Luke Kenahl.Siempre supe que sucedería. Que él lo sabría. Que mi hermano regresaría. Que mi padre me arrebataría todo rastro de felicidad.
Que él quemaría mi hogar. Lo desintegraría.
Luego me obligaría a quedarme de pie. Viendo las cenizas. Escuchando los gritos. Sintiendo el calor, el ardor, el dolor.Siempre lo supe.
Pero aún así, no pude permitirlo.
No cuando estuve junto a él.
No cuando lo escuché, tan cerca de mí. Tan mío.Me preparé tantos años. Para dejarlo ir, para dejarnos ir.
Incluso le dí a un compañero. Se lo entregué en una maldita bandeja de plata para que pudiera ser feliz. Pero aún así, no pude.Cuando tuve que soltarlo. Me aferré con tanta fuerza que sentí que mis manos se volverían cenizas, junto con todo. Incluso conmigo.
No podía terminar así, ¿no?. No podía acabar de esta manera. Era mío, mi compañero, mi lobo.
Era mi maldito derecho estar con él.— ¿En qué piensas?. — preguntó tallando sus ojos. Se acomodó en el sofá.
— ¿Tan fuerte pienso?. — solo quería verlo sonreír. Necesitaba verlo sonreír.
Sonrió.
Sus labios se curvaron de una forma tan malditamente perfecta que quería besarlo hasta dejarlo sin aire. Sus dientes contornearon su sonrisa. Luego sus mejillas se tornaron rojizas y escondió su rostro en mi cuello. Se arrastró hasta que logró sentarse sobre mi regazo, con sus rodillas a cada lado de mi cuerpo.— Gritas en mi cabeza como un maniaco. — se quejó con dulzura. Su voz vibró contra la piel de mi cuello. Besó con suavidad aquella zona.
Acaricié su espalda. Estaba ligeramente encorvado.
Su piel estaba desnuda, al igual que la mía. Besé su hombro, luego el inicio de su cuello.— No grito. — mis dedos recorrieron su espalda baja dando suaves caricias circulares. Se enderezó permitiéndome ver sus ojos. Eran rojos. — ¿Qué pasa lobito?. — pregunté divertido relamiendo mis labios.
Sus manos acariciaron mis hombros, luego bajaron recorriendo mis brazos. Incliné mi rostro hacia él. Rocé mi nariz con la suya.
Allí estaba.
Jadeó en busca de mis labios.Era tan malditamente mío. Cada parte de él. Cada sentido. Cada recuerdo. Cada suspiro.
Estaba junto a mi. Sobre mi regazo. Jadeando contra mis labios.Me sentía tan jodidamente afortunado. Pude haberlo perdido todo. Absolutamente todo.
No hablo de la muerte. Hablo de la vida.
Pude haberlo perdido a él.Se veía tan hermoso con su cabello ligeramente largo. Caía desordenadamente un poco por encima de sus orejas. Tenía algunos rulos más oscuros que el resto de su cabello.
Sus labios estaban tintados de un rosa claro. Su mandíbula se dibujaba de forma recta contorneando su rostro.
Sus pobladas cejas acentuaban sus ojos. Que descansaban entre sus pestañas.Sus labios finalmente se encontraron con los míos cuando no aguantó más que no lo besara, así que lo hizo él.
Sus labios bailaron una lenta danza junto a los míos. El calor se apoderó de mi cuerpo. Jadeé sintiéndome tan suyo.
Tan eternamente suyo.No quería irme de aquí.
De esta habitación.
De este sillón.
De su lado.Mis manos atesoraron su cuerpo, acaricié cada parte de él. Sus caderas se movieron sobre las mías.
Sentí mi miembro endurecerse siendo prisionero de los bóxers que me cubrían. Solo estábamos en ropa interior.

ESTÁS LEYENDO
Alfa.
FantastikDeslicé mi mano por el largo de su cuello, su respiración se aceleró y su pecho comenzó a subir y a bajar con desenfreno. Lo miré fijamente perdiéndose más a cada segundo, quería morderlo, quería hacer tantas jodidas cosas. - Mío. - gruñí entre di...