¿Puede revertirse?

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Luke Kenahl.

Mis manos rozaron su piel debajo de la sudadera. No sabía que se rasuraba tan seguido. Pero me agradaba. Necesitaba sentirlo.
Su olor inundó mis fosas nasales. Aún estaba allí.
La lluvia, el ligero olor a chocolate, el bosque.

Lo escuché hablarme. Elegí ignorarlo.
Lo había extrañado tanto.
Su calor.
Su voz.
Su cercanía...joder..

Tan mío.
Pensé cuando dejó caer su cabeza hacia atrás descubriendo su cuello. Sus manos seguían en mi cabeza, sus dedos enredados en mi cabello.

Lo escuché gruñir. Su lobo aún me recordaba, aún podía sentirme. Aunque mi magia me haya borrado de Dylan. Aún podía sentirme.

Por un segundo olvidé que los chicos estaban a aquí. Que su mate estaba aquí.
No me importaba, era capaz de desintegrar a cualquiera que atravesara ese puto umbral y nos interrumpiera.

Incluso si era Matt.
Maldición Matt.
Lo siento tanto.

Habló, nuevamente. No estaba seguro de qué dijo, solo escuché mi nombre en su voz. Ronco y distante.
Podía sentirme, joder, aún podía hacerlo.

- Luke. - repitió en un jadeo, pude verlo tensarse.

- Silencio... - gruñí rozando mi nariz contra todo el largo de su cuello, acaricié cada parte descubierta de su abdomen, llegué hasta sus clavículas.

- Debes detenerte. - volvió a jadear.

Me detuve cuando me encontré con sus labios. Mis ojos permanecieron cerrados.

- También puedes sentirme... - afirmé algo obvio, si, pero necesitaba escucharlo.

- Puedo. Pero no puedo hacer esto.

Me empujó con suavidad, el aire se sintió frío. Incliné mi mentón hacia abajo en busca de su rostro. Me sentía mucho más alto, no nos recordaba tan lejos como estábamos ahora.

Sus ojos estaban rojos, sus mejillas combinaban con ellos. Me miró, un pequeño mohín se formó en sus labios.
Comenzó a llorar nuevamente.
Me empujó, una y otra vez. Sus manos eran puños pero sus golpes no dolían.
No quería lastimarme, quería descargarse.

- Me mentiste..... - sus sollozos eran fuertes y estaba seguro de que lo escucharían, porque no solo había llanto, había gritos. - Todos estos malditos años, me trataste como una puta basura..yo.. - me obligué a mirarlo. La imagen dolía, comenzó a rugir y las orejas de su lobo se abrieron paso entre su cabello, nunca lo había visto transformarse de esta manera, algo estaba mal con su lobo.

- Le estás haciendo daño, debes calmarte. - mis manos se posaron sobre sus hombros, pero él se removió con brusquedad sin dejar de empujarme.

- No. - me miró detrás del lobo. - le haces daño.

- No puedo hacerle daño.

- ¿Por qué?. - las orejas del animal se alzaron en busca de mi voz. Se veía tan...

Quería abrazarlo y protegerlo de todo el puto mundo.
Dylan estaba de pie frente a mi. Sus ojos ardían en el carmín. Sus labios estaban apretados. Su pecho subía y bajaba. Lucia casi humano, excepto por las orejas negras y peludas que se alzaban sobre su cabeza.

- No puedo y ya.

- Tú y tus jodidas mentiras de mierda.

Tenía razón, pero no podía decírselo. No ahora.
¿Cómo lo haría?, Matt estaba a escalones de distancia junto con el resto de la manada.

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