Escenas de violencia verbal y física, leer con precaución.⚠️
Dylan Lumbard.
Lo senté en el borde de la cama, todas las paredes eran blancas con símbolos rúnicos tallados en ellos, algunos eran oscuros y otros tan solo grises debido a los años, era el único lugar de toda la mansión inmune a la magia, inmune a ellos.
Luke la había diseñado, creo que fue junto con mi hermano. Siempre estaban juntos, cuando éramos niños era difícil que nos dejaran estar solos. Nunca supe porqué, solo recuerdo a mi hermano pegado a él como si estuviera evitando que algo sucediera.
Miré al Omega, sabía que reconocería que su padre también estaba en los trazos rúnicos, en la magia de las paredes. Pude escuchar a su lobo en mi cabeza, era lento, estaba molesto.
Se quedó estático, aún parecía estar reconociendo mi olor debido a los movimientos desenfrenados de sus fosas nasales y la torpe tos en respuesta a la velocidad con la que estaba respirando. Sus ojos regresaron a su lado humano, las orejas del lobo desaparecieron, no estaba mirándome y el terror de su olor se mezcló con la vainilla y la canela, lo agradecía en parte, era más fácil controlarme.
— Mi padre diseñó esto. — susurró jugando con sus manos. Había sangre en ellas.
Suspiré en busca de evitar tener esa conversación, no era momento de introducción histórica entre nosotros y menos si incluía a su ex manada. Abrí las puertas del armario que rechinaron ligeramente, tomé una sudadera blanca y unos viejos pantalones de mezclilla que asumía que le quedarían grandes pero era todo lo que tenía.
— Ponte esto. — demandé lanzándolo sobre sus manos, se exaltó poniéndose de pie.
— Pero..yo..
— ¿Te pregunté algo?, dije que te lo pusieras. — respondí de mala gana.
Las lágrimas regresaron a sus ojos y un débil esmeralda vibró detrás de ellas, aún su lobo estaba allí, era la primera vez que veía a un omega tan en control sobre su lobo, lucía humano de no ser por el característico olor de su lado animal.
Asintió cabizbajo apoyando con suavidad la ropa sobre el borde de la cama, sus manos fueron hacia el borde de su suéter, se quedó estático mordiendo su labio inferior, tenía miedo, algo no estaba bien.
Alcé mis cejas divertido, no podía ser real, ¿acaso estaba molestándome?, era un Omega en la habitación de un Alfa que había salvado su vida pero aún se comportaba como un perro acorralado.
— No te pedí que me salvaras. — bufó quitándose la sudadera con brusquedad. — No te pedí una mierda. — su voz por un segundo se perdió en la oscuridad y pude sentir algo que no fui capaz de reconocer, pero definitivamente no se escuchó como un Omega.
— Repítelo. — siseé entre dientes.
Lo miré fijamente sin importarme que estuviera desnudo frente a mi, pude sentir el deseo arder debajo mi piel y como el lobo rugió en mi mente. Negó lentamente poniéndose la sudadera en torpes movimientos, su torso estaba cubierto de cicatrices recientes, lucían hechas por armas conjuradas, era extraño, estaba prohibido usarlas como método de tortura, no nos asociábamos como brujos, no desde la muerte de mi hermano.
Me acerqué con velocidad sin dejarlo reaccionar, lo empujé con fuerza contra la pared a sus espaldas y un quejido de dolor se deslizó por sus labios, sus manos fueron hacia mi pecho dándome torpes empujones.
Mis manos tomaron sus muñecas con brutalizad y estampé las suyas a cada lado de su cabeza sin importarme lastimarlo, estando a esta cercanía pude distinguir que era mucho más alto que él y lucía mucho más débil y pequeño sin tanta distancia entre nosotros.

ESTÁS LEYENDO
Alfa.
FantasíaDeslicé mi mano por el largo de su cuello, su respiración se aceleró y su pecho comenzó a subir y a bajar con desenfreno. Lo miré fijamente perdiéndose más a cada segundo, quería morderlo, quería hacer tantas jodidas cosas. - Mío. - gruñí entre di...