Sudo en frio y por un segundo sentí que volvía al pasado.
— Nunca volvería ahí. Ni estando loca.
Mis manos tienen un ligero temblor. Me siento nauseabunda. Caigo en la cama de nuevo.
Inhalo. Exhalo.
Estoy bien.
Giro sobre mí misma, tomando las sábanas a mí alrededor en un abrazo. La tela es suave bajo mi mejilla. Observo la flor amarilla sobre la mesilla junto a la cama, se encuentra en un florero de porcelana en forma de hueso curvo. De no ser por el color, bien pudo parecer un pequeño tronco.
— Narcisos.
Inhalo tanto como puedo, como si el aroma pudiera volar a mis fosas nasales.
Mi corazón late en su ritmo habitual y mis manos han dejado de temblar. Es una odisea tranquilizar mis emociones después de una pesadilla como aquella. Hacia tantas noches que no tenía un sueño como ese. Me saco de lugar.
Me dejo... vulnerable.
Con la luz del día bañando la habitación. Puedo ver las motas de polvo bailando en los rayos de sol.
Esta no es mi cabaña, eso es seguro. Mi revólver no está debajo de la almohada, como siempre lo hace. Y si la veo con detalle. Diría que es... masculina. Carece de ese toque de vida. Y lo único que anima la habitación son esas florecillas.
No hay libros, ni retratos... analizo cada ruido a mí alrededor antes de tomar una decisión imprudente.
Se escucha como alguien corta madera en algún lado, fuera de casa.
Incorporo mi cuerpo y recargo la cabeza en el respaldo de madera de la cama. Hay un aroma a tierra húmeda y lluvia en el aire, al igual que un toque de... barro y moho.
Entonces todo vuelve como un golpe crudo.
Miro mis brazos y uno de ellos tiene una venda larga, de la muñeca al codo. El otro tiene moretones y rasguños en varios lados. Visto un camisón de un blanco pulcro y mis piernas están en peor estado que mis brazos. Ambas piernas tienen vendas, una del tobillo a la rodilla, el morado es más intenso en algunas zonas y se... que mi pierna izquierda tiene puntadas, siento la piel estirada y unida por algo. Aun debajo de la venda que lo recubre. Me siento como una momia.
Por increíble que parezca, me siento adormilada y despierta en muchos aspectos. La vela consumida en el escritorio me recuerda a lo asustada que estuve. Un pequeño ropero ocupa parte de la pared junto a la puerta. A su lado hay una silla. Una silla que porta mis pertenecías encima. Mi pantalón de deporte limpio, al igual que mi camiseta sin mangas.
No hay ropa interior, ni calzado.
Vuelvo a sentarme en la cama. Perdiéndome entre el negro de mi ropa.
Anoche. Anoche esa cosa me toco de nuevo, pude verlo, bueno, verlo en algún punto. Casi me derrumbo ante el recuerdo cosquilleante y el miedo que me envolvió. Casi me vuelvo comida para lobos y casi muero por un resbalón al caer de un peñasco alto. En teoría caí, abriéndome la frente sin darme cuenta y...
La cabeza, mi mano toco la herida, un parche de gasa lo cubre.
— Genial.
Poco a poco las piezas llenan los vacíos y lo único que queda de incógnita es saber: ¿Cuándo tome un baño?, ¿A qué hora me quede dormida? Y ¿Por qué toda mi ropa ahora está limpia?
— Mierda Amara. Pudiste caer en el agujero de un psicópata. — Me reprendí. Había que hacerlo en voz baja o el intruso lo hará de manera menos agradable.

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El Secreto Del Bosque
FantasyEn el norte, adentrado en un bosque, vive él. Y su compañero de casa es quien menos esperas. Ella se muda con la intención de olvidar, prometiendo hacer camping tres días cada mes. Hasta que, en un intento desesperado por escapar de los lobos ham...