8. D

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Una ocasión leí que:

"Uno carga consigo mismo más haya de donde vaya"

En su momento carecía un poco de sentido, ahora me doy cuenta de que tiene mucha razón en esas nueve palabras. Hace una semana que llegué y no he podido avanzar mucho para deshacerme de las cajas que inundan gran parte de la casa, porque he ocupado muchas de esas tardes en llorar.

No es que quiera hacerlo.
No puedo evitarlo. Mi mente tramposa evoca recuerdos y no hay manera de salir.

Al menos no sin los lagrimales intactos.

Se que la mayor parte de mi viaje dije que es parte de mi karma y me lo merezco, pero la verdad es que no lo acepto.

Me niego que por el simple hecho de que hiciera justicia y al mismo tiempo viera primero por mi felicidad, la vida me lo atribuya, quitándome todo lo que me importa. Me dejo sola.

Y en un grado me molesta, me molesta tanto como lo agradezco, lo que es sentimiento confuso.

Cada que intento dar un paso, - que siento que me lleva a la dirección correcta - , hay algo que me lo impide, a veces lo siento muy presente y otras las siento muy vago, como si dejarme caer la desgracia, pendiera de un hilo y de la decisión de si cortarlo o no fuera un mero chiste de que tan desgraciada me quiera ver.

Y justo ahora, estoy en un rincón de la casa, cegándome de miedo.

Rezando a cualquiera que escuche que me ayude.

Se que hay algo dentro de mi casa, algo que no tiene nada de humano. Ahora que estoy cuerda y con cero cansancios en mi sistema, sé que la cosa que me visito en la posada es la misma que está cruzando la puerta.

Allí, opte por no tomarle importancia, pero aquí, estando sola; si eso decide que ya no me quiere viva, no habrá poder humano que lo detenga y para mi buena o mala suerte, encontrarán mi cuerpo pasado una semana más.

Seguro que será desagradable.

Pero si soy honesta, la sensación que me da "eso" y lo que ahora me provoca "esto". No se parecen en nada, como si tuvieran una vibra energética diferente.

Y la de ahora me aterra, quizá este de malas.

¿Y si esta de malas para que carajos viene?

Escucho como algo cae al suelo y se rompe. Estoy casi 100% segura de que es el jarrón azul de la mesa, los sonidos se vuelven más caóticos.
- Oh. Cielos. - Las sillas se corren por el suelo, las patas de madera produciendo un arrastre demencial debido a la madera y la fricción.

Cierro los ojos con fuerza. Me pego más a la pared y quito el seguro del arma.

Joder.

Joder.

Mis manos tiemblan, me es imposible tener un blanco fijo.

Lo que sea que se esté peleando dentro de mi casa, se acaba de estrellar contra la puerta de la habitación. - Oh - Más cosas caen dejando ruido y desorden a su paso, estoy segura de ello.

Si no hago nada, quizá se vaya.

Se ira cuando encuentre lo que busca y mañana me asegurare de que no se repita, sellare cada hueco y reforzaré la cerca de ser necesario.

La luz que emite la chimenea se apaga con un chs, que hace crepitar las llamas en protesta.

La habitación conjunta se queda a oscuras. Corro a la pared opuesta y presiono el interruptor, haciendo que este lado quede sumido en la penumbra.

<<Respira Amara>>

Retrocedo con pasos lentos. Escucho un gruñido y palabras que no entiendo, uno de los cristales de la ventana se rompe, haciéndome saltar del susto, cubro mis oídos con ambas manos.

No puedo adivinar cual fue.

Todo queda sumido en el silencio, el aire se coló en casa, produciendo un quejido fantasmal, como un bramido lleno de furia que llega a través de la rendija baja de la puerta, hasta los dedos de mis pies.

Mi respiración es errática.

- Ya no hay ruido. - Lance la oración en un intento desperado por llenar el vacío creciente y conocer el estado en el que me encuentro.

<<Bien. Ya no hay nadie>> Mis pasos en dirección a la puerta se vuelven lentos y precavidos, como si mi vida dependiera de no pisar una trampa mortal escondida en alguna parte del suelo.

Se siente como aquella vez que me cole en la casa de mi victima número dos. Un idiota abusador que además de eso, era un consumidor de pornografía en cantidades superiores.

Esa noche camine por su habitación mientras dormía, husmeando por su casa, buscando pruebas que lo inculparan sin necesidad de mancharme las manos. No necesite buscar mucho, escuche sollozos en una de las puertas, un lastimoso "ayuda", llego hasta mis oídos.

Y eso fue todo lo que necesite para abrir la puerta y ver a la chica llorando en una de las esquinas. Con todo el dolor de mi corazón, tuve que dejarla y llamar a emergencias desde dos cuadras atrás.

Esa noche, una parte de mi esperaba que todo fueran murmullos entre la muchedumbre y no la imagen real que acababa de adherirse a mi memoria.

Minutos después las luces de las torretas iluminaron la calle, apagándose en segundos y adentrándose en esa casa del horror.

En noches como esta, extraño a esa Amara temeraria.

Observo el pomo de la puerta.

Una luz blanca me deja ciega por unos segundos, la puerta se abre de golpe, desestabilizando mi seguridad y revelando a la sombra que conozco de toda la vida.

Su negrura me engulle, derribando mi cuerpo al suelo. Todo se vuelve negro.

Hola motitas, actualización corta

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Hola motitas, actualización corta.
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