después de ti entendí
que el tiempo no hace amigos
que corto fue el amor
y que largo el olvido.
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Ruslana trazó la última línea sobre el papel y se dio por vencida. Cuando no tenía el día, no tenía el día. Debía entregar otro paisaje para clase y se le estaban acabando las ideas, así que se había ido a una zona tranquila de las afueras a esperar la llegada de la inspiración. Pero no estaba resultando.
El tema es que a ella ni siquiera le gustaban los paisajes. Ella quería hacer otras cosas más personales, más de su rollo, pero había entregado el primer trabajo perfecto y sus profesores la habían encasillado en ese tipo de dibujos.
Bufó y se dejó caer sobre la hierba, apartando el bloc y los lápices.
Los acordes de la guitarra de Chiara rompían el silencio de la zona, formando un ambiente ideal para la creación artística. Y, normalmente, eso le había bastado a la ucraniana. Pero en los últimos días tenía muchas cosas en la cabeza y muchas dudas por resolver.
Habían pasado dos días desde la comida con Violeta. Dos días en los que su prima apenas había vuelto a cruzarse con ella, casi como si la evitase. Y dos días en los que, por otra parte, su mejor amiga también estaba distante.
De hecho, ese rato que llevaban en el parque era el primer tiempo que pasaban juntas a solas desde entonces.
La pelirroja miró a la británica desde el suelo. Chiara tocaba con las gafas de sol escurridas sobre la nariz y los ojos cerrados. Estaba plenamente concentrada en lo que quiera que fuese lo que estaba componiendo. A la pelirroja le encantaba verla así, tan metida en su propio universo y tan ella misma.
Sonrió de forma melancólica y suspiró.
- ¿Kiki?
La música dejó de sonar y la menorquina la miró por primera vez en el las horas que llevaban allí. Se ajustó las gafas y Ruslana casi pudo ver como su cabeza cambiaba el chip de su mundo interior a la realidad.
- ¿Qué?
La canaria se incorporó y se sentó con las piernas cruzadas, como un indio. Bajó la mirada al suelo y jugó con un par de hierbas entre sus dedos. La inglesa le copió la postura, confundida con el lenguaje corporal de su amiga.
- Ya os conocíais, ¿no? - Cuestionó sin mirarla. Chiara frunció el ceño. - Violeta y tú, digo. - Aclaró.
La morena sintió un escalofrío y se puso nerviosa.
- ¿Qué? - Replicó a la defensiva. - ¿Por qué dices eso?
Ruslana la miró y le sonrió de forma dulce.
- Amor, no sabes mentir y disimulas las cosas fatal. - Intentó bromear. Chiara se tensó. - Además, se generó una tensión horrible en cuanto os mirasteis a la cara en la cafetería. Que yo me hago la loca, pero me doy cuenta de las cosas. - Añadió. - Y tanto ella como tú lleváis un par días raras conmigo, como evitándome y metidas en vuestras propias cabezas.
La británica notaba todos los músculos del cuerpo rígidos. Tragó saliva y entró en pánico, sin saber reaccionar. La pelirroja interpretó su crisis interior y le puso una mano en la rodilla, acariciándola e invitándola a relajarse y confiar en ella.
Chiara podía callarse y no contarle nada. Dejar que fuese Violeta quien le diese las explicaciones correspondiente a su prima. Pero necesitaba hablar con alguien. Llevaba dos días de ansiedad constante, con tantas cosas acumuladas en la cabeza y en el pecho que sentía que estaba a punto de explotar. Necesitaba desahogarse y soltar todo lo que no le dejaba dormir por las noches.
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Life After Love
FanfictionVioleta es una periodista recién graduada que trabaja en Madrid y vuelve a casa unos días en busca de paz mental. Ruslana, su prima pequeña, acaba de mudarse con sus tíos para estudiar un máster de Bellas Artes en Granada. Ambas llevan años sin vers...