Guerra de almas. Parte I

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El arquero.

Luke.
Apellido desconocido.

Las hojas secas crujían debajo de mis pies, la luna brillaba iluminando todo el bosque y los niños avanzaron corriendo a algunos metros de distancia de nosotros. Uno de ellos ya se había transformado y llevaba el lazo entre los dientes.

Otra de las tantas tradiciones de los Lumbard, el lazo se colocaba en sus dientes como "trofeo" por su primera transformación. No era simple seda, también estaba conjurada, solo los Betas podían romperla, si había un omega, se transformaría en plata haciéndole daño al lobo.

Su lobo era marrón, era un Beta. Me parecía una tradición bastante enferma, eran niños, no eran conscientes de la diferencia entre un Beta y un Omega.

Habíamos pasado las últimas tres horas caminando, debíamos alejarnos de la mansión para que sus madres no interfirieran con su primera transformación. Algunos incluso eran hijos de Betas de manadas vecinas.

Como el pequeño Timi, su nombre era Thomas pero Dylan le había otorgado ese apodo, hijo de Elizabeth Lumbard, hermana del padre de Dylan, falleció hace un año. Su lobo era algo errático y Dylan interfirió en varias misiones para protegerlo, lo cual no estaba permitido. Por eso debíamos alejarnos, en parte.

El niño ya estaba corriendo liderando al resto, era veloz. Sería bueno, aún así, a Dylan le preocupaba que sea un Omega, ya que la pérdida de su madre podría ser un gran detonante para destruir a su especie.

Los lobos de pequeños son muy unidos a sus padres, los lazos de sangre son los que guían a sus lobos hacia la evolución de la especie. Por eso los brujos los cazan y los torturan para experimentar con la debilidad del animal, así nacieron los primeros Omegas hace muchísimos años, miles.

— Entonces se sentó encima de mi pene y chilló como una zorra. — finalizó Calum a mi lado entre risas, si, estaba hablando de Sally.

Tantos años de torturas me habían dado el suficiente autocontrol como para no arrancarle la garganta en este preciso instante. El borde del arco crujió entre mis manos cuando lo sostuve con brutalidad.

Aún estaba aprendiendo.

— Calum, cierra la puta boca. — lo miré detrás del naranja.

Él era un Alfa, pero yo era un híbrido. Podía matarlo con tan solo mover un maldito dedo y joder, me estaba tentando.

— Aún tengo más, tiene una elasticidad delirante. — relamió sus labios con lentitud.

Comenzó a hablar nuevamente, resoplé con cansancio enfocándome en los sonidos del bosque. Todo lucía normal, el sonido de los niños, algunos reían, otros gritaban, algunos rugían con torpeza ahogándose en su nueva voz. Por unos segundos me imaginé, corriendo junto a ellos, siendo libre.

No podía hacerlo, si me transformaba en luna llena no podría controlarme, la magia me dominaría, todos sabrían que soy un híbrido.

Las mujeres de la manada corrían aún en su forma humana detrás de los niños, eran más veloces que la mayoría de los soldados y eran más inteligentes, por eso lideraban el equipo de ataque.

Intentaba imaginarme otra cosa, cualquier otra maldita cosa que no sea a mi ex novia follándose a un idiota engreído.
Aún la quería, siempre supe que no duraría, no sin ser mi Mate, los vínculos románticos en los lobos son débiles y erráticos, aún así, había logrado amarla, a veces más, a veces menos, pero lo intentaba más cada día.

Pero no fue suficiente.

No podía dejar de escuchar a Calum describirla de la manera asquerosa en la que lo estaba haciendo, incluso en esta misión, no en luna llena. Sabía que compartía eso con Matt, el omega intentó ocultarlo fingiendo control, pero pude reconocerlo, cumplía años, lo hacía en cada luna llena. Por eso era tan distinto, se decía que quienes cumplían años en luna llena poseían la bendición de la luna, sin importar el rango o la sangre que corriera por sus venas.

Alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora