La Sombra De Tu Presencia

CAPÍTULO 21

Noticia memorable

Ya terminé todo el contenido del vaso.

Y para no estampar la cabeza contra la mesa, jugueteo aburrida con el pitillo. Llevo un buen rato sola y el señor detrás de la barra no para de echarme oleadas curiosas.

—¿Estás esperando a alguien, linda? —un platico blanco aparece frente a mí lleno de galletas con chispas de chocolate.

—Yo no pedí... —

—Lo sé. —interrumpe sin que su sonrisa vacile.

—No. No estoy esperando a nadie, vine con él —señalo la puerta cerrada de la oficina, donde está con la mujer que nos atendió, tomando en un puñado las galletas. Las chispas explotan en mi paladar.

Soy adicta al chocolate.

—No eres de por aquí, ¿cierto?

—No vengo a menudo. —mi desconfianza hacia el mundo no me permite revelar nada que pueda llegar a ser crucial. —¿Y usted? ¿Lleva viviendo aquí mucho?

—Toda una vida. —vuelve a sonreír.

—Esta en medio de la nada. —señalo en lugar con la mirada —Supongo que no tiene clientes habituales.

—Eso en parte es cierto. Aunque para un ermitaño como yo, no es problema. Alguna que otra persona si es amigo de la mesa.

—¿Y eso quiere decir?

—Que sí tengo clientes frecuentes. —Justo estaba a punto de preguntar más, pero Erick salió con su habitual ceño fruncido y mueca de formalidad hacia mi dirrección.

—Nos vamos. —informó sin dejar marco a la duda.

—No te has tomado tu café. —murmuro con ánimos de molestar.

—Sobreviviré.

La mujer no salió con él. No tengo tiempo de cuestionar, ya estoy junto a Erick caminando a la salida, de último momento me giro para despedirme del hombre con el que estuve hablando, pero no me miraba, de hecho habla con uno de los clientes, que estaba solo en su mesa.

—¿Por qué estamos tan apurados? —pregunto. Ya estamos en la carretera y no ha soltado ni una sola palabra.

—Tenemos que llegar a la agencia y mandar a analisar la evidencia. Busqué a una de las mujeres que vi en el video de seguridad hablando con Reyes y es ciudadana francesa. —me mira de reojo, como si todo fuese obvio.

—Pues, esta muy lejos de casa. ¿Y eso qué?

—Se supone que debiste leer todo relacionado al caso. —suspira pesadamente- Es algo curioso, la persona que encontró el cuerpo de Leila en el lago, era una mujer francesa, lo leí en el expediente cuando supe que tenías el caso.

—¿Leíste todos los expedientes?

—Claro que no. A duras penas tengo tiempo de leer los que me pertenecen. —comenta relajando sus hombros.

—Entonces, ¿por qué leíste el de Franco?

—Ya te lo dije, cuando supe que tu lo tenías, lo busqué. —No pude evitar mirarlo con una escurridiza sonrisa que se coló en mis labios —Si quieres que cumpla con lo que pediste no me mires así.

—¿Lo que pedí? —desconcertada pregunto. Borrando mi sonrisa.

—"Le sugiero solo dirigirse a mí cuando de trabajo se trate." —recita con exactitud mis palabras. —Te prometo que eso intento, pero se está complicando cada ves más.

—Lo lamento, sargento.

—No quiero que lo lamentes, quiero... —se frena antes de terminar— Respóndeme algo.