Luna Llena.

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Dylan Lumbard.

Me removí incómodo, los huesos de mi espalda crujieron. Maldecí en voz baja tallando mis ojos, había dormido sentado en el suelo con la pequeña mesita de luz de respaldo porque el vínculo estaba jalando con mucha fuerza y estar cerca de cualquiera de ellos, era tortuoso.

Ya de por sí lo era con Matt, pero ¿Luke?, lo conocía de toda la vida, crecimos juntos, fuimos a la misma escuela, mismos entrenamientos, misma casa, todo. Me sentía enfermo viéndolo de esa manera, sintiéndolo como lo estaba haciendo, su energía era distinta, era como si el fuego quemara mi sangre. No estaba seguro de si era porque era un híbrido o quizás, solo era así.

Matt era distinto, como un calmo rio en el que puedes sentarte a apreciar el atardecer. Ser su Mate me daba paz, era un privilegio que no merecía. Pero Luke, esto era mucho más de lo que podía manejar.

Parpadeé lentamente, agradecía que esta habitación careciera de ventanas, sino el sol ya me hubiese dejado ciego. Me levanté tratando de no hacer ruido, Luke estaba despierto, lucía abatido, me miró y luego hizo una pequeña mueca que no logré descifrar.

Éramos dos en la misma lucha por lo visto. Lo miré unos segundos, algunos mechones rubios caían sobre su frente.

— ¿Aire?. — pregunté, asintió extendiéndome su mano.

La tomé jalándolo con delicadeza contra mi cuerpo, su pecho chocó contra el mío. Se puso de pie, Matt permanecía dormido en el sillón. Me dirigí hacia el armario, tomé un suéter negro ancho que solía ser de mi hermano. Se lo lancé a Luke.

— No.. — susurró sosteniendo al tela entre sus manos.

— Lo sé, pero es lo único que tengo aquí que te cubrirá lo suficiente para evitar preguntas.

Dudó unos segundos hasta que se lo puso entre algunas quejas. El suéter le llegaba por debajo de las rodillas, mi hermano solía usar ropa muy ancha, algo que ahora necesitábamos para que no notaran el estado deplorable de Luke.

Abrí la puerta con suavidad, lo dejé pasar, salí detrás suyo cerrando la puerta. Caminé a su lado dando lentos pasos, algunas de las mujeres de la manada pasaron con la fila matutina de niños, eran las profesoras. Le estaban enseñando a controlarse en su primer luna llena.

Hoy sería Luna Llena. Los niños son quienes más pierden el control, son erráticos y peligrosos, siempre un equipo de rescate y otro de ataque debe estar con ellos en caso de que haya cazadores en la zona o se ataquen entre ellos. Luke pertenecía a ambos grupos, era quien iba en mi lugar, era el mejor de la manada, era el más veloz, el más fuerte, y quien lograba curarse en tan solo segundos. Por eso debían llevarlo, era su mejor arma contra cualquier cosa que sucediera.

Mierda, hoy era Luna Llena.

— Luke.. — susurré entrando ligeramente en pánico.

— Maldición... — su mano fue hacia mi antebrazo atrayéndome hacia él cuando a lo lejos visualizamos a algunas caras reconocidas hablando entre ellas.

Lo seguí dejándolo tomar la delantera, nos llevó hacia un pasillo alternativo que iba hacia el campo de entrenamiento. Una vez que ambos estuvimos allí, me soltó.

Había una gran arena en el medio, un círculo de Saylen la protegía, era una hierba sagrada hecha por brujos y ángeles. Solo los Alfas podían entrenar dentro de ella, cualquier otra especie no pude atravesarla, sería letal.

Por eso mismo cuando Matt entrenó con Luke lo llevamos a la vieja sala, no podíamos usar esta, moriría en cuanto entrara en contacto con el suelo.

Había estantes gigantes a un costado con diferentes armas y trajes, los miré con recelo, mi hermano los había diseñado, aún contenían su esencia, no podía evitar pensar todo lo que habrá hecho con el logo de la manada en su pecho.

Alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora