15. A

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Cuando desperté, la lluvia había cesado en algún punto de la noche. El reloj marcaba la una de la madrugada. Me siento tan plena. Tanto que la canción de los grillos y el croar de las ranas era aún más relajante que antes.

Comencé a caminar por la cocina, preparándome un bocadillo de medianoche. La luna llena ilumina el denso bosque y la sensación de estar en casa se volvió tangible, como si durante mi vida hubiera corrido para llegar a algo, y esa carrera terminase justo ahora. Aquí. Conmigo parada frente a la ventana.

La sensación me duro unos minutos, antes de ser remplazada por una en donde quiero adentrarme en bosque y con lo poco que ya vi, quiero descubrir aún más. Perderme en su follaje y tirarme en algún punto. Por el rabillo del ojo, vi algo moverse entre el sofá y la mesilla.

Con movimientos robóticos caminé allí, pero solo vi mi short y mis pantis en el suelo.

― Amm. ― Sonreí con complacencia. Llevando la ropa a mi habitación.

Me detuve en seco. Mirando la sombra negra sobre mi cama. Es... es imposible que sea una sombra proyectada. No hay manera. No.

Miles de pensamientos se arremolinaron en mi cabeza. No hay donde correr, el pueblo esta a dos horas en auto. No hay nadie aquí, solo yo. Caer en desesperación no suena a una idea cuerda. Y el primer sonido que salió de mi garganta es un sonido estrangulado de una risa nerviosa.

― ¿Volviste? ― Rei de nuevo. ― Después de seis años, decidiste volver. ― Deje caer la ropa a mi costado. ― Bueno. Tal parece que estar sola sacara el resto de mi esquizofrenia, ¿No? Que estes aquí lo justifica. ― Camine al tocador en busca del asqueroso frasco blanco. Mis manos temblorosas tiran todo a su paso.

Tomar esta mierda amarga no figuraba en mis planes. Años me la pase jurando que no estoy loca. Años en los que tuve que medicarme. Años sin dormir.

― Tu nunca dices nada. Pero estas. ― Mire las letras negras del frasco. ― ¿Cómo sé que eres real y no un invento como mi doctor siempre afirmo? ― Vi de nuevo la figura sombreada. Sus ojos fijos.

― ¡Acaso te comió la lengua el lobo o de plano no puedes hablar? ― Su dedo negro apunto en mi dirección.

― ¿Yo?

Asintió.

― ¿Quieres que te diga que te concedo hablar o alguna mierda parecida? ― Mis palabras fueron ahogadas por el aullido del viento que hizo abrir las ventanas, la lluvia entro. Un escalofrió me recorrió el cuello. La temperatura pareció bajar de la nada.

Por instinto corrí a ellas y las cerré de golpe. Pero la sensación de ser amenazada circulo en el aire. Le di la espalda a la ventana, pero... al girarme... la sombra no está.

Y de alguna forma me hace sentir desprotegida. En mi retorcido interior se, que "eso" no me haría daño. Pero justo ahora, el silencio es inquietante.

Además, si hubiese querido hacerme daño, ya lo habría hecho desde antes y no ahora.

No sé cuántas veces me he dicho eso, si tuviera un dólar cada vez que lo repito, quizá ya seria rica.

La cosa está en que cuando era niña, era obvio que eso iba a asustarme demasiado, pero ahora, siendo mayor y teniendo 25 años de experiencia. Es real que no asusta tanto como debería, más bien, me causa una especie de curiosidad.

Solo quiero saber que quiere de mí, que es lo que necesita.

No.

Dijo una vez, que me quería a mí. ¿O lo imagine?

¿De qué forma?

Bueno, esa es la pregunta para ganar la lotería. Y no la se.

Hacer todos estos recuentos se está volviendo agotador y la paciencia en mi interior no dará para mucho. No sé ni porque estoy despierta a esta hora en primer lugar.

El Secreto Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora