4. inmortal

4.4K 223 34
                                    

después de ti entendí

que el tiempo no hace amigos

que corto fue el amor

y que largo el olvido.

---

Ruslana trazó la última línea sobre el papel y se dio por vencida. Cuando no tenía el día, no tenía el día. Debía entregar otro paisaje para clase y se le estaban acabando las ideas, así que se había ido a una zona tranquila de las afueras a esperar la llegada de la inspiración. Pero no estaba resultando.

El tema es que a ella ni siquiera le gustaban los paisajes. Ella quería hacer otras cosas más personales, más de su rollo, pero había entregado el primer trabajo perfecto y sus profesores la habían encasillado en ese tipo de dibujos.

Bufó y se dejó caer sobre la hierba, apartando el bloc y los lápices.

Los acordes de la guitarra de Chiara rompían el silencio de la zona, formando un ambiente ideal para la creación artística. Y, normalmente, eso le había bastado a la ucraniana. Pero en los últimos días tenía muchas cosas en la cabeza y muchas dudas por resolver.

Habían pasado dos días desde la comida con Violeta. Dos días en los que su prima apenas había vuelto a cruzarse con ella, casi como si la evitase. Y dos días en los que, por otra parte, su mejor amiga también estaba distante.

De hecho, ese rato que llevaban en el parque era el primer tiempo que pasaban juntas a solas desde entonces.

La pelirroja miró a la británica desde el suelo. Chiara tocaba con las gafas de sol escurridas sobre la nariz y los ojos cerrados. Estaba plenamente concentrada en lo que quiera que fuese lo que estaba componiendo. A la pelirroja le encantaba verla así, tan metida en su propio universo y tan ella misma.

Sonrió de forma melancólica y suspiró.

- ¿Kiki?

La música dejó de sonar y la menorquina la miró por primera vez en el las horas que llevaban allí. Se ajustó las gafas y Ruslana casi pudo ver como su cabeza cambiaba el chip de su mundo interior a la realidad.

- ¿Qué?

La canaria se incorporó y se sentó con las piernas cruzadas, como un indio. Bajó la mirada al suelo y jugó con un par de hierbas entre sus dedos. La inglesa le copió la postura, confundida con el lenguaje corporal de su amiga.

- Ya os conocíais, ¿no? - Cuestionó sin mirarla. Chiara frunció el ceño. - Violeta y tú, digo. - Aclaró.

La morena sintió un escalofrío y se puso nerviosa.

- ¿Qué? - Replicó a la defensiva. - ¿Por qué dices eso?

Ruslana la miró y le sonrió de forma dulce.

- Amor, no sabes mentir y disimulas las cosas fatal. - Intentó bromear. Chiara se tensó. - Además, se generó una tensión horrible en cuanto os mirasteis a la cara en la cafetería. Que yo me hago la loca, pero me doy cuenta de las cosas. - Añadió. - Y tanto ella como tú lleváis un par días raras conmigo, como evitándome y metidas en vuestras propias cabezas.

La británica notaba todos los músculos del cuerpo rígidos. Tragó saliva y entró en pánico, sin saber reaccionar. La pelirroja interpretó su crisis interior y le puso una mano en la rodilla, acariciándola e invitándola a relajarse y confiar en ella.

Chiara podía callarse y no contarle nada. Dejar que fuese Violeta quien le diese las explicaciones correspondiente a su prima. Pero necesitaba hablar con alguien. Llevaba dos días de ansiedad constante, con tantas cosas acumuladas en la cabeza y en el pecho que sentía que estaba a punto de explotar. Necesitaba desahogarse y soltar todo lo que no le dejaba dormir por las noches.

Life After LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora