Alfa.

¿Aún soy un lobo?.

"Cuando un lobo pierde a su manada, podría decirse, que lo pierde todo. Casi como si un humano, perdiera su alma."

Luke.
*Apellido desconocido*

Si le dijera al Luke de diez años que correteaba por los pasillos del palacio gritando su nombre como si solo eso le importara, que no lo logramos. Que no pude luchar por él, que me rendí, que lo perdí.

Posiblemente también me odiaría, incluso más de lo que yo lo hacía hoy en día.

*Flashback*

Era un 18 de febrero, recordaba aquella maldita fecha como si hubiese sido ayer, era reciente, en mi corazón, lo era.
La manada como una vieja tradición, solía organizar un entrenamiento general. Donde el Alfa luchaba con su Beta, luego él lo hacía con el siguiente Alfa de linaje, y así seguía el orden, hasta alcanzar al eslabón más "débil".

No lucía tan destructiva, era solo una tradición, hasta que Dylan quedó frente a mí. Su espada temblaba entre sus manos, pude sentir los ojos de Sam en mi espalda, su voz guiando mis movimientos, su control quemaba, cerré mis ojos intentando sentir más que eso.
Aquel olor, el lobo tembló en respuesta, tragué saliva guiándome por él. Dejé caer el arco al suelo, escuché las voces unísonas de la manada.

No me importaba, no le haría daño.

Sam rugió en mi mente, mi espina dorsal quemó, el brujo ardió contra mi piel, lo contuve. Abrí mi ojos, Dylan me miraba fijamente, había lágrimas en sus mejillas, estaba aterrado.

Ambos sabíamos lo que le haría su padre, si fallaba.

Pero éramos niños, solo malditos niños..¿qué demonios era todo este circo?..

Me pregunté una y otra vez hasta que el Alfa rugió dando inicio a este ritual asqueroso. Dylan avanzó susurrando un débil "lo siento". No lo hice, me quedé estático.
Los rugidos de Sam en mi mente eran descontrolados, mis oídos sangraban, lo miré unos segundos, sus ojos estaban rojos, estaba cada vez más cerca de ser el próximo Alfa.

Pero no podía controlarme, nadie puede. Solo que él no lo sabía, hasta ahora.

Dylan me empujó, fue débil, no logró moverme, lo miré en busca de que entendiera que debía atacarme.

— ¿Ese es tu tan aclamado hijo?..es una burla a tu linaje. — aclamó una de las mujeres de la manada entre risas.

— ¿Seguro que aunque sea es un lobo?.

Preguntaron, suspiré sabiendo que empeoraría. Cerré mis ojos para que no vieran su color, esto me dolería como el infierno, pero debía detener esto.
Me adentré a la mente de Dylan, lo encontré, escondido entre sus recuerdos, temblaba y sollozaba, estaba realmente aterrado. Su padre estaba a su lado, como un gran monstruo, una maldita pesadilla.

Lo hice mirarme, sus ojos se colorearon de violeta. Guíe sus movimientos, esta vez pude sentir su puño estampándose contra mi mejilla, dolió.

Siguió, mi magia se volvía débil, no podía sostener su mente y la de su hermano que no dejaba de atosigarme.

Mis barreras comenzaron a rasgarse, las voces se hicieron más fuertes, gritando por mi. Era el Beta del futuro Alfa, debía hacer más, y sabían que podía.

El lazo que me unía con Dylan me causaba escalofríos, volvía cada golpe aún más doloroso. La espada danzo contra mi piel, el filo se hundió en ella, la sangre se escurrió por la arena.

Fin del jodido juego enfermizo de los Lumbard.

...

Se acurrucó contra mi cuerpo entre débiles sollozos, sus manos rozaron mi piel, sus brazos rodearon mi cuerpo, su piel estaba cubierta por el suéter, pero no era mi caso. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando el calor de sus manos entró en contacto con mi piel, estaba casi helado, suspiré nerviosamente dejándolo acercarse.