juegos, cariño. —su voz me congela. No logro gesticular una respuesta, simplemente me quedo con el móvil en la oreja, esperando a que se decida colgar, no quiero que sepa que lo escucho, no debí llamar.— Solo quería saludarte, supe que estás de nuevo en el campo, a lo mejor ahora te sirvan mis referencias.
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La Sombra De Tu Presencia
Mistério / SuspenseAmber Campell es una joven estudiante de criminología apasionada por la mente y comportamiento humano. Su universidad en convenio con una agencia de seguridad privada, crean un programa de prácticas para sus estudiantes más destacados, con el fin de...