Capítulo Veintidós: Pasado

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Perdón por las faltas de ortografía.

Colin

Le pasé el vaso de agua para que se calmara. Estaba por empezar a arrancarse las uñas de los nervios. Su mano se aferró al vaso mientras miraba a todos lados desesperada.

—Cami, él no está aquí —pasé una mano por su espalda—, no lo he visto.

—Pero yo sí a su abuelo, siempre están juntos.

Odiaba estos eventos; la ponían muy nerviosa, ya que el padre de su hija siempre solía asistir. Aunque él está enterado de su paternidad, los demás no, y el parecido era muy notorio.

Entierra más las uñas en mi mano.

—Nadie se dará cuenta del parecido, no conocen a Sammy —paso la mano por su cabello en una caricia suave; eso siempre la tranquilizaba cuando era pequeña—. Todo va a estar bien.

—¿Lo prometes?

Cuando sus ojos me miraron al borde de las lágrimas, algunos recuerdos de la niñez volvieron a mi mente. La rodeé con el brazo para dejar un beso en su frente.

—Te lo prometo.

Una chica castaña camina hacia nosotros; el agarre de mi hermana se intensifica y siento cómo su cuerpo se tensa. La identifiqué como la menor de los Marshall, pero en verdad no sabía su nombre.

Como su existencia es irrelevante para mí, no veía por qué aprenderme su nombre.

—¿Qué quieres? —las palabras de mi hermana fueron escupidas con tanto veneno.

—Harry me mandó —aprieta más mi mano—, dice que tu cuñada está afuera y que se ve muy mal.

Los dos nos volteamos a ver y salimos corriendo en su dirección. No me importó que todos me vieran mal, tampoco que casi tirara a un mesero con copas; solo quería llegar a donde ella.

Cuando llegué, encontré una escena muy rara: mi abuelo peleaba con el primogénito de los Marshall, mi hermano estaba arrodillado al lado de mi esposa, la cual estaba totalmente perdida en sus pensamientos. También había un hombre extraño solo mirando; en cuanto me vio, se alejó.

Lo conocía, era el hombre que canceló la cita hace unos días.

Me arrodillé a su lado, puse una mano en su mejilla para hacer que me mirara. Era una imagen dolorosa de ella, el miedo reflejado en sus ojos mientras las lágrimas caían de sus mejillas. Tomé su mano como si intentara quitarle su dolor.

—Katherine

Sus ojos azules se encontraron con los míos; había algo diferente en la forma en que me miraba, algo que solo me hacía querer abrazarla y nunca soltarla, obligarla a quedarse conmigo.

—Cole...

Dejó caer la cabeza sobre mi pecho; mis manos la rodearon como si de una muñequita de cristal se tratara. Mi abuelo seguía su discusión sin darle importancia al asunto; Camille se acerca a mí.

—Hay que llevarla a casa —susurra.

La tomé entre mis brazos; mis dos hermanos venían detrás mientras caminábamos al auto. El camino fue silencioso, me tocó ir en la parte trasera con mi esposa; ella no quería separarse. Al llegar a casa, la llevé a la habitación, me deshice de su vestido y le puse una de mis camisetas para que estuviera más cómoda.

Seguía viendo un punto fijo en el suelo sin querer levantar la mirada; yo solo me senté a su lado sosteniéndole la mano, no esperaba una respuesta, solo quería que estuviera tranquila.

Cinco Semanas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora