El vestido blanco ondea con el viento que mese las olas. El acantilado se ve tan terrorífico y hermoso, que no siento las manos de mi prometido envolverme en un abrigo caliente.
— Un día de estos vas a darme un buen susto.
— Lo siento. De nuevo hice que te levantaras antes. — Gire mi rostro en su dirección y dejo un beso casto en mi frente.
— No tiene caso seguir en cama, si no te tengo entre mis brazos. ¿Vamos dentro?, aún quedan unas horas antes de que amanezca.
Se agacho para tomar la lámpara de gasolina del suelo.
— Es peligroso que salgas tan entrada la madrugada. Hay peligros fuera de casa. Peligros de los que no podre protegerte si no estas cerca o en mi rango de vista. ¿Lo entiendes, verdad mi luna?
— No vamos a poder escondernos en esa cabaña toda la vida. Tarde o temprano él vendrá. Puede que sea cuando salgas a hacer tu trabajo o cuando salga a recolectar las verduras. Es algo que será inevitable. Arius, disfrutemos de esto mientras podamos.
Puse mis manos alrededor de las mejillas de ese hombre al que acabo de llamar.
Sus manos me rodean la cintura y entierra su cara en el espacio de mi cuello, levantando mi cuerpo, haciendo que mis pies no toquen el suelo.
— Naztia, eres la oscuridad en mi vida, eres la razón de que mi cuerpo salga cada día de cada año de cada siglo, a buscarte. No tenerte a mi lado me vuelve loco de angustia.
>> Eres las estrellas de mi cielo, el manto que borra mis huellas y cubre mi cuerpo. Espero demasiado por ti y discúlpame si eso te abruma, pero no hay manera de que consienta que te alejes por tanto tiempo. Unos minutos para ti, podrían convertirse en años de espera. Años en los que tendré que hacer demasiados viajes, con demasiadas búsquedas, hasta encontrarte de nuevo y poder disfrutar de tu cuerpo entre mis brazos. Así que no me culpes por querer esconderte. Solo busco ganar tiempo.
La emoción en mi pecho se volvió estridente, era protagonista y también espectadora. Aunque mi yo espectador, sabe que esa mujer, en los brazos de ese hombre, no soy yo.
Mi cabello no es castaño y no uso vestidos bohemios de apariencia victoriana, ni mucho menos uso cintas en el pelo.
Todo en torno a mí se volvió borroso, como si estuviese compuesto de arena y comenzara a desmoronarse. No quiero dejar a este hombre que me ama. No quiero que sus brazos me suelten, no quiero abandonar la seguridad y el calor de sus palabras. Quiero quedarme aquí, con él. Con mi...
Prometido.
La luz del sol cegó mis ojos, obligando mi vista a adaptarse al calor de la mañana. No recuerdo haberme ido a dormir. Seguro fue mientras lloraba.
Algo dentro de mi boca sabe dulce y amargo. Me fui a la cama sin cepillarme los dientes, que desagradable y que sueño tan raro.
Poner los pies en el suelo me costó un dolor insoportable. Ayer no hice gran actividad física, pero se siente como cuando salte con paracaídas por primera vez, la adrenalina del sistema se agota y te quedas adolorida.
La puerta está cerrada con seguro, la sala se encuentra en orden, pero hay algo inquietante en el aire.
— ¿Por qué me da la impresión de que algo me falta?
El espejo del baño tiene una mancha enegrecida a un costado. Lo que es raro porque nunca la había visto.
O no le había puesto atención.Da igual.
Sirvo un plato de cereal mientras espero que la carne del sarten termine de cocerse.
Las aves cantan a coro, el viento está tranquilo e insisto: Hay algo que falta. ¿Pero que?

ESTÁS LEYENDO
El Secreto Del Bosque
FantasíaEn el norte, adentrado en un bosque, vive él. Y su compañero de casa es quien menos esperas. Ella se muda con la intención de olvidar, prometiendo hacer camping tres días cada mes. Hasta que, en un intento desesperado por escapar de los lobos ham...