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Una vez dentro. Cierro la puerta con seguro.

Aprieto los ojos y repito en mantra: Estoy a salvo, estoy a salvo. Como si eso me ayudara a creerlo.

— Estamos vivos pequeño amigo.

— Milagrosamente. Si, lo están. Debo decir que me sorprende que ambos. — Las velas del lugar se encendieron en algún momento.

Escucho atenta y lo confronto, parece un hombre de unos cuarenta años, usa gafas negras, su ropaje parece ser de manta, lleva un collar de cuencas negras y beiges, ambas manos de aquel hombre sostienen un bastón plegable...

Un hombre ciego.

— ¿Usted vive aquí?, quiero decir, gracias por darnos refugio. Es solo que.... Hace no mucho me mude aquí.

— ¿Acaso nunca te advirtieron de los peligros del bosque?, ¿Por qué mudarse aquí en primer lugar?

— Señor, no es mi intención importunar. De verdad no sé cómo llegue aquí, solo iba a explorar un poco y... de la nada todo se torció, pero agradezco a quien quiera que me trajo hasta aquí. Es probable que hubiera...

Levanto una mano indicándome silencio, desplego su bastón y camino en mi dirección.

— Mucha gente se rinde ante sucesos como estos. La mayoría por el miedo, un peligroso estimulante o sedante si no se sabe controlar. Debes tener a alguien importante esperando por ti.

— Señor yo... — el hombre se acerco demasiado, ya veo.

Un escalofrió me recorrió la columna. Es gracioso que diga eso, siendo él un hombre ciego.

— Sabías que era difícil escapar y aun así. Lo intentaste, cruzaste el pantano que rodea la cabaña. Y llegaste hasta aquí. Me intriga conocer tu nombre.

El hombre ciego. Parece leerme con cada respiración que doy.

Estoy empapada hasta el cuello y este se dedica a verme con la frente. Frunce la nariz en cada respiración. Huelo a moho y agua estancada. Tengo sangre en la frente y en las manos, sin contar el ave de ala rota entre mis brazos.

— Señor. Tiene. ¿Tiene un botiquín de primeros auxilios?

— ¿Lo tengo? Si. Pero aún no se tu nombre y te he dejado entrar a la morada. Lo mínimo que merezco es saberlo.

— Mi nombre es...

Un viento azotó con violencia cada una de las ventanas. Silenciando mi voz.

El hombre sonrió. Una sonrisa de trampa, como su supiera algo.

— Dentro del cuarto a tu izquierda hay cosas que te pueden ayudar. No hagas nada imprudente y no salgas de aquí. De nuevo intentarán venir por ti. — paso de mí.

¿Habla de los lobos?, ¿por qué me lo dice?, ¿saldrá con ellos merodeando? Me gire para ver su silueta de pie frente a la puerta.

— Señor. ¿Necesita ayuda?

— Un hombre ciego como yo. Que ha vivido en esta casa por siglos. No necesita de la ayuda de una novata que casi "muere" ahogada. Ya regreso.

Desplegó su bastón y salió. El frío recorría mis entrañas. Así que con miedo caminé a las ventanas colocando el seguro. La casa no estaba en óptimas condiciones, pero es aceptable. Es mejor a dormir fuera por esta noche.

— Pequeña ave. Tenemos que revisar tus alas.

Entré a la habitación, la única vela del lugar irradia luz sobre las cosas. Formando sombras y colores a mi alrededor.

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⏰ Última actualización: Aug 26 ⏰

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