CAPÍTULO 26

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Buenas y malas ideas

De verdad no quería arruinar el momento.

Verlo hablar animadamente con Regina era emocionante, su actitud relajada hacía de la sala un ambiente confortable, pero esa llamada no me permitía disfrutar por completo. Temía cometer un error al no decirle nada, pero mi corazón se desbordaba cada que quería mencionarlo.

Estoy dando vueltas en la cocina. Acomodando el desastre que dejamos con la excusa de despejarnos, cada que coloco algo en su sitio, añoro que mi cabeza también ordene todas esas ideas enredadas. Había sugerido cocinar algo para cenar, pero Erick creyó mejor pedir comida a domicilio y al ver la emoción de Regina no esperó mi confirmación.

-¿Ocurre algo? -pego en mini brinco de sorpresa. Su rostro sobre mi hombro tiene las cejas juntas, enmarcando una mueca de preocupación.

-No... ¿Dónde está Regina? -pregunto, girando sobre mis pies.

-Recibió una llamada y salió de la sala, quise esperarte, pero tardaste demasiado. -una intrépida sonrisa logró colarse en mis labios. Estaba muy cerca, traté de apartarme, pero no lo permitió, de hecho, sus manos rodearon mi cintura.

Sus ojos me atraviesan, las palabras son innecesarias. Suspiro, enceguecida por el torbellino de arena que trae su presencia, él me impide ver con claridad, a su lado todo luce lejano y borroso, mas la seguridad con la que me mantiene entre sus brazos, logra alejar cualquier deje de incertidumbre. La tranquilidad me envuelve y nuestras respiraciones entrelazadas me embriagan.

-Amber -inicia con firmeza -, no soy capaz de fingir demencia. Te juro que lo intento, pero es muy complejo mantenerme lejos de ti.

-Erick, yo...

-Vamos, no puedo ser yo él único que siente esto. -una de sus manos abandona mi cintura para tomar lugar en mi mejilla -Recuerdo con exactitud cada una de tus palabras, sé que quieres que nos limitemos a lo profesional, pero... solo te pido que lo digas una vez más. Pídelo de nuevo y te prometo que esta vez sí cumpliré con mi palabra.

Las palabras colisionan y se bloquean en mi garganta. Debería rechazarlo, es mi superior, no es profesional mantener una relación como esta en el trabajo y menos con tu jefe directo, además, si decido ignorar deliberadamente toda razón y lógica, aún queda el miedo, si nos descubren, mi carrera se puede venir abajo, ¿cómo le doy a mis padres una noticia como esa? No puedo decepcionarlos de nuevo. Tal vez él sufra de alguna sanción, pero es bien sabido que en casos como este la parte que más es señalada y juzgada es la mía. ¿Cómo podría defenderme de los rumores en mi contra? Nadie me creería.

No sabría describir mi mueca en ese momento, pero sí la de Erick, era como si pudiese leer cada pensamiento que cruzaba mi mente y a pesar que yo no sabía cómo responderle, él tenía claro lo que diría.

-Creo que... -

Antes de lograr culminar mi frase, el sonido del timbre llegó a nosotros. No me soltó en seguida, se tomó un par de segundos para inspirar fuerte y posteriormente se alejó de mí.

El vacío que deja su ausencia fue llenado con la pena y malestar que ahuyentaba su presencia. Ahora el frío es el encargado de envolverme, oprime mi cuerpo hasta dejarme sin aire, siento que no puedo respirar, pero me obligo a recuperar la compostura cuando tocan la puerta con impaciencia.

La comida había llegado, así que me dispuse a servir todo y ponerlo en la mesa.

-¿Eso se ve muy delicioso o tengo mucha hambre? -exclama Regina tomando lugar en una de las sillas.

-Solo sirve para ustedes, no las acompañaré. -escucharlo a mis espaldas volvió a crear escalofríos en mí.

-¿Por qué? -agradezco que ella preguntara, no soy capaz de mirarlo a la cara y mucho menos de dirigirle la palabra.

La Sombra De Tu PresenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora