Guerra de almas parte II

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Dylan Lumbard.

Lo ví perder el control lentamente mientras aventaba el colchón al suelo, su respiración estaba descontrolada, sus ojos eran esmeraldas, el vínculo que nos unía estaba jalándome con una fuerza delirante. Me acerqué disimuladamente, no quería atraer la atención de todos, aunque sería difícil, era el maldito Alfa.

Lo tomé del brazo jalándolo hacia mi. Su pecho chocó contra el mío, el esmeralda rugió, gruño levemente.

— ¿Qué demonios te pasa?.

— Luna llena. — dijo entre dientes zafándose de mi agarre, caminó hacia un extremo alejado donde había una pequeña mesa con bocadillos.

Lo seguí, Lara y Sofía estaban en el extremo contrario hablando de cómo Luke lucía follable en su traje, mientras que Samanta aseguraba que le había visto el pene cuando se convirtió en lobo frente a ella en un entrenamiento.

Lara, maestra de matemática, era la encargada del aprendizaje pragmático y teórico de los niños, tenía quizás mi altura, era castaña y de contextura media. Sofía era pelirroja, danza, era todo lo que conocíamos del arte aquí dentro, nos sacaba quizás unos diez años, pero aún se veía infernal.

Samanta, su ex, antes de todo el desastre con Sally, ellos estaban juntos. Mi padre los había separado, por alguna razón nunca le gustó que el Beta de su hijo, saliera con una guerrera rango Omega. Aún era aprendiz, siempre fallaba, era bastante mala luchando, pero incluso escuchándola decir todas esas estupideces, sabía que se seguía muriendo por Luke.

Aunque claro, le había visto el pene muchas más veces, no entendía la sorpresa de su relato.

Lara se sonrojó al verme pasar a su lado, alcé mis cejas en respuesta, las tres me daban asco en este momento.

Celos Dylan, celos.

Suspiré, no tenía sentido.

¿Qué significaba Luke para mí?.

Sonreí al escucharme a mí mismo preguntando algo tan tonto como eso, lo significaba todo. Era mucho más que mi Beta, era todo lo que conocía fuera de la sangre y los colmillos.

Sabía que era duro y necio con él, que nunca le daba abrazos o le decía cuánto significaba para mí. Me excusaba con ser un licántropo, pero con Matt, entendí que no era así. De hecho en la manada eran bastante amables el uno con el otro, solían festejar cada cumpleaños todos juntos, yo era el único que no asistía.

Samuel también era así, como yo, no era amable, pero con Luke parecía serlo, o eso creía. Siempre estaban encima suyo, mi padre y él. Lo seguían, muy pocas veces se acercó a hablar conmigo sin mi hermano en su espalda.

Mi hermano siempre lo tuvo para él, se lo llevaba en cada luna llena, nunca supe que sucedía entre ellos, siempre perdía el control y debían encadenarme en plata, no era muy de fiar de niño, el animal era mi mayor amenaza. Pero Luke, con él era distinto, en luna llena siempre estaba en control, incluso cuando volvía cubierto en cicatrices y olores que no lograba descifrar, sonreía y me ofrecía un vaso de agua, luego se quedaba a ver alguna tonta película.

Eso era Luke.

Suspiré, miré a Matt batallando con su propio descontrol, hace unas horas me había confesado que cumplía años. Estaba siendo difícil ocultarlo del resto, pero si nos íbamos sería aún peor. Le había colocado los brazaletes que solía usar por ser un Alfa. Eso lo estaba ayudando a mantener a la bestia a rayas.

Nunca creí que conocería a algún licántropo que cumpliera años en luna llena, era un mito. Luke solía leérmelo de niño entre risas y ojos brillosos, siempre fue un gran soñador, le gustaba contarme los cuentos como si de la realidad se tratara, incluso con mi hermano detrás suyo pisándole los malditos talones.

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